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Cacharros

Antes de que la Unesco declarara a la cerámica de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, los nombres de Sevres, Talavera o China denominaban a la delicada y hermosa cacharrería de muchas partes del globo. Y sin esa declaración todavía, eran ya un auténtico patrimonio artístico de alcance universal; un embajador idóneo para representar a esta tierra en todo el orbe. Tradicionalmente, el azul puro y el verde rural conformaron los colores vivos e intensos de la alfarería toledana en un empeño por mimetizar el discurrir del Tajo entre jaras y tomillos. Ambos tipos de cerámica se revelan como un mosaico de preciosas piezas con tonos elegantes y matices austeros.

En la historia de ambas villas ocupa un lugar destacado la artesanía del barro. Con barro se elabora el cacharro. Artesanía popular en su triple faceta: utensilio doméstico, ornamento decorativo y producto comercial. La cerámica ha dado en ambos lugares sobresalientes artistas y ha proyectado al mundo estilo, figuras y tonalidades artesanas. Fabricar cacharros constituye en estas tierras del Tajo un goce y un modo de vida. El artista se deleita al crear y se siente orgulloso de su creación. El industrial asegura el sustento de los suyos y con su negocio aporta riqueza y dinamismo a su entorno. El obrador, el horno de leña árabe, hoy arrumbado por el avance tecnológico y los modernos hornos, los atifles, el baño y los pinceles son piezas sin las cuales no se puede componer el puzzle de la historia de Toledo. La loza de El Puente del Arzobispo y de Talavera de la Reina ha entrado ya en la historia cultural de la Humanidad.

Pero, además del arte, hay otros dos factores que configuran la trayectoria vital de ambos municipios: camino y devoción. El nacimiento e historia de El Puente y, en parte, también de Talavera, han estado ligados permanentemente a la peregrinación al Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. Fue éste, santuario nacional y atracción de creyentes en tiempo de los Austrias, comparable en muchos aspectos a Santiago de Compostela. La devoción y la veneración con las que miles de peregrinos acudían al Monasterio de Guadalupe hicieron camino, abrieron camino. También, la devoción de sus habitantes, devoción, principalmente mariana, a la Virgen de Bienvenida y a la Virgen del Prado. Porque la cerámica es dedicada como ofrenda al Señor, a la Virgen y a los Santos.

Hay un viejo dicho en El Puente del Arzobispo que revela una sutil, casi imperceptible, pero intensa vinculación existente entre la artesanía del barro y la creencia religiosa. “Oficio noble y bizarro entre todos el primero pues en la industria del barro Dios fue el primer alfarero y el hombre, su primer cacharro”.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 15 de diciembre de 2019. https://www.elimparcial.es/noticia/207998/opinion/cacharros.html

Farsantes y golfos

Afirmaron representar a todo un pueblo enfurecido y sediento de justicia que pretendía asaltar el salón del trono. Comenzaron con la tabarra de la nueva política. Y sentenciaron al bipartidismo, especialmente, a la Transición, como vieja política. Garantizaron que venían a regenerarnos y han resultado ser ellos unos degenerados. Se mostraron como verídicos cuando han obrado como farsantes. Siempre sospechamos de lo raquítico y sectario de su proyecto cuando su ocurrencia de gala aseguraba que el camino más corto entre dos puntos es la línea curva y no la recta. Caminos torcidos trazados por vengativos guías que pretendían darnos continuamente lecciones morales de ida y vuelta. Vacíos de ideas pero afamados en el postureo ideológico, implantaron una locura colectiva de odio y revancha.

El conocimiento y la sabiduría enseñan que la experiencia y la costumbre son opuestas a la utopía. Y estos utópicos mentecatos, ni eran expertos en nada ni estaban acostumbrados a trabajar. Y claro, sus engaños no han resistido el baño de la realidad. Con propuestas caducas, viven de espaldas a su tiempo olvidando esa máxima de “sé de tu día y serás de siempre”. Ya no sorprende que antes se atrape a un podemita que a un cojo. Tropa de mangantes, pintureros, gorrones que solo saben gritar y escupir. Han cometido el error más peligroso en todo movimiento humano: pasarse de listo. Y es sabido que pasarse de listo es empezar a ser tonto.

