Archivo por meses: enero 2020

Virgen de Europa

Ha tenido que incendiarse la grandiosa catedral de París para que propios y extraños recuerden los orígenes cristianos de Europa. Toda la cultura europea está impregnada de Cristianismo porque “la fe se hace cultura”. El continente europeo se teje a través de rutas religiosas como el Camino de Santiago, y comerciales como el río Danubio. El pensamiento filosófico se concibe fecundamente en las Universidades europeas para luego descender posteriormente al terreno de la política en clubes, cafés y parlamentos diseminados por las naciones de Europa. Se forja una unidad espiritual y cultural cuyo hilo central es la fe religiosa.

El patrimonio europeo contiene ingredientes propios de la filosofía griega, del Ius romano y del Cristianismo. La primera se pregunta ¿Qué es el hombre? El segundo convierte a éste en sujeto de relaciones jurídicas. El Cristianismo supera a aquellos al hacer del hombre un ser libre. Mejor es depender del cielo que de los hombres, decía Chateaubriand, quien en su obra El genio del cristianismo está presente como lema vivo y luminoso “religión y libertad”. Para el autor francés, el cristianismo es el pensamiento del porvenir y de la libertad humana, es una religión de libertad, ante la cual se puede inclinar la frente sin vileza.

La trascendencia judeocristiana siempre defendió en Europa y en todo el orbe la libertad para abolir la esclavitud, rectificó las nociones de lo justo y lo injusto, sustituyó la duda por la afirmación y abrazó a toda la Humanidad. Europa debe volver a sus raíces. “Sé tú misma”. Su drama es que ha perdido su identidad y se halla extraviada e insegura. Siente miedo ante el extraño. Desconfía del extranjero. No acoge, sino rechaza. Europa debe volver a defender la libertad y la dignidad frente a quienes incendian la convivencia, prenden fuego a libros, parlamentos o templos. Solamente a base de la triple tradición griega, romana y judeocristiana es posible levantar la estructura de una Europa nueva. Todo intento de reconstrucción exclusivamente político o económico no tardará en desmoronarse.

La desgracia o gracia de Notre Dame ha sido una señal. ¿Cómo Dios permite esto? ¿Dónde está Dios? Dios permanece ausente y en silencio, se dice. No. Dios está entre nosotros y nos habla pero el griterío del hombre impide escuchar su palabra. Ante la cerrazón de Europa, la llama clara y dulce de la verdad y la caridad cristianas permanece alumbrando a los hombres que buscan los fundamentos espirituales y morales de una convivencia pacífica. La conciencia cristiana de los pueblos no está todavía muerta. Lo único que une, enlaza y perpetua lo que llamamos en su esencia lo europeo es la tradición cristiana. Y de eso, precisamente, nadie quiere hablar. Lo esencial y lo moderno parece ser encontrar cualquier solución o fórmula que postergue la idea cristiana. Lo que Europa ha llegado a ser lo ha sido bajo la Cruz. Si se aparta de la Cruz, dejará de ser Europa. María estaba junto a la Cruz. Y Jesucristo ha resucitado.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 21 de abril de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/200552/virgen-de-europa.html

Sin madres, la bomba

La bomba de relojería activada contra España no es el nacionalismo separatista con su discurso del odio, tampoco la enésima crisis económica con gobierno socialista de turno, ni siquiera un pésimo sistema educativo incapaz de impartir enseñanza en castellano en regiones del territorio nacional. La bomba que estallará en pocos años y hará estragos entre los españoles es la nula natalidad que padece nuestra demografía. La cifra de nacimientos es la más baja en veinte años. El ámbito rural ya está despoblándose. En unos años serán las zonas urbanas las que padezcan el envejecimiento de la población por la falta de relevo generacional. Las consecuencias serán económicas, por la caída del sistema de la Seguridad Social y su incidencia en la sanidad pública, sociales, por el aumento del número de personas en situación de dependencia, y estrictamente humanas y afectivas, por cómo afrontar el drama de la soledad y sus variantes depresivas, lo que acarreará más gasto sanitario.

