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Sainz

Hace más de un siglo, Filippo Tommaso Marinetti escribió: “un automóvil de carreras, con su radiador adornado de gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo, un automóvil que ruge, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia”. La rotunda y sonora frase pertenecía a un artículo que fue portada del periódico Le Figaro bajo el título El Futurismo. Nacía así un movimiento artístico de vanguardia original, rompedor con la tradición, con el pasado y con lo convencional. Pero también anunciaba que la proeza es un buen conductor de arte. Batir récords es toda una proeza. Y el escritor francés Jean Giraudoux relató como máxima que los héroes de los cuentos de hadas se pasaban la vida batiendo récords.

Hoy en Silverstone, Carlos Sainz ha vivido un cuento de hadas. Con su rugiente automóvil Ferrari tan rápido como la metralla ha protagonizado una proeza y ha obtenido una victoria, su victoria, que tanto tiempo llevaba persiguiéndola, una feliz victoria y tan bella como la de Samotracia. Y ha roto con nueve años de sequía de triunfos españoles en la Fórmula 1, dinamitando esquemas y quebrando todos los pronósticos, en especial, los favorables al neerlandés Verstappen. Ciento cincuenta carreras con la de hoy, y sus veintisiete años, marcan la trayectoria del piloto español en los grandes premios de Fórmula 1.

La de Sainz ha sido una victoria muy trabajada y de continuo esfuerzo. Esfuerzo tras esfuerzo para lograr triunfo tras triunfo. Porque a través de una carrera desfilan triunfos parciales que completan el triunfo total. Y para lograr todos es necesario un abnegado y silencioso esfuerzo de disciplina e inteligencia (la precipitación es hija del mejor deseo), pero también de confianza en uno mismo. Así ha obtenido su premio, primero, insistiendo con constancia en el dinamismo de su posición, sin abatirse por contratiempos ni desconcertarse por contrariedades. Luego, abriendo hueco entre sus perseguidores, sin caer en el engañoso limbo de la primera posición ni cegarse por sus prósperos movimientos; y, finalmente, perseverando en el empeño, sin desfallecer hasta acabar bien lo emprendido y haber alcanzado la victoria final. El esfuerzo ha sido también colectivo; de quien estaba al volante y de quienes se hallaban en boxes: estrategas y, por supuesto, mecánicos. Cuenta Jacinto Miquelarena en su obrita Stadiumnotas de Sport que el deporte empieza verdaderamente en los hombres del aire, en los icarios…almas nuevas y frescas en cuerpos de mecánicos, un poco arcaicos, de garajistas, de maníacos del invento, de iluminados”. A todos les ha guiado la misma intención y el mismo afán: la victoria.

Sainz ya ocupa su lugar de honor en la galería de las glorias deportivas españolas. Perfiles de excelentes deportistas consagrados al deporte con su voluntad, tenacidad, constancia, energía, disciplina y, sobre todo, humildad. Esa elegante humildad que se trasluce cuando al narrar sus conquistas hablan de la suerte y ocultan el esfuerzo. A diferencia de la de Samotracia, la victoria de hoy tenía sus dos brazos al volante.

Democracia estéril

El hombre de nuestro tiempo, horrorizado por la espantosa crueldad del fascismo y del socialismo real, no toleraría un regreso a la barbarie. Pero podría conformarse con ciertas formas expeditivas de gobierno, siempre y cuando salven la apariencia de democracia. Asistiríamos a una nueva versión del totalitarismo, no tan agresiva y sin brutalidades como aquellas soluciones radicales de naturaleza colectivista del siglo XX, que avasallaron la dignidad del hombre y su libertad, sino una versión de seda, que acabe imponiendo que lo inexplicable se convierta en norma. Esta conformista actitud explica la angustiosa tendencia de Occidente a taparse los ojos ante las nuevas formas de tiranía.

El Evangelio de San Mateo contiene un pasaje acerca de la higuera estéril. Se trata de una metáfora sobre los fariseos, maestros de la ley, que no daban buen fruto a causa de su falta de fe. La enseñanza es que una higuera cubierta de hojas pero sin fruto, tiene la apariencia de vida pero no la vida. Por el contrario, el almendro es el árbol vigilante porque es el primero que florece en primavera. Es como si estuviera de guardia. A las actuales democracias les sucede lo mismo que a la higuera estéril. Resulta que el pluralismo partidista es evidente. El mecanismo de elección de representantes funciona correctamente. El respeto a la minoría está asumido. En suma, la robustez y vitalidad del sistema son buenas en apariencia. Sólo en apariencia. Tras este aspecto formal, de escaparate del edificio democrático, se halla el núcleo esencial de la democracia sobre el que se cierne el riesgo de la desviación totalitaria.