Nuestro refranero contiene el mayor canto a la desconfianza ante esta turba: “Piensa mal y acertarás”. Inmejorable eslogan para definir la impresión de hartazgo que se ha instalado en la conciencia colectiva de millones de ciudadanos ante toda aquella legión de titiriteros y perroflautas, conocida de manera elegante como Movimiento 15-M, debido, decían ellos, a una crisis de representatividad. Vulgares chorizos aspirantes a condenar a los españoles a la mansedumbre del rebaño mientras ellos llenaban sus bolsillos.

En su clarividente ensayo, Sobre la libertad, Stuart Mill expuso cuatro razones por las cuales una sociedad libre necesita la libertad de expresión: la primera y la segunda dicen que las opiniones contrarias pueden ser verdaderas o verdaderas en parte. Por tanto, es conveniente que sean oídas a fin de corregir los propios errores. La tercera y la cuarta razones sostienen que, aunque las opiniones contrarias sean erróneas, sin embargo, conviene divulgarlas ya que pueden servir para que la gente recuerde la verdad, evitando que, con el tiempo y a falta de discusión, la verdad corra el riesgo de olvidarse y perderse.

Tras más de una década, nuestra democracia con su gratificante libertad de expresión ha testado a Podemos. Hoy sus líderes están cuestionados: La mayor parte, electoralmente; otros, judicialmente. Pero todos arruinados moralmente como cínicos con su originario icono a la cabeza que, tras abandonar Vallecas por un aburguesado chalé en la sierra de Madrid, tuvo que dejar la política por falta de apoyo popular. Lo sorprendente no es lo golfos que son, sino lo rápido que han aprendido a serlo.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 26 de junio de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/240430/opinion/farsantes-y-golfos.html

¿Por qué las civilizaciones se suicidan?

¿Debe respetarse la decisión de un enfermo terminal que ha decidido someterse a un procedimiento eutanásico? ¿Debe impedirse a una persona desesperada arrojarse al vacío desde la azotea de un rascacielos? ¿Es la vida un bien a proteger siempre? ¿Por qué es delito destruir nidos de golondrina o robar huevos de cría de aves? ¿Por qué se despenaliza el aborto? ¿Es cruel una corrida de toros? ¿Y descuartizar a un feto en el seno materno? ¿Empieza a primar sobre la vida el antojo del yo?

Los expertos ya alertan del riesgo que para la economía mundial supondrá en unos años el envejecimiento de la población. Según datos de la Organización Mundial de la Salud en 2030, una de cada seis personas tendrá 60 años o más y el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años aumentará un 34%, sobrepasando al porcentaje de adolescentes y jóvenes en 2050. La consecuencia económica de este inquietante escenario es menos demanda y menos crecimiento del Producto Interior Bruto. Correlativamente a ello, menos gasto público en materias como pensiones, sanidad o educación. Algunos países ya han comenzado a activar políticas tendentes a paliar los problemas que se avecinan. Paradigmático fue el caso de China, que suprimió en 2015 la imposición del hijo único y recientemente ha elevado de dos a tres el número de hijos permitidos por pareja. Otros países, especialmente europeos, promueven ayudas por hijos o posponen la edad de jubilación en varios años. ¿Será suficiente?

Existen cálculos que indican que desde finales de los sesenta y primeros de los setenta, en que se legalizó el aborto (Reino Unido, 1967; Finlandia 1970; y Dinamarca, 1973), hasta hoy, la población de Europa se habría incrementado en más de 100 millones de habitantes. Actualmente, los europeos representan solo el 8% de la población mundial. Lejos del 20% que representó a principios del siglo XX. Se calcula que para 2050, la población de Europa representará tan solo el 5% de 10.000 millones de seres humanos. Una pequeña minoría que ¿quién sabe? no se verá abocada a la insignificancia y, posteriormente, a la desaparición. La Historia nos muestra episodios de suicidios de civilizaciones.

