Archivo por meses: mayo 2024

31 de mayo. La Visitación de la Virgen

San Lucas cuenta este episodio, inmediatamente posterior al de la Anunciación. El arcángel Gabriel ha dicho a María que sucederá lo inimaginable, y lo subraya citando al Génesis («¿acaso hay algo difícil, para Dios?») a propósito de otro nacimiento que nadie espera: «A pesar de su vejez, tu prima Isabel ha concebido un hijo».

Entonces la Virgen se pone en camino, va a toda prisa a la región montañosa de Judea (a tres días de caravana desde Nazaret) para visitar a Isabel, y al encontrarse con ella el Mesías, que Nuestra Señora lleva en su seno, recibe el primer homenaje alborozado del futuro Juan Bautista, que tampoco ha nacido aún.

Lope de Vega lo poetizó así, como cruce de signos luminosos que no se ven. Isabel saluda a la Virgen con palabras que luego han formado parte del Avemaría: «Bendita tú eres entre todas las mujeres…» Y María responde con un cántico de gozo y humildad; la misericordia de Dios ha hecho aquel prodigio por el que todas las generaciones la llamarán bienaventurada.

En el retablo del Prado, Fra Angélico pintó a las dos saludándose con emoción y gravedad, ante un horizonte de montañas que inunda una luz infinita.

Fuente: La Casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

30 de mayo. San Fernando rey y Santa Juana de Arco (1199-1252 y 1412-1431)

El calendario reúne en este día a dos paradigmas del poder de la cruz: un monarca triunfal y conquistador, y la doncella guerrera condenada a muerte por unos obispos. El rey de Castilla y la buena lorenesa. Santos medievales que ciñeron espada y que en los combates de este mundo hicieron estrago entre el enemigo.

Ambos, tan diferentes, son las dos caras de la Historia vista por Dios: la serenidad del éxito y el fracaso humano hasta morir en la hoguera por hereje; la lucha contra los infieles y guerras enconadas entre cristianos. El soberano y la pastora analfabeta de Domremy, en tierras próximas, casi vecinas. Fernando, el rey santo de los castellanos y leoneses, que conquistó definitivamente buena parte de Andalucía, «no por nuestros merecimientos, sino por los de Cristo, cuyo caballero somos», duerme en una abarrocada y suntuosa capilla de la catedral sevillana. Y Juana, la Doncella de Orleáns, que se pierde en campañas estériles y confusas en las que acabó abandonándole la cobardía y la ingratitud de su señor, a quien había hecho coronar, pereciendo en el fuego y cuyas cenizas se entregaron al aire de Francia, de la que hoy es patrona.

Los dos, triunfo y derrota, gloria y frustración, logro visible y humo, grandeza y tragedia, guiados por un sentido humilde y poderoso del deber, forman parte de los misteriosos planes de Dios, interpretando dos papeles aparentemente antagónicos de la santidad que se completan en el reverso de la Historia, más allá de lo que vemos, según la sabiduría de la Providencia.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol

29 de mayo. San Pablo VI (1897-1978)

Giovanni María Montini fue el Papa del mundo. Elegido en 1963, tras la muerte de Juan XXIII, hasta 1978, decidió continuar con el Concilio Vaticano II, y agitar ese «nido de avispas», como él mismo le había dicho a su amigo Juan XXIII, realizando la gran síntesis entre mundo y evangelio, fe y cultura, evangelio y sociedad, persona y Dios, eso es tanto como decir que consiguió la cuadratura del círculo, la pirueta de la que sólo es capaz la fe.

Mundo es un concepto ambivalente en el vocabulario católico. Mundo es lo opuesto al cielo, es el exterior de las catedrales al que las gárgolas góticas vomitan el pecado, es el rebaño que ignora al pastor, el leviatán que vive en el fondo de los océanos. Pero es también el lugar al que Dios regala a su hijo, el hábito con el que el Creador ha decidido vestirse para darse a conocer.

Mundo es, para San Pablo VI, el hogar de María, a la que declaró «Madre de la Iglesia», madre del mundo, madre de todos. El mundo como cordón umbilical que alimenta al niño, a todos los niños a los que compuso un gran poema de la vida, la Humanae vitae. mundo es también una promesa de luz y salvación, de amor y esperanza.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

28 de mayo. San Germán de París (496-576)

Debió de nacer en las cercanías a Autun, en la Borgoña, en el seno de una familia numerosa y complicada de la que estuvo a punto de ser mártir; su tío que hacía vida eremítica se lo llevó con él, y así vivieron en la soledad quince años; durante su santo aprendizaje, se interesó por el joven, el obispo de Autun, quien le hizo sacerdote para luego nombrarle abad de San Sinforiano.

