28 de mayo. San Germán de París (496-576)

Debió de nacer en las cercanías a Autun, en la Borgoña, en el seno de una familia numerosa y complicada de la que estuvo a punto de ser mártir; su tío que hacía vida eremítica se lo llevó con él, y así vivieron en la soledad quince años; durante su santo aprendizaje, se interesó por el joven, el obispo de Autun, quien le hizo sacerdote para luego nombrarle abad de San Sinforiano.

La fama de sus virtudes y su lucha sin tregua contra la esclavitud y el paganismo atrajeron la atención del rey Childeberto, que le nombró obispo de París, y empieza así sus esfuerzos por cristianizar las costumbres del soberano y de su corte. Las caridades de Germán no tienen límite. También hace milagros para salvar vidas apagando con sus oraciones el incendio de una casa, y al ver que los que no pueden pagar los impuestos llenan las cárceles, cae de rodillas ante las prisiones implorando al Cielo su libertad, y en seguida las puertas se abren solas. Por eso en su escudo hay cadenas y llamas.

Antes de morir octogenario, San Germán funda en las afueras de París una abadía dedicada a San Vicente, una de cuyas reliquias acababa de recibir de Zaragoza; allí será enterrado, y al iglesia aún perpetúa su nombre en la ciudad, que es también el de un barrio famoso en el mundo entero, Saint Germain-des-Prés.

Fuente: La Casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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