Los primeros síntomas del virus totalitario se manifiestan contra los derechos y libertades, restringiéndose por el poder con signos patentes de tutelaje y abuso. Se atropellan las libertades de expresión, de conciencia, religiosa, de educación… La carcoma totalitaria devora sutil pero severamente el edificio democrático. El intervencionismo estatal se torna hegemónico y mengua el terreno de la sociedad civil. Se dinamita la independencia de los medios de comunicación y del Poder judicial. Paulatinamente se impone el silencio de la opinión pública y se enturbia la transparencia en la gobernación de los asuntos generales. El cerco se cierra mediante la perversión del lenguaje que elabora una realidad emergente con novedosos significados. Es el nuevo caballo de Troya que penetra en las ciudadelas de hogares y aulas preñado de pensamiento débil y políticamente correcto a fin de tapar las verdades objetivas y absolutas. Aun así, lo que se muestra sigue siendo sugerente y fascinador.

Este inquietante proceso se gesta y desarrolla en nombre del progreso y la libertad. Por ello, las sociedades, adormecidas por el opio de una falsa normalidad, sucumben fácilmente al engaño, sin sospechar que mediante apariencias están siendo manipuladas. La gran lucha de nuestro tiempo se está librando contra esa apariencia de democracia que pretende secuestrar la libertad. Los ciudadanos no debiéramos conformarnos con la apariencia, sino aspirar a lo genuino y verdadero. Seamos, pues, como el almendro, un árbol vigilante y en guardia.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 16 de octubre de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/244313/opinion/democracia-esteril.html

Amor y no sexo

En los setenta del pasado siglo se creó el mito de una juventud impaciente por desarrollar su vida sexual y de la castidad como expresión de un medievalismo desfasado. Se aceleró la “revolución sexual”. Eran los vientos que soplaban desde el Mayo del 68: no tanto transformar la sociedad civil, como destruirla.

Cincuenta años después, el sexo vuelve a ser una prioridad, con la diferencia ahora de que no es durante la etapa juvenil, sino en la etapa infantil. Varios Ayuntamientos barceloneses han organizado encuentros formativos de contenido sexual para niños, adolescentes y jóvenes. En el municipio de Vilasar de Mar se celebró una yincana para jóvenes de entre 12 y 30 años centrada en la educación sexual y entre cuyas actividades destacaba la colocación de preservativos en un palo o reproducir posturas del Kama-sutra. En el municipio de Tarrasa se organizó un taller para niños de entre 6 y 12 años, de travestismo. El objetivo era lograr que “los niños crezcan sin prejuicios”. La ministra de Igualdad, Irene Montero, dijo en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados que “Todos los niños, las niñas, les niñes de este país tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento”. Los descritos episodios no han levantado tanta polvareda como sí el vídeo, masivamente difundido y aireado, de los colegiales del Mayor Elías Ahuja asegurando a las colegiales del Mayor Santa Mónica un encuentro sexual en una capea organizada entre ambos colegios. Y es que como decía Septimio Severo hay dos clases de ceguera que se combinan fácilmente, la de aquellos que no ven lo que es y la de aquellos que ven lo que no es.

La sexualización de la infancia a cargo de organismos infortunados y dirigentes públicos descerebrados es una precipitación en el ritmo de aprendizaje y formación del niño. A los 8 o 10 años no se tiene inquietud alguna sobre un tema como el sexo. Corremos el riesgo de que en nombre del progreso saturemos a los niños con sexo creando adultos confundidos y extraviados. En esta sociedad se ha creado un tremendo vacío moral bajo el dogma progresista de “quien se opone a mis deseos atenta contra mi personalidad”. Algunos parecen actuar espasmódicamente lanzados hacia un desenfrenado hedonismo. Hay posiciones de izquierdas infumables hasta por las “normales” gentes de izquierdas. Para el desarrollo infantil, resultaría más conveniente hablar de amor y de enamorarse. El amor, el interés por la criatura amada es lo que más humaniza al hombre. El vicio cuenta con una buena prensa. El amor, el simple y maravilloso amor, origina risas y protestas. Según Pascal, de nada sabemos todo y es que al hombre le es necesario el sentido del misterio. A fuerza de tanta sorpresa, terminamos por no asombrarnos ya de nada y por no apreciar nada por hermoso que sea. Bien lo afirmaba el gran Ruano: “el amor empieza en un presentimiento que al hacerse sentimiento es ya conocimiento”.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 9 de octubre de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/244044/opinion/amor-y-no-sexo.html

