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Mentira, capital Moscú

El afán expansionista de Rusia no viene de ahora. Ni siquiera de la época de los soviets. Sino de siglos y siglos de conquistas territoriales que empezaron con Pedro I el Grande y acabarían conformando todo un Imperio, la denominada Rusia imperial de los zares, que finaliza con Nicolás II, depuesto por la revolución bolchevique. En 1853, se preguntaba Carlos Marx si el gigante ruso se detendrá en su marcha hacia el dominio mundial. Sostenía el pensador que los límites naturales de Rusia van de Dantzig o del mismo Stettin hasta Trieste, y sus directores harán lo imposible por agrandar estas fronteras. Rusia no tiene más que un adversario: la potencia explosiva de las ideas democráticas y el anhelo innato de la Humanidad hacia la libertad. Marx hablando sobre democracia y libertad, sí. Y también sobre el expansionismo ruso.

De Marx puede asegurarse que fue un flaco profeta al considerar a Rusia el país más inasequible al comunismo. Dijo que el marxismo no podría triunfar en Rusia, y fue allí donde se implantó primero. Aseguró que por la fuerza de las leyes históricas se impondría, en cambio, en las naciones occidentales, como más industrializadas y con más alto nivel de vida y es allí en donde el comunismo siempre ha fracasado. Ya con Lenin en el Kremlin continuó esa tendencia nacionalista, ahora internacionalista, de expansión conquistadora. En 1924, con el régimen bolchevique intentando asentarse, Rusia pretendió crear los Estados Unidos de Asia con capital en Moscú, incluida China. Por eso, los soviéticos vieron siempre con reparo el nacimiento de un Estado comunista en China, un país de vastas dimensiones y abundante población, que hacían para Rusia muy difícil el manejo de dicha nación como satélite, sin, ni siquiera, un despliegue cómodo de tropas soviéticas en aquellos territorios tan alejados del Kremlin. Hoy Rusia y China son grandes aliados.

La especialidad más definitoria de la Unión Soviética como método de gobierno y dominación fue propalar mentiras y generar manipulación. Día tras día, primero, la GPU y, luego, el KGB se dedicaron a hacer un colosal acopio de falsedades para destruir vidas y haciendas. Fue derribado el comunismo, pero en Moscú continúan conservando las mismas mañas. De casta le viene a Putin. Solzhenitsyn, gran conocedor del terrorífico régimen soviético escribió en 1973: “No olvidemos que la violencia no existe ni puede existir por sí sola: está infaliblemente entrelazada con la mentira. Unen a ambos los lazos familiares y más profundamente naturales: la violencia no puede encubrirse con nada, salvo con la mentira; y el único sostén de la mentira es la violencia. Todo aquél que una sola vez ha proclamado como método la violencia, inexorablemente deberá elegir como principio la mentira”.

En su Diario fin de siglo, Jean François Revel sostiene que “todavía tenemos demasiado arraigadas pese a la victoria de las democracias, las deformaciones intelectuales del totalitarismo. La democracia no habrá ganado del todo mientras mentir siga pareciendo un comportamiento natural, tanto en el ámbito de la política como del pensamiento”.

Artículo publicado pro Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 28 de febrero de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/236209/mentira-capital-mosc.html

¿Dónde están las llaves?

Junto al virus covid con sus múltiples cepas y variantes, pulula entre los estertores de esta postmodernidad otra pandemia igualmente dañina para la higiene moral del hombre. El relativismo. Una tiranía del “todo vale” que resulta beligerante y excluyente contra la libertad y la igualdad. Un absolutismo consistente en aceptar como válidas todas las opiniones, aún las de los necios e imbéciles. Un narcótico que aturde a la ciudadanía y acaba por anestesiarla permaneciendo una gran mayoría de gente como sumida en la ignorancia y en la confusión cuando no en el engaño.

Aciaga época ésta en que las diferencias entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno y lo malo dejan de existir porque todo es relativo. Se decreta la ausencia de certezas y se niega la existencia de la verdad objetiva. Y si no existe la verdad, tampoco existe la mentira. ¿A quién beneficia esta trama tan irracional? Al gobernante aspirante a totalitario. El relativismo, que ni afirma ni niega nada, suele presentarse bajo una forma buenista de pluralismo. Incluso, tergiversa su significado convirtiéndose en sinónimo de pluralismo y tolerancia. Otra manipulación más. Primero, porque relativismo y pluralismo son diferentes. Segundo, porque no se puede tolerar el mal ni la mentira.

Descendiente directo de la casta relativista es la corrección política o ideológica, feo hábito de adulteración de la realidad mediante mercancías de contrabando. Quienes lo practican ocultan las verdades que incomodan a sus relatos, practican la violación de normas jurídicas, morales y hasta científicas y exigen tolerancia y ausencia de límites para atacar y combatir los argumentos e ideas de quienes no piensan como ellos. En cambio, cuando otros cuestionan sus propias tesis actúan como déspotas y dogmáticos cancelando la libertad, impidiendo el debate y tratando de imponer de forma absoluta “su” verdad. Consecuencia directa de su desfachatez intelectual y de su anemia moral es el empleo de una doble vara de medir, ese doble rasero que acarrea un enjuiciamiento sectario e incoherente de ideas y pensamientos. Y así, muchas voces oprimidas por el complejo se convierten en eco.

La socióloga norteamericana, Anne Hendershott, sostiene que los relativistas rechazan conceptos como el bien y el mal y una sociedad que se resiste a condenar actos que nuestro sentido común nos dice que son destructivos (aborto o eutanasia), es una sociedad que ha perdido la capacidad de enfrentarse al mal. Como decía el presidente Lincoln se puede engañar siempre a unos pocos o a muchos. Se puede engañar un tiempo a todos. Pero es imposible engañar siempre a todos. Y es que como afirma Erich Fromm el hecho de que millones de personas compartan los mismos errores o las mismas mentiras no convierte éstos en aciertos o verdades. Por eso nunca logró Goebbels convertir en verdad una mentira mil veces repetida. Resulta que antes se atrapa a un relativista que a un cojo. Parafraseando al Papa Pablo VI, el relativista es quien sale de casa y pierde la llave para volver.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 19 de diciembre de 2021. https://www.elimparcial.es/noticia/233783/opinion/donde-estan-las-llaves.html