Archivo por meses: enero 2019

Sánchez el espontáneo

Como quien salta una cerca para robar aceitunas, Pedro Sánchez se planta de un brinco en el ruedo ibérico pidiendo una oportuniá. Espontáneo acuciado por el hambre de poder. Su apoderao acarrea su hatillo mientras le susurra: Podemos, Pedro, podemos. Mas cornás da Susana, piensa el de Ferraz. Hay que hablar con el toro independentista que quiere embestir a España y revolcarla. No ando bien del oído derecho, Pablo, en cambio, por el izquierdo oigo hasta los mansos. A derechas no escucha y no dialoga. En eso Sánchez contradice a Eugenio D´Ors que sentenció: el diálogo es la caridad de la inteligencia. Aburrido y cansado de tantas veleidades propias de aficionados, Rajoy recuerda a Rafael el Guerrita cuando se corta la coleta en Zaragoza: Después de mí, naide; después de naide, un Vicepresidente con coleta y exigiendo los mismos Ministerios que trincaban los comunistas en los albores de la Guerra fría. De Occidente a Occidente, la Canciller Merkel envía un guasap a Obama: Spain is different, President. Lo tenían todo para seguir creciendo. Desde el Air Force One, el gendarme mundial venido a menos vaticina: Esos toreros de la piel de toro nunca aprenderán. En la roca de Altamira está pintado el famoso jabalí de ocho patas, del que se dice que es el ejemplar más antiguo que se conoce de expresión pictórica del movimiento. El próximo gobierno de España podría tener ocho patas como el jabalí y ser un verdadero movimiento plurinacional-marxista (del camarote de los hermanos Marx). ¡Qué grandiosa síntesis nos espera!

Los barones se afanan por incluir en el Comité Federal un emotivo punto sobre la unidad de España. Rememorando desde el compromiso de Caspe hasta la toma de Granada quizás logren que a su Secretario general le hierva el patriotismo y ahuyente esos demonios de un gobierno de cambio, progreso y zarandajas. Los pesimistas confiesan que no hacen carrera de él. El perdulario vaga por esos andurriales del populismo y del separatismo sin detenerse ante líneas rojas. Como oveja descarriada, dicen los próximos al Evangelio. Y bailando con lobos, remachan los  cinéfilos. ¿Qué fue de la bandera? Como la L de los conductores noveles, se cae, se coloca y se vuelve a caer. ¿Y del No pactaré con el populismo? ¡otra impostura, oye! En febrero se cumplirán ochenta años del gobierno del Frente Popular. Cuando en agosto de 1936 un reportero del diario Evening Standard le preguntaba a Winston Churchill cómo había sucedido aquello, el político inglés contestó que todo salió según el plan previsto por Lenin. Desde las elecciones celebradas el 16 de febrero, se reprodujo perfectamente en España la misma táctica comunista que durante el período de Kerensky en Rusia, dijo Churchill. Los comunistas debían prestar su apoyo a cualquier movimiento de izquierda facilitando la implantación de gobiernos constitucionales débiles, de signo radical o socialista. Después debían socavar esos gobiernos arrancándoles de sus manos vacilantes el poder absoluto para instituir así el estado marxista. Más que una oportuniá, el espontáneo necesita corregir su sordera. O eso, o volvemos a las Taifas.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 24 de enero de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/160783/opinion/sanchez-el-espontaneo.html

Educación: valor y valores

Enseñar es algo más que una profesión; es una vocación. El verdadero educador no es un mero trabajador de la enseñanza. Ser maestro es una vocación para compartir el conocimiento, la verdad, con el discípulo. Es preciso ejercer y disfrutar de la vocación de maestro para dar lo que uno tiene, ofreciendo un servicio al otro. Así, la acción de educar se convierte en una aventura apasionante: para unos, enseñar; para otros aprender. Educar es el oficio que permite capacitar a las personas en todo su valor, no solo para ellas, sino también para los demás. Y el verdadero titular de ese oficio es el maestro, artesano de la enseñanza.