El compromiso sociopolítico de un cristiano

A una villa francesa llamada Tornay llegó cierto día un viajero. La villa celebraba una gran fiesta y estaba vestida de gala. Banderas y colgaduras engalanaban calles y casas. Júbilo y alegría reinaban en el municipio. ¿Qué ocurría? se preguntaba el visitante. Algo importante sucede, se decía, y cuando inquirió a un habitante cuál era la causa de aquél regocijo, recibió esta respuesta: Hoy hace 53 años que comenzamos a luchar en las elecciones, y al cabo de más de medio siglo, por primera vez llevamos una mayoría católica al Ayuntamiento.

En 1909, el que fuera primer presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Angel Herrera Oria, decía que en España se lamentan los católicos porque el Parlamento elabora leyes impías. Pero ¿qué os pensabais, que nuestros adversarios se habían de molestar y trabajar haciendo leyes a nuestro gusto y medida? ¡Id a las urnas, disputadles los escaños y dejad de lamentaros! Estamos los católicos españoles un tanto dormidos para la lucha política y es necesario que despertemos, que iniciemos una reconquista lenta, difícil, llena de sudores y fatigas, pero necesaria, imprescindible, impuesta por nuestra fe. No nos importen las derrotas, proseguía Herrera, no desmayemos. Siempre adelante. Como en Tornay. Por supuesto, que hay que luchar en las elecciones. Si es preciso, 53 años como los tenaces católicos de Tornay. Pero también en los demás campos de la vida pública, porque si no participamos en ella, si no acudimos allí donde se ventilan las grandes cuestiones humanas, cito, de nuevo a Herrera, ¿por qué lamentarnos luego? ¡Ay católicos españoles¡ ¿Toda la culpa es de los gobiernos? ¿No tenemos también algo de culpa nosotros, más prestos a protestar que a hacer eficaces nuestras protestas? Nosotros mismos podemos remediar muchos de nuestros males y hacer más fructíferas nuestras pretensiones. Nuestra es, pues, la culpa. No tenemos derecho a quejarnos. ¿Qué hacemos? Nada o casi nada. Parece que apenas nos importa lo que ocurre. Acostumbrados como estamos a dejarnos avasallar, no nos preocupa, o preocupa muy poco, el avance imparable del laicismo con sus propósitos de echar a Dios de la familia, de la escuela, de la sociedad. ¡Qué vergüenza para nosotros¡ ¡Qué infamia la nuestra¡ ¿Por qué no protestamos? ¿Por qué no nos oponemos como un solo hombre a esa obra de destrucción de lo trascendente?

De estas certeras y deslumbrantes palabras de Herrera Oria debiéremos extraer dos conclusiones: 1. Que los católicos debemos involucrarnos en la política. 2. Que los católicos debemos estar siempre en campaña electoral.   Pero ¿cómo debemos actuar los cristianos en el espacio público? ¿Cómo ha de ser nuestro compromiso sociopolítico? En la vida pública, los católicos debemos cumplir con dos deberes, el de conciencia y el de coherencia;  y ejercitar un derecho, la libertad. Ello se traduce en una exigencia moral de gran envergadura como es ser responsables y adoptar tres actitudes prácticas: comprometernos, participar y dialogar.

Deber de conciencia.

Un gobernante, sea católico o no, debe rendir cuentas de su gestión a los ciudadanos pero también a su conciencia. Un gobernante ha de obrar en conciencia. Ha de ser fiel a la propia conciencia, aunque se dure poco en política. Porque cuando uno se decide a entrar en la vida política, debe saber hasta donde está dispuesto a ceder. Uno no puede ceder tanto que pierda su identidad o que le haga irreconocible, simplemente para alcanzar el poder o perpetuarse en él. Como ciudadanos católicos debemos actuar en el espacio púbico con todos los medios legales y legítimos, entre ellos la objeción de conciencia. Antígona es la primera objetora de conciencia, pues frente a Creonte, obedece a Dios antes que a los hombres. Antígona explica a Creonte que ha desobedecido porque las leyes humanas no pueden prevalecer sobre las divinas y se muestra orgullosa de ello y sin temor a las consecuencias. Así debemos obrar los católicos en el espacio público, sin temor a las consecuencias.