Vienen tiempos aciagos para la natalidad y también para la familia. La Fundación Renacimiento Demográfico analiza desde hace tiempo el problema del “invierno o suicidio demográfico” que sufriremos en pocos años por la drástica reducción del número de nacimientos. El origen del mismo se sitúa en 1981, año en que la tasa de reemplazo de la población era ya levemente inferior a 2 hijos por mujer. Hoy no se llega a 1´4 hijos. Las causas son varias: cifra de matrimonios a la baja por rupturas matrimoniales o renuncia al compromiso matrimonial, bodas tardías que ponen en riesgo la fertilidad de la mujer, dificultad de conciliar vida laboral y vida familiar y, sobre todo, el aumento de abortos. La inmigración ha ralentizado el declive pero no lo impedirá. Las muertes ya superan los nacimientos.

De los políticos poco cabe esperar. En los últimos treinta años, con el problema ya en ciernes, ningún Gobierno ha alumbrado políticas estables y duraderas de estímulo a la natalidad y de apoyo a la familia. Solo con la proximidad de períodos electorales, los partidos suelen acordarse de Santa Bárbara. Pero lo grave no es la inacción del Estado en este frente. Lo corrosivo es la mentalidad contraria a tener hijos que se ha instalado en algunos sectores sociales y de la opinión pública. Ello es en parte fruto de una tendencia en los jóvenes a vivir alegre y cómodamente sin ataduras, lo cual raya el egoísmo y la insolidaridad. Pero también es el resultado de una ideología agresiva y contraria al hombre, al matrimonio y a la propia mujer en su condición de madre, que se está extendiendo entre el feminismo más radical.  

El repudio a la maternidad o maternofobia es una actitud netamente retrógrada ya que supone renunciar al progreso de la Humanidad por ansiar el propio progreso de una misma. Es justo lo contrario de lo que dijo el astronauta Neil Amstrong: es un gran salto para mí, y un pequeño paso para la Humanidad. Paso sí, pero atrás.  

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 23 de junio de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/202613/opinion/sin-madres-la-bomba.html

La anomalía

Si bajo los adoquines estaba la playa, bajo la cripta de Cuelgamuros están los votos. Eso debió pensar Sánchez cuando observaba absorto por televisión a la turbamulta independentista arrasar las calles de Barcelona. Se arrellanó cómodamente en su sillón sabedor de que sacando al dictador del Valle de los Caídos remontaría en escaños. Una salida a discreción y no con discreción. Carmen Calvo dixit and pixit. Cautivo y desarmado ante el independentismo golpista, Sánchez intentaba mostrarse altivo y blindado ante el cadáver de Franco. A la izquierda española le supera esa irrefrenable tendencia a sacar a los muertos de sus tumbas. Lo hicieron de forma incivilizada unos perturbados milicianos en el 36 y continúa haciéndolo el líder del PSOE en pleno siglo XXI.    

¿Qué nos ha ocurrido tras los últimos 40 años? En 1979 quien estaba en contra de la Constitución y la democracia era un facha. En 2019 quien defiende la Constitución y la democracia es un facha. La respuesta está en Zapatero. Por su causa nuestro régimen del 78 padece una anomalía: un socialismo infiel a la obra de la Transición y a la reconciliación entre españoles que se ha echado al monte y prefiere ser cazador furtivo a guarda forestal. Un socialismo empeñado en mirar atrás y reabrir heridas. No es extraño que con los mihuras que tiene por delante: el desafío independentista, una nueva crisis económica, el paro y la pobreza, Sánchez intente revivir el pasado como cantera de votos. Todo menos volver a la Universidad a reescribir una tesis de su puño y letra.