La tarea de educar supone enseñar el significado de lo que es la vida. Ello requiere en el educador un alto sentido de la vida y de la sociedad en la que vive. Para George Steiner, ser educador es invitar a otros a entrar en el sentido. Es convertir a alguien en persona, ayudarla a que experimente sus sentimientos, a que asuma su responsabilidad y a que conozca su entorno. Y así podrá dotarse de una escala de valores. Porque educar es también una ardua tarea que se desarrolla mediante el compromiso y el testimonio y que culmina con la enseñanza de valores. Y llegados a este punto, amigo lector, conviene precisar: Hoy está generalizado el concepto de los valores. Por doquier se habla de valores, de su apogeo o decadencia. Pero son muy pocos los que hablan del bien y del mal, de lo bueno y lo malo. Enseñar y aprender estos valores tendría un inmenso valor en la hora presente.

Soldado Sánchez

El soldado Sánchez prosigue su guerra empeñado en salvar a la patria. Haciendo excesiva leña del árbol caído, se presenta como el único desatascador. “Levantaré el bloqueo”. ¿De Berlín, Cuba o Ferraz? Aquí, con ese ambiente de Bodas de Sangre, persiste el llanto por la muerte de la socialdemocracia. ¿De qué tropas dispone, soldado? ¿Cuál es su plan? ¿Alcanzará su objetivo? El problema es sencillo en cuanto a su planteamiento: lograr la investidura como presidente buscando apoyos; pero difícil en cuanto a su solución: gobernar defendiendo la España constitucional. Y como no puede preservarse la civilización siendo incivilizado, tampoco puede protegerse España ayudándose de los que persiguen destruirla.   

La trayectoria del líder socialista es de película y sin afectos especiales en su partido. Contorsionista ante y entre líneas rojas, volviéndose del derecho (no derecha), y del revés, cual veleta, nos recuerda a Tom Cruise en Misión imposible, pendiendo de un hilo manejado por Iglesias ¿Gobierno títere? para acceder al disco duro que le abra la trampilla de La Moncloa. “Sánchez se va a salir con la nuestra”, dicen en Podemos. Se cuentan por toneladas sus ganas de ser presidente; más que las de Iglesias de ser vicepresidente. No es muy de fiar quien antes no ha querido dialogar y tras el encargo real de formar Gobierno pretende hacerlo y que además le digan sí. Sería el cinismo por bandera. El santo y seña que inicia el diálogo, las fuerzas del cambio, suena a hueco viniendo de donde viene: del reino de Trapisonda. El pretendido cambio se reduce a un programa de personal antipatía hacia Rajoy. La casta y la anticasta juntas para “normalizar” la vida democrática del país a la inversa de como se ha hecho hasta ahora. Si para gobernar sigue siendo necesario el nacionalismo, nada ha cambiado. A lo sumo, la velocidad para ir más deprisa hacia el abismo.

Gran reforma sería un proyecto de ambición nacional con base amplia, generosa y comprensiva que renueve el sistema en el orden político y territorial, logrando una democracia de ciudadanos más que de partidos, que sea audaz en lo social, priorizando  la educación, investigación y demografía, y que continúe con el avance económico. Así podríamos asegurar nuestro porvenir. Para esta tarea no puede descartarse a 123 diputados que representan a 7 millones de votantes. No olvide, soldado, que hay misiones que no son ni de un hombre, ni de un gobierno, sino de toda una nación, que las hace posibles.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 21 de febrero de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/161888/

Fuente gráfica: Diario digital Vozpópuli

La educación como derecho

Amigo lector, hablar de educación es referirse a la adquisición de conocimientos pero también a un derecho fundamental. En el primer concepto, la educación atraviesa hoy en España por una situación de emergencia. Por de pronto, es prioritario reducir los altos índices de fracaso escolar que presenta nuestro sistema educativo. De lo contrario, las consecuencias serán fatales pues con alumnos mal formados se resentirá el nivel académico de nuestros universitarios y la calidad de nuestros profesionales e investigadores no será la mejor posible sumiendo a España en la incertidumbre cuando no en la languidez.

La educación como derecho fundamental presenta asimismo un panorama nacional baldío. No existe una libertad real y efectiva en la elección por los padres del centro escolar al que desean llevar a sus hijos; también, las Administraciones públicas debieran facilitar a la sociedad civil el ejercicio de la libertad de creación de centros docentes. Estamos, pues, ante derechos ayunos de garantía y respeto en la sociedad española.

El primer deber de la unidad familiar es la educación de sus miembros. La primera tarea de un legislador ha de ser garantizar las libertades de los ciudadanos en materia educativa. Más en estos tiempos de decaimiento moral y de dificultades económicas. En las modernas sociedades democráticas, satisfechas las necesidades básicas del ciudadano, la educación es una cuestión crucial para todas las generaciones. Lo es para el óptimo desarrollo individual de cada hombre. Lo es, por tanto, para el porvenir de toda la sociedad.