Deber de coherencia

Consustancial al cristiano es manifestar su fe al exterior, es ser testigo. Id por el mundo y sed mis testigos, nos exhorta el Evangelio, Por ello, jamás debemos encerrarnos en las sacristías, sino que debemos ser coherentes con nuestra fe y dar testimonio tanto en la vida privada como en la pública. No puede olvidarse que somos miembros de la Iglesia católica y a la vez somos ciudadanos del Estado. Y en nuestra condición de ciudadanos, estamos directamente comprometidos en el orden temporal. Por ello, nuestra misión de ciudadanos no puede dislocarse de la de cristiano, y las dos perspectivas no pueden disociarse. A esto se le llama deber de coherencia. Coherencia es también mantenernos unidos en torno a la columna vertebral de la Iglesia católica: el Papa y los obispos en comunión con él y de ser fieles a su Magisterio.

Ejercitar la libertad.

Dijo el político inglés, Thomas Paine, que quienes aspiran a gozar de los beneficios de la libertad deben soportar la fatiga de defenderla. La Iglesia Católica está donde ha estado siempre: En el Evangelio. Es la única que, separando perfectamente lo temporal de lo espiritual, supera las fronteras nacionales y enlaza a todos los hombres por vínculos superiores a los meramente políticos. Por eso constituye un aliado indispensable en la defensa de los derechos del hombre y en las demandas por la libertad. Por tanto, frente a las amenazas y riesgos contra la libertad y dignidad del hombre, los católicos debemos adoptar una actitud de denuncia constante y sistemática. Un clamor popular para que nuestra voz se oiga. Benedicto XVI dijo que los católicos tienen derecho a que se oiga su voz en el debate público de la sociedad, en todo, ya sea enseñanza, clonación o el precio de las flores. Es un derecho que les asiste por encima de los slogans laicistas. Es a la vez un compromiso marcado a fuego en sus creencias.

Compromiso

No son tiempos de imitar a Pilatos y lavarnos las manos abdicando de nuestras responsabilidades cívicas. Menos aún cuando los católicos somos indispensables en esta humanidad en crisis, que poco a poco va resbalándose por una peligrosa pendiente. Y lo somos, por ser inmunes a falsas ideologías que tratan de anegar el mundo con el diluvio materialista y ganar terreno a través de una vastísima siembra de relativismo y odio. Tenemos, por tanto, el deber de no ignorar ni abandonar la acción social y pública. En la reciente Instrucción pastoral “Iglesia, servidora de los pobres”, uno de los objetivos para eliminar las causas estructurales de la pobreza es cultivar con esmero la formación de la conciencia sociopolítica de los cristianos, la conciencia social de la que tanto hablaba Herrera Oria; de modo que sean consecuentes (coherentes, coherencia), con su fe y hagan efectivo su compromiso de colaborar en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales.

Participación.

La Encíclica Pacem in terris de Pablo VI considera que la participación de los ciudadanos en el poder es una exigencia cierta de la dignidad humana, de forma que los hombres puedan dedicarse con pleno derecho a la vida pública. La participación del cristiano en la acción política ha sido una de las muchas formas a través de las cuales se ha comprometido con el mundo. El Concilio Vaticano II refuerza la idea de que los fieles laicos no pueden abdicar de la participación en la política; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común, que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto a la vida humana y al medio ambiente, la justicia y la solidaridad. No servimos a nuestra nación -de hecho, la debilitamos intelectualmente- si hacemos dejación de nuestros principios o no nos atrevemos a hablar con convicción por un erróneo sentido de buena educación.

Diálogo

Los cristianos también debemos dialogar con quienes no piensan o no creen como nosotros. Debemos promover un auténtico diálogo con el mundo de hoy. Debemos superar los conflictos abriéndonos al diálogo y aceptar la razón compartida como base de la convivencia fraterna. Hay que buscar la verdad y compartirla; acompañar a los que dudan, a los que no creen, a los que transitan sin rumbo por la vida; a los que no ven a Dios pero le buscan a todas horas. No seamos simplemente una alternativa encerrada en una torre de marfil, no seamos gueto ni fortaleza asediada, salgamos a la plaza pública a dialogar.

Este debiera ser nuestro compromiso sociopolítico como cristianos. Sin perder de vista que al mismo tiempo que construimos la ciudad terrena vamos construyendo también la ciudad eterna. El tiempo es nuestra circunstancia pero la eternidad es nuestro destino.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en la revista La Rambla en noviembre de 2016.