La fama de sus virtudes y su lucha sin tregua contra la esclavitud y el paganismo atrajeron la atención del rey Childeberto, que le nombró obispo de París, y empieza así sus esfuerzos por cristianizar las costumbres del soberano y de su corte. Las caridades de Germán no tienen límite. También hace milagros para salvar vidas apagando con sus oraciones el incendio de una casa, y al ver que los que no pueden pagar los impuestos llenan las cárceles, cae de rodillas ante las prisiones implorando al Cielo su libertad, y en seguida las puertas se abren solas. Por eso en su escudo hay cadenas y llamas.

Antes de morir octogenario, San Germán funda en las afueras de París una abadía dedicada a San Vicente, una de cuyas reliquias acababa de recibir de Zaragoza; allí será enterrado, y al iglesia aún perpetúa su nombre en la ciudad, que es también el de un barrio famoso en el mundo entero, Saint Germain-des-Prés.

Fuente: La Casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

Libercast. https://www.youtube.com/@libercast.oficial

27 de mayo. San Agustín de Canterbury y San Beda (…- 605 y 673-735)

Esta es una de las fechas más inglesas del santoral. Se conmemoran dos figuras mayores de la primitiva Iglesia en las Islas británicas: el apóstol de Inglaterra y el monje que historió genialmente los orígenes del cristianismo entre los anglosajones. El principio de la fe y su memoria escrita.

Agustín era prior del monasterio de San Andrés, en el Celio romano, y en 596 fue el hombre elegido por el Papa Gregorio el Grande para encabezar una expedición misionera de cuarenta monjes destinados, según el retruécano latino del pontífice a convertir a los «anglos» en «angelos». Tras desembarcar en Kent, abrazó la religión cristiana el rey Etelberto, y San Agustín, arzobispo de los ingleses con sede en Canterbury, funda otras dos sedes episcopales, Londres y Rochester, bautiza a miles de anglosajones hasta entonces paganos… y fracasa, quizá por ser muy romano y los bretones muy apegados su tradición, en el intento de llegar a un acuerdo con la Iglesia bretona.

No muchos años después aparece el que ya en vida era llamado «venerable» Beda, un sapientísimo benedictino de la Nortumbria, discípulo de San Benito Biscop, que vivió en los monasterios de Wearmouth y Jarrow, y cuya existencia, como él mismo dice, no tiene historia. «Mis delicias han sido estudiar, enseñar y escribir», confiesa. La piedad, el afán de saber y el afán no menor de transmitirnos lo que sabe dan perfil humano a este remoto monje, gracias al cual conocemos a través de su Historia eclesiástica de los pueblos ingleses, a los antiguos cristianos de Inglaterra.

Fuente: La Casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

26 de mayo. San Felipe Neri (1515-1595)

Era de Florencia, hijo de un notario, y estaba destinado a heredar a un rico tendero tío suyo, pero a los dieciocho años Felipe, atraído por la espiritualidad dominica, marchó a Roma, de donde ya no se iba a mover. Su gran ilusión era ser misionero, pero una voz le avisó: «Tus Indias están en Roma». A los treinta y seis años recibió las órdenes sagradas, afluyen los discípulos, que se reúnen en una especie de desván, el oratorio de San Girolamo della Caritá, habilitado para rezos, cánticos e instrucción religiosa.

Años después, Felipe funda su obra visible más perdurable, una congregación de sacerdotes regulares, los oratorioanos, para vivir en comunidad sin votos especiales. Los papas quieren hacerle obispo y cardenal, él no acepta. Su ejemplo y sus milagros hacen que el pueblo le venere en vida. En Roma, le conocía todo el mundo, «Pippo buono», Felipe el Bueno, era el conversador más simpático y bromista del barrio de los peregrinos, su humor excéntrico y bondadoso era como un imán. De madrugada se dedicaba a una vida contemplativa, pasaba largas horas rezando en la catacumba de San Sebastián, y experimentando éxtasis, trepidaciones y reacciones cardíacas tan violentas que en una ocasión se le rompieron dos costillas, hecho comprobado en su autopsia.

San Felipe Neri será hasta que muera, el hombre más alegre de la ciudad, que se sirve del humor como arma de mortificación personal y como medio de sabotear las tentaciones del orgullo: la risa a costa de uno mismo que libera de la hinchazón vanidosa y atrae divertidamente a todos hacia Dios.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol

25 de mayo. Santa Magdalena Sofía Barat (1779-1865)

Borgoñona, hija de un rico propietario de viñedos, Magdalena Sofía se formó con dureza y rigor bajo la tutela de su hermano, el abate Louis Barat, quien le hizo adquirir una cultura y un temple que parecían desproporcionados con su situación y su época, pero que la forjaron como una mujer fuerte y llena de celo por las almas en medio de la convulsión revolucionaria que rodeó Francia y en la que vivió durante su juventud.