La gran mayoría de los españoles no son extremistas. Desean estabilidad política y prosperidad económica. Por eso, censuran vías expeditivas que retuercen o avasallan la legalidad y decisiones populistas fruto de la discordia y la revancha que avivan rescoldos. Alejada de radicalismos y extremismos, esa amplia mayoría ha contribuido decisivamente a mejorar España en las últimas décadas logrando la concordia civil y el bienestar social. En tiempos convulsos como los actuales, corremos el riesgo de que la sociedad española se desencante de la democracia haciendo seguidismo de extremos antagónicos. Históricamente, el desencanto en las clases bajas ha derivado en comunismo; en las clases medias, en fascismo. Podemos resbalarnos por una peligrosa pendiente y situarnos en los umbrales del totalitarismo echando a perder la gran obra de reconciliación nacional que fue, con sus luces y sus sombras, la Transición, que en vez del todo o nada prefirió el poco a poco, el día a día.

El drama de Sánchez es que tras más de una año gobernando aún no ha tramitado ni una sola ley. En la historia, a los Gobiernos siempre se les recuerda por su obra legislativa. La de este Gobierno es nula y se resumirá en un rencoroso desandar la Transición desde Cuelgamuros a Mingorrubio, soberbiamente engreído y jactancioso de que con Sánchez empiezan la democracia y las libertades en España. Tras el aquelarre televisado, toca trabajar en pos de una libertad sin ira.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 24 de octubre de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/206268/la-anomalia.html

La autoridad de la educación: El artículo 155 del Código Civil

En los últimos años han proliferado programas sobre comportamiento y planes de convivencia en la escuela. Se han sucedido normas y más normas para asegurar el orden en colegios e institutos. Sin embargo, continúan aumentando los episodios de violencia (los menos), y de falta de respeto (los más), en las aulas. El número de alumnos que no aceptan la corrección de su comportamiento por el profesor se incrementa. Nos hallamos ante un desafío que excede del entorno escolar para enmarcarse en un ámbito mayor, el de la misma sociedad.

El origen de la falla surge en la familia. Padres permisivos que conceden a sus hijos infinidad de caprichos sin exigirles nada a cambio o padres protectores en exceso que frustran la madurez de aquellos. El resultado es el de niños y adolescentes insatisfechos e inseguros y, en el fondo, maleducados e irrespetuosos; en parte, tiranos, en parte, rebeldes, sin admitir negativas ni compromisos. Con reacciones de indiferencia, irresponsabilidad o superficialidad, cuando no de agravada hostilidad a base de insultos, amenazas o chantajes hacia sus mayores. No se trata de una patología, sino de una ausencia absoluta de buena educación y de una atrevida ignorancia sobre la responsabilidad que conlleva la libertad. Es el antojo del “yo”, que ostenta ilimitados derechos y deberes con límite.

Para oscurecer aún más el escenario, una decisión gubernamental suprimió el artículo 154 del Código Civil: los padres, decía el precepto, pueden corregir razonable y moderadamente a sus hijos. Gran error la supresión, porque la corrección siempre es ocasión propicia para la fijación de modelos, referentes, pautas, y, al mismo tiempo, de límites, deberes o tareas, no solo escolares, sino también domésticas y sociales. En el hogar se exige con amor y se corrige con el ejemplo. Solo a partir de sólidos cimientos, puede construirse el respeto, la confianza, la constancia, la motivación y la fuerza de voluntad.

En muchos hogares se padece hoy un problema que empieza a convertirse en drama personal y familiar: la pérdida del principio de autoridad. Pero en la educación de los hijos no todo está perdido: sigue vigente el artículo 155 del Código Civil, que es la contrapartida al 154: los hijos deben obedecer a sus padres mientras estén bajo su potestad y respetarles siempre. Vale la pena persistir en su vigencia porque como dijo Erasmo de Rotterdam, la principal esperanza de una nación descansa en la adecuada educación de su infancia. Y en esta tarea la escuela y la familia deben trabajar codo con codo.