A por los ricos

Uno de los documentos más enérgicos de la Revolución bolchevique, firmado por Lenin y Stalin y publicado el 31 de mayo de 1918 en Pravda, comenzaba así: “¡Obreros y campesinos, honrados ciudadanos trabajadores de toda Rusia! Estamos ante las semanas más difíciles. El pan escasea en las ciudades. La población proletaria está preocupada por su destino. Los enemigos del pueblo se aprovechan de la penosa situación, que ellos mismos han propiciado, para sus propios fines criminales, siembran la confusión e intentan arrebatar el poder de manos de los obreros y campesinos. Los antiguos generales, los terratenientes, los banqueros levantan la cabeza. Tienen la esperanza de que el pueblo, en su desesperación, les permitirá adueñarse del poder en el país”.

Bajo la habitual pitada contra Sánchez, advertía éste en la puesta de largo de esa cínica y cursi campaña de Somos el Gobierno de la gente, de la existencia de unos poderes oscuros que maquinan contra él: los grandes empresarios, las terminales mediáticas y los banqueros, reduciendo a todos en el saco de la derecha política, económica y mediática, que se mueve por los intereses particulares de unos pocos. “Igualico, igualico que el difunto de su agüelico”, sentenciaba la abuela de Agamenon, aquél conocido personaje de tebeo del pasado siglo. Sánchez, como nieto ideológico de aquellos tatarabuelos creadores de la espantosa Rusia soviética, también emplea ese viejo recurso, propio del totalitarismo, consistente en espolear el miedo ante un supuesto enemigo presente. Evidenciando así un vicio propio de dirigentes políticos incapaces con su gestión de generar confianza y credibilidad entre la ciudadanía, necesitando, por ello, de urgentes “adhesiones inquebrantables”.

Cierto es que Sanchez no ataca a sus enemigos con bayonetas, como sí sus antepasados comunistas. El los combate mediante impuestos. Primero fue el impuesto a la banca y a las empresas energéticas; ahora anuncia un impuesto a los ricos. La incertidumbre generada ante este nuevo “impuestazo” es qué se entiende por rico. Porque de continuar Playbol, la empresa del padre de Sánchez, mejorando su cuenta de resultados, el hijo terminará dándole un sablazo al progenitor al gravar fiscalmente a contribuyentes acaudalados. Salvo que la ministra de las cuentas y los cuentos invente una exención fiscal para “nuevos ricos”, por ejemplo, aquellos que, del 2020 en adelante, al socaire del sanchismo, han medrado hasta engordar su patrimonio. Otra alternativa que le queda al padre es adherirse a la explicación que Angel Ganivet apunta en su Idearium español: “el ocultar la riqueza a las investigaciones del fisco es un acto social tan instintivo como el de cerrar los ojos ante el amago de un golpe”.

A la izquierda nunca le ha gustado que el dinero fluya en los bolsillos de los ciudadanos, sino que prefiere administrárselo, planificando a su antojo el Estado del bienestar a base de sectarismo, demagogia, ineficiencia y despilfarro. Y es que no solo ricos y millonarios, también obreros, agricultores, autónomos, incluso, estudiantes, están hasta la coronilla de este Gobierno, en el que hay más gente que personas.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 25 de septiembre de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/243403/opinion/a-por-los-ricos.html

El controlador

En un debate televisado durante las elecciones presidenciales de 1980, Ronald Reagan le espetó a Jimmy Carter: “Usted es como el curandero que se enfada cuando aparece un médico con un tratamiento que funciona”. Durante el último debate del Estado de la Nación, Pedro Sánchez reprochó al líder de la Oposición, Alberto Núñez Feijóo, que formulara el “diagnóstico del curandero que no dispone de datos y se beneficia de la enfermedad”, por asegurar el líder del PP que la inflación que padecemos “está provocada por el Gobierno y que con otro Gobierno no hubiera pasado”.

Más de tres meses después de aquel reproche, Sánchez no puede controlar la inflación, que continúa desbocada siendo la protagonista del escenario económico nacional. El Gobierno es incapaz de actuar como un bienhechor médico que, aplicando el tratamiento efectivo que funciona, combatiera la enfermedad y obligara a la inflación a hacer mutis por el foro. Y para mayor agravamiento, el mismo Gobierno insiste en un incremento de la presión fiscal, cuando no sólo la Oposición, sino también algunos barones socialistas no alineados con las tesis de Moncloa, se afanan por aliviar la carga tributaria sobre los sufridos ciudadanos mediante bajadas de tipos impositivos. El curandero enfadado tacha de “insolvente” a Feijóo y de “brujos fracasados” a quienes sostienen que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos. Si para sostener el Estado del bienestar hacen falta impuestos, también resulta necesario gastar con eficiencia. Sobran esos inútiles Ministerios y toda una legión de asesores que ni siembran ni recolectan. Por no hablar de la sanidad pública, cuyo modelo de gestión, heredado del franquismo, resulta ineficiente.