El sueño

¡Despierta Alemania! fue el grito de los nazis en el 33. ¡Despierta Europa! han gritado los nazis en Bruselas. Así no hay quien pegue ojo. Un fantasma vuelve a recorrer Europa: el nazionalismo. Otro corre huyendo por Bélgica. Al arrastrar sus cadenas, los viejos fantasmas provocan mucho ruido y pocas nueces. Como un perro ladrador y poco mordedor. A pesar de su simbolismo, ni la corrosiva inquietud ni la insistente monserga que producen, nos permiten conciliar el sueño.

Antes del siglo XX nunca pudo edificarse una Europa unida. Quienes lo intentaron, Luis XIV, Napoleón, Hitler, fracasaron al basarse en el predominio de una potencia y la subordinación de las demás naciones. La actual Unión Europea está concebida sobre una coordinación entre los diversos Estados que la integran. Y esta es la gran revolución del siglo XX: Hacer realidad el sueño de organizar el Viejo continente suprimiendo los arcaicos principios confederados sobre los que se asentaban unos anárquicos nacionalismos maquiavélicos, los mismos que ahora unos excéntricos pretenden resucitar en el corazón de Europa. Tras la II GM los soviéticos se apresuraron a excitar el señuelo nacionalista de los pueblos europeos ante la necesaria cooperación económica que el Plan Marshall suponía entre EE.UU. y Europa. Dicho Plan, que propugnaba la unidad de las naciones europeas sobre bases económicas, fue visto siempre con temor y rechazo por la URSS. Bien sabían los comunistas que si cada singularidad cultural europea pretendiese un Estado propio, Europa se disgregaría. A ello se aplicaron. Y es que el comunismo y el nacionalismo han sido la cizaña en los trigales europeos del siglo XX. La pesadilla que ha provocado terror y horror. El antídoto siempre ha sido y será el mismo: democracia y cristianismo. O sea, libertad.

La herencia común del continente europeo está fundada en los principios de la libertad individual y el imperio de la ley. Y como dice el sociólogo Dominique Woltonel único factor de unidad relevante capaz de aglutinar a los pueblos europeos es el cristianismo frente a las fuertes identidades nacionales. El nacionalismo termina por erigirse en virtud suprema que relega a la sombra los valores espirituales. Las iglesias se nacionalizan pero no se cristianizan las naciones. El nacionalismo excesivo y excluyente ha sido uno de los más grandes pecados del mundo moderno. Cuando se trata de organizar una convivencia en el mundo globalizado de hoy, de hacer efectiva la prosperidad económica y articular un sólido sistema de seguridad exterior, la etapa de los Estados nacionales soberanos ha sido sobrepasada por la historia, por la tecnología y por la psicología humana. El nacionalismo estático se ha convertido objetivamente en un anacronismo. Ha llegado el momento de soñar y proyectar hacia el futuro un patriotismo entendido como sentimiento de solidaridad entre la diversidad étnica, como conciencia de una misión común y como intimidad familiar de una ciudadanía unida por su historia, por sus afanes y por sus esperanzas.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 10 de diciembre de 2017. https://www.elimparcial.es/noticia/184521/opinion/el-sueno.html

Las siete reglas de provecho

San Bernardino de Siena, Santo de la Iglesia Católica, escribió en 1427 siete reglas para que los estudiantes de la Universidad de Siena pudieran hacerse hombres de provecho. Hoy, casi seiscientos años después de su propuesta, aquellas siete reglas tienen plena vigencia.

La primera regla es el aprecio. Para estudiar en serio, primero hay que apreciar el estudio. Para formarse como una persona culta, hay que estimar la cultura, y aquí se incluyen los libros, la conversación, el trabajo en grupo, el intercambio de experiencias, pues así se favorece la atención respetuosa hacia el prójimo.

Le segunda regla es la separación, separación del mundanal ruido. Como los atletas de alta competición necesitan alejarse de la vida común para efectuar sus sacrificados entrenamientos, los estudiantes también deben apartarse del barullo y del bullicio. Así se evitan las malas compañías.

La regla tercera es la tranquilidad. Para el aprendizaje y la memoria se requiere tranquilizar y dejar reposar la mente. La mente del estudiante exige el silencio a su alrededor.

