Archivo por meses: marzo 2022

Comisarios del lenguaje

Uno de los instrumentos más importantes manejados por el poder político a lo largo de la historia para imponer sus pretensiones a los ciudadanos es el lenguaje, la palabra. Por eso, el dictador soviético Stalin solía decir que “de todos los monopolios de que disfruta el Estado, ninguno será tan crucial como su monopolio sobre la definición de las palabras. El arma esencial para el control político será el diccionario”.

Las teorías estalinistas son confirmadas por el escritor Jean François Revel, que en su libro “El conocimiento inútil” sostiene que todos los dictadores han sido raptores de la enseñanza y la prensa, dos ámbitos en donde la manipulación del lenguaje causa verdaderos estragos.

Las narraciones de la novela de George Orwell, titulada “1984”, sobre la manipulación de las palabras y la deformación de la historia, lejos de ser ciencia ficción, se aproximan, a pasos agigantados, a la realidad.

Editorial del programa Entre líneas, presentado y dirigido por Raúl Mayoral Benito en la cadena de televisión Popular TV el 12 de octubre de 2004.

Lo verosímil no es verdadero

En las horas posteriores al terrible atentado del 11-M, y cuando ya se abría paso la autoría del terrorismo islámico, un emisora radiofónica informó sobre la existencia de un terrorista suicida entre los fallecidos que viajaban en los trenes de cercanías.

Era una noticia verosímil. Gran parte de los atentados que los terroristas islámicos causan contra sus objetivos, se comete por fanáticos que se suicidan, muriendo, según ellos, por y en nombre de Alá. Por tanto, resultaba verosímil que unos terroristas islámicos atentaran en España mediante el método del fanático suicida.

Sin embargo, a medida que avanzaban las investigaciones sobre el atentado y sus autores, la tesis del terrorista suicida iba perdiendo credibilidad. Finalmente, la noticia resultó no ser cierta. Hoy, la opinión pública asume que aquella noticia no era verdadera. Incluso, la emisora que la emitió reconoció posteriormente que no hubo terroristas suicidas en el atentado del 11-M.

Lo que comenzó siendo una noticia verosímil, jamás llegó a convertirse en verdad.

Editorial del programa Entre líneas, presentado y dirigido por Raúl Mayoral Benito en la cadena de televisión Popular TV el 5 de octubre de 2004.

Ni mentiras ni exageración

En la película Con la muerte en los talones, de Alfred Hitchcock (1959), el protagonista, Cary Grant, que interpreta a un alto ejecutivo del mundo de la publicidad, dice que “en su profesión, la palabra mentira no existe; en su lugar, se emplea el término exageración”.

Un vistazo al tratamiento informativo que los diarios nacionales realizan de las noticias y hechos lleva a preguntarnos si en el mundo del periodismo sucede lo mismo que en la publicidad, como decía el personaje de la obra de Hitchcook. Si la respuesta a este interrogante es afirmativa, y creo que lo es, solo que en vez de publicidad, hay propaganda, no habría opción para Thomas Jefferson, cuando dijo aquello de “si tuviera que elegir entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría ni un momento en quedarme con esto último”. Tras el desolador panorama del periodismo patrio, que miente exagerando, no cabe elección. De hecho, todo periódico publica al días dos verdades absolutas y una relativa: la fecha y el precio, en el primer caso, y el pronóstico meteorológico, en el segundo.

Lamentablemente, esa desolación se traslada a la opinión pública, pieza fundamental para el buen funcionamiento de una robusta democracia. Y es que, no puede haber auténtica democracia participativa, si los ciudadanos no están en condiciones de emitir juicios críticos ni objetivos. Para que la opinión pública ejerza como tal en democracia, es preciso que la información recibida sea veraz y completa. Sin embargo, ¿recibimos información veraz? ¿son creíbles nuestros medios de comunicación? ¿existe hoy una opinión pública con criterio ?

Dicen que no conviene abrumar al lector con preguntas, sino brindarle respuestas. Lograr que la opinión pública esté más y mejor informada, disponga de criterio propio, ejerza el hábito de la reflexión y sea rigurosa con los medios de comunicación, exige, previamente, dos condiciones: primero, que el periodismo deje de ser puro negocio y asuma su responsabilidad social, es decir, publique información contrastando y verificando las fuentes, y diferencie esa información de la opinión, y, segundo, que se tenga muy claro que la información ni pertenece al poder ni tampoco a los medios. La información adquiere su verdadero significado y su verdadera esencia en los ciudadanos.

Cumpliendo estos presupuestos, Thomas Jefferson podría volver a elegir, y a nadie se le ocurriría equiparar el mundo de la información al de la publicidad, o lo que es lo mismo, a la propaganda.

Editorial del programa Entre líneas, dirigido y presentado por Raúl Mayoral Benito en la cadena de televisión Popular TV el 28 de septiembre de 2004.