Viendo sus mañas, puede decirse de Sánchez que recuerda mucho a Franco. Al igual que el dictador, le gusta mandar y tener todo bajo su férreo control. Sánchez es un controlador nato. Desea dominar las instituciones: la Fiscalía, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Banco de España, el INE, Indra, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, RTVE, la SER y el resto de la prensa. Y, a través del centralismo fiscal, persigue manejar todo el sistema de financiación autonómica, esto es, todas las Comunidades Autónomas.

Decía don Gregorio Marañón en sus Ensayos liberales que “ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fé sino ejercerla, de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio, o como, por instinto, nos resistimos a mentir”. Sánchez, como Franco, no es liberal. Si bien, Franco podía nombrar obispos, pero Sánchez no. Por ahora.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 2 de octubre de 2022 https://www.elimparcial.es/noticia/243734/opinion/el-controlador.html

Cervantes hoy y siempre

Cuenta Miguel Herrero García en su obra Vida de Cervantes que “el día del bautizo de Cervantes bañaba la ciudad de Alcalá de Henares un sol otoñal tibio y dorado”. Días antes, el 29 de septiembre de 1547, nació un personaje inmortal para España y también para la Humanidad. Su prolífica obra literaria culmina con la mejor novela que ha producido el género humano, El Quijote, de la que Vicente Blasco Ibáñez diría “es la biblia de nuestra raza y representativa del espíritu español y del espíritu de toda la Humanidad”. Los ingleses lo saben muy bien, ya que la veta mejor de su novela (Fielding, Dickens), se deriva de Cervantes, quien en opinión del filósofo Higinio Marín, da sepultura a una época, una vez que se había hecho obvio lo delirante que era creer lo que decían los libros.

En esa eterna obra, el héroe de Lepanto separó en absoluto la justicia española de la justicia vulgar de los códigos y tribunales: la primera la encarnó en don Quijote y la segunda en Sancho Panza. Los únicos fallos judiciales moderados, prudentes y equilibrados que en el Quijote se contienen son los que Sancho dictó durante el gobierno de su ínsula; en cambio, los de don Quijote son aparentemente absurdos, por lo mismo que son de justicia trascendental: unas veces peca por carta de más y otras veces peca por carta de menos; todas sus aventuras se enderezan a mantener la justicia ideal en el mundo; y en cuanto topa con la cuerda de galeotes y ve que allí hay criminales efectivos, se apresura a ponerlos en libertad. Confirma Angel Ganivet en su Idearium español que “las razones que don Quijote da para libertar a los condenados a galeras son un compendio de las que alimentan la rebelión del espíritu español contra la justicia positiva”.

En sus críticas y denuncias Cervantes siempre se manejó magistralmente con humor. El humorismo, signo de aristocracia espiritual, es acaso, la más sutilmente humana de las manifestaciones de la literatura. El maestro Indro Montanelli enumera “los medios que el hombre ha inventado para destruir una doctrina y defender otra: el análisis, la crítica de textos, el relato, el diálogo, el apólogo, la sátira, la anécdota, la caricatura. Todo ello manejado con agilidad de palabra y de mente”. Una profunda manifestación del humor cervantino es el tratamiento que en la narración se otorga a Rocinante, único caballo de la literatura que, según Gerald Brenan, tiene individualidad. De Rocinante se conocen no sólo los mínimos detalles de su anatomía, sino su carácter y costumbres. Se sabe cómo solía correr y hasta cómo dormía, en amistad con el rucio de Sancho Panza. En episodios, como el de los yangüeses, una humorada de Rocinante es la causa de todo. De muchas desventuras de don Quijote tiene la culpa él. Todo ello es algo más que una casualidad o un capricho.

Decía Cervantes que la valentía es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos como son la cobardía y la temeridad. “Entre cobarde y temerario está el justo medio de la valentía” proclama Sancho Panza. Y Cervantes fue valiente al criticar y denunciar los males de una época que, por intemporales, se padecen también en cualquier momento. En la hora presente debemos ser valientes para erradicar la maldad que nos acecha. Para denunciar a cuantos disparatados “atienden solamente a deleitar y no a enseñar”, persuadiendo de que “el sol no alumbra y el hielo no enfría”. “Ni razón de Estado ni modos de Gobierno”. “Más falsos que El Quijote de Avellaneda”.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 18 de septiembre de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/243122/cervantes-hoy-y-siempre.html