Idolos

Quienes vomitaron en las redes sociales su nauseabundo regodeo ante la muerte de un torero corneado por un toro, no han manifestado ni la más mínima satisfacción por la muerte de un criminal, que al volante de un camión ha segado la vida de decenas de personas y ha malherido a dos centenares. Para algunos la vida de un cuadrúpedo vale más que la de seres humanos.

Tanto la Epopeya de Homero como la Teogonía de Hesíodo crearon dioses que eran hombres. Con fina observación psicológica, el filósofo presocrático Jenófanes advertía que si los caballos y leones pudieran, formarían dioses de su misma especie. Lo que el sabio griego no imaginó es que veinticinco siglos después, algunos hombres venerarían al toro considerándolo un dios y se mofarían del hombre como si fuera un demonio. Quien sí lo previó en el siglo XIX fue el Santo Cura de Ars: “Dejad a un país sin sacerdotes y acabará adorando a las fieras”. Surge un nuevo paganismo: el animalismo, que reverencia a los animales convirtiéndolos en ídolos superiores al ser humano. Esta emergente idolatría, que dispone de una legión de sacerdotes y sacerdotisas, apóstoles y cofrades, es consecuencia del humanismo ateo o humanismo sin Dios, del que nos alertaron Maritain y Henri de Lubac en el siglo pasado. El hombre elimina a Dios para quedar de nuevo en posesión de la grandeza humana. Y cuando el hombre no cree en Dios se talla un ídolo. El genial novelista ruso Dostoievski escribe en su obra El adolescente: “El hombre no puede vivir sin arrodillarse. Si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo de madera, de oro o simplemente imaginario. Todos esos son idólatras, no ateos; idólatras es el nombre que les cuadra”. “Quien no cree en Dios, creerá en cualquier cosa”, dice Chesterton. El paganismo, con su idolatría politeísta, es una alternativa religiosa al cristianismo, siendo uno de los rasgos más marcados en el dirigismo cultural de nuestros días. Es la vida propia de los que obran como si Dios no existiera. El hombre, o es miembro de una religión o es idólatra. La actitud idolátrica es una constante en la historia religiosa de la humanidad. Quizás en la aberración inevitable de los que pierden, y sobre todo, niegan a Dios, este culto a los animales se suscite para llenar ese hondo abismo que en el alma deja la ausencia divina. 

Vivimos tiempos de menosprecio y tiempos de ídolos. Abundan el desprecio por la naturaleza humana y la fascinación desorbitada por el naturalismo colectivo. Algunos minerales están más protegidos que un embrión. El hombre se ha convertido en un muñeco entre el imperio de la técnica y su creciente deshumanización. Volvemos a los mitos y a esa panacea de la diosa Gaya. Concepciones incompatibles con la existencia de un Dios creador y eterno. En los sanfermines cunde la creencia de que los toros son criaturas de Dios sometidas al hombre. De los monstruos de Pokemon, hablaremos otro día.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 17 de julio de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/167282/opinion/idolos.html

Hegemonía del cinismo

Políticos que no vacilan en contradecirse ni faltar a su palabra o renegar de sus promesas y medios de comunicación ruinmente tendenciosos en el tratamiento de la noticia están agotando nuestra capacidad de asombro ante el cinismo oceánico esparcido tras la sentencia condenatoria de una forma cleptómana de administración autonómica. Socialista para más señas. Cobran vigencia en el panorama político los versos de Campoamor: En este mundo traidor nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira. La incoherencia, hipocresía, cinismo y hasta la mentira parecen sentar cátedra. Cátedra de insultante demagogia e impertinente amoralidad o, lo que es peor, de destructora desviación de los criterios más elementales del juicio sobre las cosas y las personas, sobre el bien y el mal.