La cuarta regla es el orden, el equilibrio, el justo medio. El estudio necesita de un procedimiento, de un método. Mejor es aprender poca ciencia, y aprenderla bien, que mucha y mal.

Quinta regla: la perseverancia. La tenacidad, es imprescindible para un estudiante. La mayor desgracia de un estudiante no es una memoria frágil, sino una voluntad débil.

Sexta regla, la discreción, entendida como humildad. No hay que correr más de lo que te permitan tus piernas. O lo que es lo mismo, no comenzar demasiadas cosas a la vez. Quien mucho abarca poco aprieta.

Séptima y última regla. La delectación, es decir, estudiar con placer. No se puede perseverar en el estudio si no se le saca un poco de gusto. Al comenzar siempre hay algún obstáculo: la pereza que debe superarse, los entretenimientos más agradables que nos atraen, la propia dificultad de la materia, pero al final, vencidas todas estas pruebas, llega el placer por el esfuerzo realizado y por la superación de la materia.

Sequía

Problema acuciante en la España de hoy es la sequía. De agua, pero también de educación, de moral, de seny, incluso, de goles. En el Metropolitano, a los teóricos goleadores del derby les miró un tuerto anticiclón y permanecieron en las nubes sin mojar. La falta de lluvias y las altaneras temperaturas están provocando una disminución de los embalses, tanto franquistas como blancos. Aquéllos, producto de la dictadura y sus tecnócratas; los segundos, fruto de la nieve acumulada en la cima de las montañas. Y ese gran ladrón del agua embalsada que es la evaporación, se está llevando la mitad o más del agua que los embalses reciben de los ríos.

La evaporación es al agua, lo que la corrupción a las buenas costumbres, el adoctrinamiento a la escuela, el nacionalismo a la convivencia o el tembleque de piernas al pichichi. Todos son factores disolventes y destructivos que impiden que fecundas y limpias obras logren fines profundos y duraderos. Bien sabe el montañero que la profundidad en los ríos limpios de la cordillera se disimula por la transparencia. Lo cristalino, como espejo de virtudes, siempre ha resultado y resultará incompatible con las aguas turbias, con la podredumbre, con la manipulación de la historia, con las mentiras del procés y con el juego subterráneo, eufemismo del sucio.

Continúa la pertinaz sequía de sensatez y concordia entre los partidarios de la secesión catalana. El terreno sigue acartonándose y agrietándose con la escalada de estupideces y falsedades. Marta Rovira, la zombi del procés, nos engaña con sus ataques soeces e inculpaciones calumniosas de muertos y sangre. Nuria de Gisbert, con un rostro tan duro y lucido como los de Bélmez, brama excluyente y faltona contra Inés Arrimadas, una nueva Agustina de Aragón para la épica española y constitucional. Artur Más, que ahora insiste en comulgar con la legalidad al comprobar que peligra su bolsillo. Gabriel Rufián, que aplicado con esmero a diplomarse en una doble titulación: comisario soviético y carcelero de Gulag, amenaza con lo que más le fascina, los grilletes. Y Junqueras, recluido en sus paganas adoraciones nacionalistas se confiesa católico, apostólico y orante. No romano, por ser adjetivo tan universal y de aspiración ecuménica, que no encaja en esas religiones que confunden su extensión con la de los límites políticos e ideológicos nacionales. Herejías perturbadoras de las almas con sinuosos errores y falta de vida profunda.

La España de páramos y pedregales, la de un sol de justicia proyectando un alba de esperanzas pide agua. Si Goethe murió exclamando “luz, más luz”, el español actual gime gritando “agua, más agua”. Al cabo de veintisiete siglos volvemos a expresar en renovada forma la idea de Tales de Mileto de que todo lo creado está basado en el agua. Incluida España.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 19 de noviembre de 2017. https://www.elimparcial.es/noticia/183808/opinion/sequia.html

Sánchez el generoso

Sánchez e Iglesias continúan contratacando erre que erre con la matraca de un gobierno de cambio, retroceso y socavón, que no es más que reeditar en pleno siglo XXI aquellos gobiernos del Frente Popular, inventados por la URSS para domesticar y meter en una jaula comunista a tanto grillo suelto logrando así una voz monótona al dictado de Stalin. No hay más que ver cómo funciona el Ayuntamiento de Madrid con su Radio Tirana. Iglesias sigue erre que erre (Errejón cada vez más postergado), queriendo ser vicepresidente, no a la manera de los USA, en donde la misión del presidente y del vicepresidente es la misma, pero solo tiene ventaja la del último, ya que el país no se entera cuando sale de caza o pesca. Iglesias ni caza ni pesca; solo quiere meternos miedo a través del tuiter; sus maneras son las de formar un gobierno dentro del gobierno para ocuparse de lo que a él verdaderamente más le seduce: que cuando a las seis de la mañana suene el timbre de la puerta de un domicilio no sea el lechero quien llame.