Farsantes y golfos

Afirmaron representar a todo un pueblo enfurecido y sediento de justicia que pretendía asaltar el salón del trono. Comenzaron con la tabarra de la nueva política. Y sentenciaron al bipartidismo, especialmente, a la Transición, como vieja política. Garantizaron que venían a regenerarnos y han resultado ser ellos unos degenerados. Se mostraron como verídicos cuando han obrado como farsantes. Siempre sospechamos de lo raquítico y sectario de su proyecto cuando su ocurrencia de gala aseguraba que el camino más corto entre dos puntos es la línea curva y no la recta. Caminos torcidos trazados por vengativos guías que pretendían darnos continuamente lecciones morales de ida y vuelta. Vacíos de ideas pero afamados en el postureo ideológico, implantaron una locura colectiva de odio y revancha.

El conocimiento y la sabiduría enseñan que la experiencia y la costumbre son opuestas a la utopía. Y estos utópicos mentecatos, ni eran expertos en nada ni estaban acostumbrados a trabajar. Y claro, sus engaños no han resistido el baño de la realidad. Con propuestas caducas, viven de espaldas a su tiempo olvidando esa máxima de “sé de tu día y serás de siempre”. Ya no sorprende que antes se atrape a un podemita que a un cojo. Tropa de mangantes, pintureros, gorrones que solo saben gritar y escupir. Han cometido el error más peligroso en todo movimiento humano: pasarse de listo. Y es sabido que pasarse de listo es empezar a ser tonto.

Nuestro refranero contiene el mayor canto a la desconfianza ante esta turba: “Piensa mal y acertarás”. Inmejorable eslogan para definir la impresión de hartazgo que se ha instalado en la conciencia colectiva de millones de ciudadanos ante toda aquella legión de titiriteros y perroflautas, conocida de manera elegante como Movimiento 15-M, debido, decían ellos, a una crisis de representatividad. Vulgares chorizos aspirantes a condenar a los españoles a la mansedumbre del rebaño mientras ellos llenaban sus bolsillos.

En su clarividente ensayo, Sobre la libertad, Stuart Mill expuso cuatro razones por las cuales una sociedad libre necesita la libertad de expresión: la primera y la segunda dicen que las opiniones contrarias pueden ser verdaderas o verdaderas en parte. Por tanto, es conveniente que sean oídas a fin de corregir los propios errores. La tercera y la cuarta razones sostienen que, aunque las opiniones contrarias sean erróneas, sin embargo, conviene divulgarlas ya que pueden servir para que la gente recuerde la verdad, evitando que, con el tiempo y a falta de discusión, la verdad corra el riesgo de olvidarse y perderse.

Tras más de una década, nuestra democracia con su gratificante libertad de expresión ha testado a Podemos. Hoy sus líderes están cuestionados: La mayor parte, electoralmente; otros, judicialmente. Pero todos arruinados moralmente como cínicos con su originario icono a la cabeza que, tras abandonar Vallecas por un aburguesado chalé en la sierra de Madrid, tuvo que dejar la política por falta de apoyo popular. Lo sorprendente no es lo golfos que son, sino lo rápido que han aprendido a serlo.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 26 de junio de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/240430/opinion/farsantes-y-golfos.html

¿Por qué las civilizaciones se suicidan?

¿Debe respetarse la decisión de un enfermo terminal que ha decidido someterse a un procedimiento eutanásico? ¿Debe impedirse a una persona desesperada arrojarse al vacío desde la azotea de un rascacielos? ¿Es la vida un bien a proteger siempre? ¿Por qué es delito destruir nidos de golondrina o robar huevos de cría de aves? ¿Por qué se despenaliza el aborto? ¿Es cruel una corrida de toros? ¿Y descuartizar a un feto en el seno materno? ¿Empieza a primar sobre la vida el antojo del yo?

Los expertos ya alertan del riesgo que para la economía mundial supondrá en unos años el envejecimiento de la población. Según datos de la Organización Mundial de la Salud en 2030, una de cada seis personas tendrá 60 años o más y el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años aumentará un 34%, sobrepasando al porcentaje de adolescentes y jóvenes en 2050. La consecuencia económica de este inquietante escenario es menos demanda y menos crecimiento del Producto Interior Bruto. Correlativamente a ello, menos gasto público en materias como pensiones, sanidad o educación. Algunos países ya han comenzado a activar políticas tendentes a paliar los problemas que se avecinan. Paradigmático fue el caso de China, que suprimió en 2015 la imposición del hijo único y recientemente ha elevado de dos a tres el número de hijos permitidos por pareja. Otros países, especialmente europeos, promueven ayudas por hijos o posponen la edad de jubilación en varios años. ¿Será suficiente?