Una hipócrita tropa de políticos, periodistas y tertulianos de menor cuantía, convencidos de que ya no hay certezas y todo es opinable, se lanzan a minimizar los efectos de la condena mediante una degradante casuística que persigue blanquear a corruptos de su cuerda. Portavoces del Gobierno con la sectaria encomienda de justificar lo injustificable vomitan su nauseabundo cinismo. Medios de comunicación que ya tenían dispuesto, sin confrontarlo con la realidad, su arsenal de dogmas para embaucar a una opinión pública cada vez más domesticada, como ovejas en la granja orwelliana. Periódicos que contienen en sus páginas solo dos verdades: la fecha y el precio. Periodistas que escriben al dictado y a quienes solo falta citar a Bielinsky, bolchevique de la primera hora: Todo el mal está a la derecha, todo el bien está a la izquierda. A todos se les nota que no hablan con la buena fe de un maestro de escuela, sino que argumentan con sofismas. Ni falta que hace poner un trabuco en sus manos. Con solo escucharlos o leerlos parecen bandoleros asaltando la verdad y la libertad. Porque la crisis de la verdad es hoy la de la libertad. Con personajes así difícil resulta que la nación prospere. Imposible que se ennoblezca. De ellos puede predicarse la descripción de Clemenceau sobre un farsante: No dice verdades pero se defiende con ardor.

Comparado con el de la Transición, el PSOE actual es como vino aguado echado a perder. Ha desterrado el sentido común de sus políticas y abandonado la lealtad hacia el constitucionalismo. Pretendiendo ser amo de España, será criado del comunismo y del separatismo. Todo se comprende si el histrión que manda allí confunde los intereses nacionales con sus facinerosas ambiciones. Con la misma terquedad con que don Quijote veía gigantes, los ministros Abalos y Celaá exculpan a Sánchez de los ERE. Pero aquél estaba loco. Dice un proverbio árabe que si alguien te engaña una vez, la culpa es suya. Pero si te engaña una segunda vez, es solo tuya. Sánchez dijo que venía a atajar la corrupción pero se esconde hipócritamente ante ella. Ojala no termine liberando presos como hizo el de La Mancha al toparse con la cuerda de galeotes. Aunque estaba loco.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 24 de noviembre de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/207290/opinion/hegemonia-del-cinismo.html

Fuente gráfica: Diario El Mundo.

Feliz y Santa Navidad

Todo sucedió de forma muy corriente, con absoluta normalidad. Un matrimonio joven consciente de que Dios les está marcando el camino; unos esposos seguros de que Dios no los abandonará y de que por muy complicadas que se pongan las circunstancias siempre habrá una sencilla solución para resolverlas. Qué sencillo fue aquél Hecho: “en un pesebre, porque no encontraron sitio en el alojamiento” (Lucas 2,7).

Es esa normalidad la que, en ocasiones, nos falta en nuestras vidas. La hemos sustituido por una complejidad próxima a la confusión que nos acarrea ceguera e inquietud. Las luces deslumbran; la luz alumbra. Las voces confunden; la voz orienta. El mirar o escuchar las cosas con naturalidad y con sosiego nos facilita mucho nuestra misión en la vida. Sin agitación ni apasionamiento, sin recelos ni desconfianzas; con reposada reflexión, con extraordinaria sencillez. Muchas veces, el riesgo está en vivir hacia el exterior y no mirar dentro de uno mismo. En toda utopía, el hombre aspira a ser el soberano absoluto. Por eso las utopías fracasan.  