Sánchez promete ser generoso con Podemos y Ciudadanos, lo que confirma esa imagen que él siempre ha tenido de sí mismo como un héroe de las novelas del Oeste. Se ve como jinete que cabalga por la gran llanura plurinacional arrastrado por un viento de ambición y altruismo, hombre lleno de bravura y de generoso espíritu, verdadero caballero andante que se abre paso por la tierra abierta amparando al débil y administrando justicia. Pero su generosidad con unos pocos le lleva a ser letal con la gran mayoría de españoles, que no se han extraviado en busca de soluciones extremas. Porque la única manera que tiene Sánchez de ser presidente es lanzando a España por el abismo y yendo él detrás.

Con atinado sentido didáctico decía Julio César que no conviene guerrear siempre contra el mismo enemigo porque puede suceder que se le derrote, pero también se le enseña. La beligerancia de Sánchez contra Rajoy es cansinamente la misma: No es no. En su pueril afán por anular al líder del PP, Sánchez no acierta a hacer otra cosa que alborotar el caserón patrio. Como un enfant terrible, que tiene ya adversarios dentro y fuera de su partido, ignora que la política está para servir y no para jugar alegremente con unas ocurrencias que, seguramente, le exploten entre las manos. Lograr una investidura como presidente del gobierno no es lo mismo que gobernar una nación. Para lo primero se necesita la aritmética; para lo segundo, la estabilidad. Me acabo de convencer de que el país por su clase gobernante es ingobernable, decía Silvela hace un más de un siglo. Un país en que solo fuesen posibles gobiernos malos, sería un país de malvados o de imbéciles, sentenció Balmes mucho antes. La verdadera generosidad será la de aquellos diputados socialistas que se nieguen a descomponer y trocear España.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 25 de septiembre de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/169924/snchez-el-generoso.html

Doctor Sancheztein

España entera recibe con indescriptible entusiasmo la feliz noticia de tener como presidente del Gobierno un doctor en Diplomacia económica. Desde el monarca Felipe II, los españoles no se regocijaban jubilosamente ante uno de sus estadistas. A sus excelsas cualidades como gobernante, Pedro Sánchez suma su ejemplar y modesto magisterio en la intrincada ciencia de la Economía. Su humildad explica que no se jacte del insigne logro académico: jamás presumió Yo soy doctor en Diplomacia económica. Tuvo que ser Albert Rivera, a quien los españoles le estamos sumamente agradecidos, el que con gran maestría animó efusivamente al presidente a desempolvar la tesis y sacarla del silencio de la biblioteca. Está bien conservar la obra maestra, pero es crucial transmitirla para que florezca el manojo de las brillantes soluciones ante los problemas que nos acucian. La Humanidad por fin accederá a un alto exponente del pensamiento económico actual sin el que nuestra civilización apenas existiría.

Quienes se dedican a escudriñar la tesis del doctor Sánchez quedan gratamente sorprendidos por su buen oficio de hombre de letras, su amplia preparación y su extremada facilidad de palabra y de pluma, propio ello de un talento extraordinariamente maduro. El trabajo evidencia que su autor no es investigador que divague o haga concesiones a la facilidad, tampoco se limita a nadar en la superficie, sino que bucea en los complejos fondos de los archivos con gran capacidad de resistencia. Es, luego, en la calma de la reflexión, en perfecto equilibrio con esa inquietud perenne por el constante estudio, donde Sánchez ha logrado alumbrar un excelente y magistral estudio, que alcanza una finalidad didáctica, encender en muchos iniciados el amor y la pasión por la Diplomacia económica. Sí, debe afirmarse sin titubeos: nuestro ilustre académico ha sentado cátedra y su materia está de moda.