Existen cálculos que indican que desde finales de los sesenta y primeros de los setenta, en que se legalizó el aborto (Reino Unido, 1967; Finlandia 1970; y Dinamarca, 1973), hasta hoy, la población de Europa se habría incrementado en más de 100 millones de habitantes. Actualmente, los europeos representan solo el 8% de la población mundial. Lejos del 20% que representó a principios del siglo XX. Se calcula que para 2050, la población de Europa representará tan solo el 5% de 10.000 millones de seres humanos. Una pequeña minoría que ¿quién sabe? no se verá abocada a la insignificancia y, posteriormente, a la desaparición. La Historia nos muestra episodios de suicidios de civilizaciones.

En España, también padecemos un grave problema de envejecimiento poblacional, de despoblación en áreas rurales y, por ende, de sostenimiento del sistema público de pensiones y del gasto público en sanidad y educación, además de riesgos evidentes que se ciernen sobre la economía. Sin embargo, no solo no se impulsan políticas de fomento de la natalidad, sino que bajo la justificación del ficticio derecho a la salud reproductiva de la mujer, llevamos años abriendo más y más la puerta de la legalidad a prácticas abortivas, al mismo tiempo que se difunde una cultura de la muerte humana que parece tener mejor prensa que la muerte animal. Una sociedad que se escandaliza por el sacrificio de un perro llamado Excalibur, pero permanece de verbena ante el aborto o la eutanasia es una sociedad desesperada que marcha directamente al precipicio. O sea, al suicidio.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 29 de mayo de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/239386/por-qu-las-civilizaciones-se-suicidan.html

La política maleducada

Resulta alarmante el sectarismo que rezuman algunos párrafos redactados en los libros de texto con los que serán adoctrinadas las próximas promociones de escolares españoles. Frente a ello, cabe advertir de los riesgos de un sistema educativo politizado. Pero ya que hablamos de educación y política, convendría detenerse en otro mal que aqueja a España: la política maleducada. Si la educación no ha de ser politizada, la política sí ha de ser educada.

La tentación de generalizar suele ser irresistible, pero con ánimo de no caer en ella, podría afirmarse que el nivel de cortesía parlamentaria en nuestra democracia ha descendido paulatinamente en los últimos años, revelando que la mala educación se ha adueñado del escenario político y amenaza con dinamitar la convivencia democrática. Al mismo tiempo, se ha incrementado el número de diputados y senadores con precario bagaje intelectual o académico. Incluso, asistimos a la inquietante proliferación entre los parlamentarios de títulos universitarios simulados, otra descarada inmoralidad de nuestra clase política, que hace tiempo dejó de ser ejemplar. Si la mayoría de ella tuviera que prescindir de su oficio, difícilmente encontraría un medio digno con que ganarse el sustento.

La grandeza y, a la vez, miseria de la democracia es que cualquier tipo achulado con tendencia a la vulgaridad demagógica y al grosero epíteto, propios de un agitador encaramado en una tribuna, llegue a erigirse en representante legítimo de la soberanía nacional. No se trata de imponer restricciones a la representación popular, pero sí convendría para la higiene y la salud públicas exigir cierto nivel de preparación, instrucción y educación a la hora de ejercer el noble y olvidado arte de la política. Si a ello se sumara un pétreo revestimiento moral con que cubrir el perfil del servidor público, podríamos concebir, por fin, el ejercicio de la política, no como una agencia de especulación en busca de rendimientos pingües, ya sea en preeminencias personales, ya sea en frutos pecuniarios, es decir, corrupción, sino en el alto sentido de una esmerada entrega al servicio del Bien Común, además de una ilustre categoría dentro de las más notables disciplinas de la mente humana.

Llevamos un tiempo en que el Parlamento parece campo abonado para una vastísima siembra de ignorancia y odio. Ambos elementos encuentran su mejor acomodo entre mentes escasamente preparadas y en exceso toscas, además de perturbadas por una saturada ideologización de la vida pública. ¡Qué necesario es el sosiego entre los dirigentes de los partidos políticos que permita mantener serenos los nervios ante una campaña electoral que se avecina flanqueada por el revanchismo de los unos y la tolerante condescendencia de los demás! Pero más necesaria es aún la coherencia de quien acuna los destinos de los españoles, ayuno de sentido político y de sentido moral. Porque quien dice ser presidente del Gobierno de España no puede sostenerse en su cargo aupado en las manos de quienes desean el derribo la nación española.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 5 de junio de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/239655/la-poltica-maleducada.html