El verdadero sentido de la Navidad es celebrar y rememorar el gran acontecimiento histórico que tuvo lugar en Belén: el Nacimiento de Jesús; el Dios-Hombre, símbolo de la nueva humanidad y de la vida nueva. La Navidad es una afirmación. Se afirma un hecho histórico de trascendencia universal: el nacimiento del Salvador, que es el Cristo y Señor nuestro. Es, además, un símbolo de la total renovación que Jesucristo trae a la tierra. Porque la transformación del mundo se realiza por la suprema virtud del Mesías, pero con la positiva cooperación de los hombres. De ahí el canto de los ángeles invocando a la colaboración humana: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

La Navidad es la solemnidad de la familia, pero es también la fiesta de la universalidad. Aunque la Pascua se concentra en la intimidad del hogar, no debemos olvidar el sentido ecuménico que tiene la acción salvadora del Hijo de Dios, propiciando la unidad de la estirpe humana. Salta del hogar a todo el planeta, sorteando todas esas creaciones temporales con que los hombres han parcelado el mundo. Nada más hogareño y nada menos nacionalista que la Navidad. Cuando Cristo nació, los pueblos se desconocían entre sí. Parecía una utopía el pensar en un mensaje para todo el orbe. Cristo es el primero que lanza su doctrina sobre las fronteras y envía a sus discípulos a establecer “su reino” hasta el último confín de la tierra.

Que la Venida del Niño Dios renueve profundamente nuestro interior. Revalidemos nuestra fe y desechemos las utopías. Hagamos de un pesebre un magnífico hogar y un cálido templo para la adoración del Niño Dios nacido en Noche Buena. “Si alguno me ama…, haremos morada en él” (Juan 14,23). Limpiemos nuestros corazones para que El pueda morar en nosotros, y pueda hacerse presente. Un Niño envuelto en pañales. “Y el Verbo se hizo carne y habitó en medio de nosotros”.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 22 de diciembre de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/208236/opinion/feliz-y-santa-navidad.html

Maestros

Durante la campaña electoral la política centrará la vida cotidiana y los españoles oiremos un sinfín de promesas… y de insultos. El protagonismo será de los políticos hasta que pasen las elecciones; al día siguiente, ellos se olvidarán de nosotros y nosotros de la política. Pero el problema crónico de España persistirá: la falta de maestros.

El maestro es la clave del arco del sistema educativo. Este se derrumba si la figura del maestro se debilita. La piedra angular del aula lleva tiempo agrietándose y amenaza ruina. Su firmeza, su autoridad, su dignidad como docente se está perdiendo. Cuando falta el buen profesor, difícilmente sobresalen los buenos alumnos. El buen profesor no es aquél que sabe mucho, sino aquél que sabe enseñar y, además, lo hace contagiando en el alumno la pasión por aprender y la curiosidad por saber. El maestro goza sacando al otro de la ignorancia y llevándole al conocimiento; también se preocupa en “mover” y estimular al alumno, que cuando sabe responder al estímulo alcanza un fecundo aprendizaje. Ser maestro es una vocación para compartir el conocimiento, la verdad, con el discípulo. Así, la acción de educar se convierte en un servicio a otro; en una aventura apasionante: para unos, enseñar; para otros aprender. Educar es el oficio que permite capacitar a las personas en todo su valor, no solo para ellas, sino también para los demás. Y el verdadero titular de ese oficio es el maestro, artesano de la enseñanza.

Hay quienes sostienen que la falta de autoridad en la escuela tiene origen en la falta de autoridad en el hogar y en la familia. Massimo Recalcati, autor de La hora de clase, explica que el pacto generacional entre docentes y padres se ha roto. El maestro como extensión de la paternidad en el aula suponía una soldadura de la alianza entre generaciones. Hoy, los padres se han aliado con los hijos y han abdicado de sus responsabilidades como padres. Son los profesores, quienes a veces humillados y en la soledad más absoluta, están haciendo de padres de los alumnos. La nueva alianza entre padres e hijos desactiva, según Recalcati, toda función educativa por parte de los adultos, que, en vez de apoyar el trabajo del profesorado, se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos. Con el fin de asegurar a éstos una vida sin traumas, fácil y exitosa, los padres exigen la abolición del obstáculo y de la dificultad que ponen a prueba a sus hijos. Denuncian la carga excesiva de deberes, culpan a los profesores de los fallos de los alumnos y ven en las sanciones e, incluso, en los suspensos ramalazos de autoritarismo, justificando su reclamación ante el claustro. Los padres, absorbidos por un falso igualitarismo, se confunden con sus hijos y acaban por aislar al cuerpo docente.