En España, también padecemos un grave problema de envejecimiento poblacional, de despoblación en áreas rurales y, por ende, de sostenimiento del sistema público de pensiones y del gasto público en sanidad y educación, además de riesgos evidentes que se ciernen sobre la economía. Sin embargo, no solo no se impulsan políticas de fomento de la natalidad, sino que bajo la justificación del ficticio derecho a la salud reproductiva de la mujer, llevamos años abriendo más y más la puerta de la legalidad a prácticas abortivas, al mismo tiempo que se difunde una cultura de la muerte humana que parece tener mejor prensa que la muerte animal. Una sociedad que se escandaliza por el sacrificio de un perro llamado Excalibur, pero permanece de verbena ante el aborto o la eutanasia es una sociedad desesperada que marcha directamente al precipicio. O sea, al suicidio.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 29 de mayo de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/239386/por-qu-las-civilizaciones-se-suicidan.html

La política maleducada

Resulta alarmante el sectarismo que rezuman algunos párrafos redactados en los libros de texto con los que serán adoctrinadas las próximas promociones de escolares españoles. Frente a ello, cabe advertir de los riesgos de un sistema educativo politizado. Pero ya que hablamos de educación y política, convendría detenerse en otro mal que aqueja a España: la política maleducada. Si la educación no ha de ser politizada, la política sí ha de ser educada.

La tentación de generalizar suele ser irresistible, pero con ánimo de no caer en ella, podría afirmarse que el nivel de cortesía parlamentaria en nuestra democracia ha descendido paulatinamente en los últimos años, revelando que la mala educación se ha adueñado del escenario político y amenaza con dinamitar la convivencia democrática. Al mismo tiempo, se ha incrementado el número de diputados y senadores con precario bagaje intelectual o académico. Incluso, asistimos a la inquietante proliferación entre los parlamentarios de títulos universitarios simulados, otra descarada inmoralidad de nuestra clase política, que hace tiempo dejó de ser ejemplar. Si la mayoría de ella tuviera que prescindir de su oficio, difícilmente encontraría un medio digno con que ganarse el sustento.

La grandeza y, a la vez, miseria de la democracia es que cualquier tipo achulado con tendencia a la vulgaridad demagógica y al grosero epíteto, propios de un agitador encaramado en una tribuna, llegue a erigirse en representante legítimo de la soberanía nacional. No se trata de imponer restricciones a la representación popular, pero sí convendría para la higiene y la salud públicas exigir cierto nivel de preparación, instrucción y educación a la hora de ejercer el noble y olvidado arte de la política. Si a ello se sumara un pétreo revestimiento moral con que cubrir el perfil del servidor público, podríamos concebir, por fin, el ejercicio de la política, no como una agencia de especulación en busca de rendimientos pingües, ya sea en preeminencias personales, ya sea en frutos pecuniarios, es decir, corrupción, sino en el alto sentido de una esmerada entrega al servicio del Bien Común, además de una ilustre categoría dentro de las más notables disciplinas de la mente humana.

Llevamos un tiempo en que el Parlamento parece campo abonado para una vastísima siembra de ignorancia y odio. Ambos elementos encuentran su mejor acomodo entre mentes escasamente preparadas y en exceso toscas, además de perturbadas por una saturada ideologización de la vida pública. ¡Qué necesario es el sosiego entre los dirigentes de los partidos políticos que permita mantener serenos los nervios ante una campaña electoral que se avecina flanqueada por el revanchismo de los unos y la tolerante condescendencia de los demás! Pero más necesaria es aún la coherencia de quien acuna los destinos de los españoles, ayuno de sentido político y de sentido moral. Porque quien dice ser presidente del Gobierno de España no puede sostenerse en su cargo aupado en las manos de quienes desean el derribo la nación española.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 5 de junio de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/239655/la-poltica-maleducada.html