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Chaqueteros

En tiempos de la II República, se celebraba en el Congreso una reunión de una numerosa minoría, en la que abundaban diputados bastante alérgicos a la etiqueta social. Uno de ellos, quejándose del calor, se dirigió al presidente: ¿Nos podemos quitar las chaquetas, señor presidente? El viejo político que presidía la reunión miró filosóficamente a los reunidos por encima de sus gafas y respondió sonriente: Cada uno la suya, sí. Como no fue posible el cambio de chaqueta, aquella fue la última vez que en España se paró en seco a la socialdemocracia. En la guerra civil, las Brigadas Internacionales, sucursal itinerante del infierno soviético en la Tierra, intentaron parar a la socialdemocracia orgánica mediante una pancarta que decía No pasarán (es lo único que durante mucho tiempo los rusos supieron decir en español). Fracasaron y así pudieron aplicarse en España políticas socialdemócratas dirigidas desde los Ministerios de Fernández Cuesta, con los pueblos de colonización, Girón, con la vivienda, y Solís, con el trabajo y las universidades laborales. Había entonces preocupación por lo zosiá, decía Solís, la sonrisa del régimen, diferente al social cristiano alemán Adenauer, el hombre que no sonreía nunca pero que logró pulir, con ayuda del picapedrero Erhard, el diamante de la socialmercadocracia. Y de milagro, Alemania sonrió.

Los primeros en rebelarse contra las políticas zosiales de Franco fueron catalanes y vascos por no querer compartir con el resto de los españoles las industrias con que el generalísimo agració sus territorios. Esa obsesión por no compartir (a destiempo hoy con tantas redes zosiales), llevó a los catalanes del Barça a renunciar a Di Stefano, cuando los estamentos futbolísticos del franquismo decidieron salomónicamente que la saeta rubia jugara intermitentemente una temporada de blanco, otra de azulgrana. Pensaron los barcelonistas que si se negaban, Franco, al igual que Salomón, se apiadaría, y ellos obtendrían al rubio mocetón sin compartirlo, como las industrias. Lo que vino fue el desconsuelo culé: Una serie de cinco CopasUropa de corrido para Chamartín.En esto, llegó Felipe González, socialdemócrata del Frente de Juventudes, más continuista que aperturista. De no ser por el Flik de los maletines y el Flok de los GAL, nos habría acaudillado también cuarenta años (en Andalucía van camino de ello), pero su intento hizo aguas. La socialdemocracia de Rumasa pa´l pueblo fue un sí pero no, inverso al no pero sí a la OTAN. Sale ahora el artista Pablo Iglesias enfundado en la chaqueta socialdemócrata, prenda reversible y muy de quita y pon. Eso en la Guerra fría era rebelarse contra la estricta obediencia moscovita. Un verso suelto emulando, en aquel bloque del Pacto de Varsovia, a la Yugoslavia de Tito. Tito Mora componía canciones y Tito Iglesias recompone ideologías. Como a Stalin en la Gran Guerra Patriótica, a Iglesias también le ha dado por salvar a la patria sorpasso a sorpasso. Y si Podemos es socialdemócrata, ¿qué chaqueta visten los de Puigdemont?

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 12 de junio de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/165988/opinion/chaqueteros.html