Su propósito era hacerse religiosa contemplativa e ingresar en un convento de carmelitas, pero el encuentro con el padre Joseph Varin, futuro jesuita, y otro carácter de hierro, como su hermano, hizo que se inclinara hacia otra vida diferente. En 1801, funda en Amiens las Damas del Sagrado Corazón de Jesús para la educación de las jóvenes.

Durante veintitrés años fue superiora de esta comunidad, fundando ciento once casas en toda Europa, y enfrentándose con todo tipo de disensiones internas, incomprensiones y persecuciones. Su respuesta fue siempre una cita del Evangelio: «Iesus autem tacebat» (Sin embargo, Jesús callaba). «Estas tres palabras son toda mi fuerza», solía decir. El silencio que une a la voluntad de Dios para ganar las grandes batallas. Poco antes del 25 de mayo, Santa Magdalena Sofía anunció: «El jueves vamos al cielo». Y así fue.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol

24 de mayo. San Vicente de Lérins (…- 450)

Su singularidad estriba en haber sido un santo que se equivocó en materia teológica, pero se equivocó, todo hay que aclararlo, cuando lo que se discutía ara aún una cuestión abierta, y sólo después de su muerte la Iglesia se pronunció en contra de su tesis.

Natural del Norte de Francia, Vicente fue una de las luminarias intelectuales del famoso monasterio de Lérins, fundado por San Honorato. Fue un gran sabio que se hizo religioso una vez ahuyentados los vientos de la vanidad y de la soberbia. Hombre docto en las Escrituras y con profundos conocimientos de las letras clásicas. Un temible polemista que se lanza al fragor de la discusión teológica, oponiéndose a San Agustín, con quien intercambia vehementes latines y complicados argumentos sobre el delicadísimo problema de armonizar gracia divina y libertad.

En la querella del semipelagianismo parece que San Vicente se inclinó por soluciones que más tarde el magisterio había de rechazar, pero ahí está en la lista de los santos, apaciguado por el amor de Dios, que está más allá de las polémicas de los teólogos.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

Disponible en Amazon a partir del 3 de junio.

23 de mayo. San Juan Bautista de Rossi (1698-1764)

Natural de Voltaggio, cerca de Génova, Juan Bautista fue cura en tiempos de Voltaire en la basílica de Santa María in Cosmedin, en Roma. Uno de esos lugares que en la ciudad eterna visitan inevitablemente los turistas con el popular mascarón de la Bocca della Veritá, que según se dice, muerde la mano a los mentirosos.

Se ocupaba de su ministerio sin brillantez y sin ruido, pero predicaba y confesaba en iglesias y conventos, en hospitales y cárceles, dedicando especial atención a los campesinos que frecuentaban los mercados de los alrededores, particularmente el antiguo foro.

Nadie se dio cuenta que convivía con un santo porque era todo sencillez, prestando humildemente un servicio espiritual, nada más. Lo cual no parece un motivo para pasar a la historia. Hizo lo que debía hacer sin llamar la atención, y sigue sin llamarla en medio de la barahúnda turística que acude a lo que fue su iglesia. A la muerte de San Juan Bautista de Rossi, sus bienes se reducían a unas pocas monedas de cobre, y ni la cama en que murió le pertenecía.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol

22 de mayo. Santa Joaquina de Vedruna (1783-1854)

Barcelonesa, nacida en la calle Hospital, no lejos de las Ramblas, y bautizada en Santa María del Pino, iglesia de San José Oriol, a los doce años Joaquina quiere hacerse carmelita, pero no la aceptan por su corta edad. Su vida será muy diferente, y en 1799 casa con Teodoro de Mas, hacendado de Vic y procurador de los tribunales.

Siguen diecisiete años de matrimonio, durante los cuales nacen ocho hijos (cuatro hijas serán religiosas de clausura), y en el curso de la guerra de la Independencia, en la que su marido participa activamente, corre grandes peligros y ha de ocultarse en el macizo de Montseny. Tras enviudar, piensa de nuevo en retirarse al claustro, pero bajo la dirección de un capuchino, fray Esteban de Olot, da un rumbo inesperado a su vida y funda una orden para la enseñanza y la asistencia a los necesitados, las Carmelitas de la Caridad, que desde 1826 se extiende por toda España a pesar de la persecución de ciertos ambientes liberales. Incluso, Joaquina conocerá la cárcel: «Unos días de retiro sentarán muy bien a mi alma».

Durante la guerra carlista la comunidad es disuelta y ella tiene que exiliarse a Francia sin recursos. «Viviremos a costa de la señora más poderosa que hay en el mundo, la divina Providencia». En 1843, retorna a España y restaura la Orden. A su muerte en la Casa de Caridad de Barcelona, víctima del cólera, Santa Joaquina había fundado una treintena de casas con más de trescientas monjas. Fue canonizada por Juan XXIII en 1959.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.