Hubo un tiempo en que se hacía el silencio en clase cuando un profesor asomaba por la puerta. Hoy la algarabía y el ruido han disuelto la auctoritas del maestro. No solo nos faltan estadistas, también maestros.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 3 de marzo de 2019 https://www.elimparcial.es/noticia/199006/maestros.html

Antigualla socialista

“Admitamos que han cambiado los tiempos: las ideas que teníamos los socialistas acerca de la religión y el clericalismo hace cincuenta años, no pueden ser defendidas en el día de hoy”. Quien así se expresaba era Paul-Henri Spaak, político socialista belga, que llegó a primer ministro en su país, y uno de los promotores de la integración europea, junto a aquellos políticos católicos como Adenauer, De Gasperi y Schumann.

Pedro Sánchez, secretario general de los socialistas españoles, ha regresado al pasado retrocediendo un siglo. Lo ha hecho proponiendo una de esas viejas ideas apolilladas y deshilachadas copiadas del manual anticlerical de León Gambetta. Propone cerrarle a Dios la puerta de la escuela española. Error histórico. Cuando Stalin quiso implantar el comunismo en la católica Polonia le advirtieron: “Es como ensillar una vaca”. Al final, la vaca terminaría por empitonar a todo el Soviet supremo en pleno. ¡Qué magnifico granjero fue Juan Pablo II! ¿Cuántas divisiones tiene el Papa? preguntaba con sorna el dictador asesino. Ninguna. Le bastó con una vaca polaca para derribar el muro de la barbarie, el terror y la tiranía.

Esta antigualla de socialismo conservado en formol y de instintos reaccionarios que abandera Pedro Sánchez se obstina en recuperar aquella vieja moda del laicismo del siglo XIX, de secularizar descristianizando. El laicismo certifica la incompatibilidad entre religión y democracia, entre fe y progreso y se afana por arrancar de la sociedad y del individuo la raíz de lo trascendente y de todo lo sobrenatural. Es una ideología netamente totalitaria que, bajo máscara de neutralidad, pretende expulsar la religión del espacio público y ocuparlo alumbrando una religión sustitutoria: la del Estado. Lo más curioso de este socialismo de ayer es su sectarismo, que le lleva a señalar solo a la fe católica, no a las demás. A lo mejor es que piensan que es la verdadera. Al dirigente del PSOE le regalas un décimo de lotería de Navidad o del Niño y seguro que te lo rechaza por la imagen con motivo religioso que tradicionalmente acompaña al número. Sánchez debe ser tan laicista que por no creer quizás no cree ni en su propia suerte.

Pretender recluir la fe en los templos, en las sacristías, lejos de los parlamentos, de las empresas, de las universidades, de las escuelas, del arte es como enjaular a un pájaro. No puede volar. La fe si no discurre por las calles y plazas no es fe. Si se impide su proyección pública no vuela hasta el Cielo. Y los cristianos tenemos la osada intención de querer llegar al Cielo con dos alas: la razón y la fe. Si nos cortan una, atentan contra nuestra libertad. A ver si va a resultar ahora que Sánchez está por la labor de enjaular a las aves y privarles de su libertad. Lo mismo pretende también afeitar los cuernos a las vacas ¿Será un liberticida? De continuar así, socialista y liberticida van a ser sinónimos. ¡Cuántas semejanzas tienen los apellidos Sánchez y Vázquez! ¡Pero qué diferencia entre uno y otro. La misma que hay entre lo nuevo y lo viejo.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 26 de 0ctubre de 2015. https://www.elimparcial.es/noticia/157463/