La tesis se ha convertido en genial libro permitiendo más fácilmente divulgar el aluvión de ideas y fórmulas propuestas por nuestro docto doctor para vadear las crisis que atenazan a las modernas economías. El libro es de los que inconscientemente se mete uno en el bolsillo para luego sacarlo de vez en cuando, a ratos perdidos, y saborearlo a sorbos sustanciosos. Es una lectura que invita a pensar, que se aprovecha y sacia las ansias del saber. El autor derrocha una vasta cultura. Adopta una postura de científico, que no de figurante. Una posición digna de aplauso por su afán de originalidad y por la ponderación y agudeza de su sentido crítico. Añádase a ello el estilo limpio, depurado, fino, sutil, elegantemente sobrio y de inspiración exquisita. La técnica es equilibrada, de excelente calidad y con modernísima aportación del power point.

Pero cuando se quiere desdorar a un buen escritor se deben dar razones consistentes y no sutilezas que se deshacen al menor razonamiento. Se han desatado rumores de plagios, se oyen susurros de calcos, que si astucias, que si argucias. ¡Minucias! Nada lastra a nuestro sabio presidente, que con esa seguridad que le es propia, no necesita envolverse en nebulosas ni adoptar un tono doctoral para hacerse valer. Simplemente, con la celeridad de un Falcon, el académico Sánchez ha anunciado una nueva edición de su libro. Todos los españoles la esperamos impacientes con la seguridad de que la reescribirá con sencillez liberándola de toda densidad erudita y con galanura literaria la hará decididamente encantadora, como él solo sabe. Esperamos también que el presidente confirme en el Parlamento su autoría de tesis y libro con la misma contundencia reiterativa con la que apabulló a la audiencia al decir por televisión: El presidente del Gobierno soy yo. Cuando toda España mantiene en vilo la respiración, recordemos a don Jacinto BenaventeBienaventurados nuestros imitadores porque de ellos serán todos nuestros defectos.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 23 de septiembre de 2018. https://www.elimparcial.es/noticia/193875/opinion/doctor-sancheztein.html

Fuente gráfica: JM Nieto. Fe de ratas. Diario ABC

Gramsci o el control de la educación

Desde que se empezara a tramitar la futura Ley de Educación, los políticos centraron sus controversias en lo que no debiera ser controvertido: enseñanza concertada, religión en las aulas, castellano como lengua vehicular, distribución competencial entre Estado y Comunidades Autónomas o derecho de los padres a la educación de sus hijos. Se tiene la impresión de que cuestiones más prioritarias, como reducir los altos índices de fracaso escolar que presenta nuestro sistema educativo, pasan a un segundo plano.

Para echar más gasolina al fuego de los encendidos debates sobre la misión de la educación, el Gobierno pretende imponer la presencia de un representante del poder municipal en los Consejos escolares públicos y concertados. Pinta lo mismo que un perro en misa. “Ayuntamiento de maestros y escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes”, así definió el rey Sabio Alfonso X a la Universidad en Las Siete Partidas. En la escuela, a los anteriores, súmese a los padres de los alumnos, pero ¿por qué un representante del Estado? Resabio de rancio estatalismo que recuerda a la otrora acción de oro del Estado en las empresas privatizadas, resistiéndose a la desaparición de sus monopolios. Con el agravante de la presión, cuando no odio, que la ideología siempre inyecta en ámbitos que deben respirar una atmósfera de libertad como es el educativo.

La educación es un derecho. No un servicio púbico. Sí es un servicio público la obligación del Estado de garantizar la igualdad de todos los ciudadanos en el acceso a la instrucción. Si la primera tarea de un legislador es garantizar las libertades en materia educativa, el primer derecho/deber de la unidad familiar es la educación de sus miembros. El derecho a educar corresponde a la familia, a los padres. No es predicable del Estado. Lo enuncian la Constitución española de 1978 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. También es exigencia de Derecho natural. Si las Administraciones públicas adoptaran en materia de enseñanza una posición subsidiaria respecto a la sociedad civil, la educación dejaría de ser campo de batalla ideológica, prolijo capítulo en los programas electorales de los partidos y aciago resorte de control e intervención en manos del poder público, para pasar a ser lo que realmente es: una función social, familiar, nunca estatal. Por ello, la enseñanza es una prioridad de cada una de las familias, de cada uno de los padres.

Un sólido sistema educativo debe estar al margen de visiones partidistas. La formación de hombres de porvenir ha de permanecer a cubierto de los delirios ideológicos con los riesgos que entrañan: adoctrinamiento, contenidos sesgados o manipulación de la realidad que tan funestos y trágicos perjuicios han causado a la humanidad. Inevitablemente, toda la vida humana es tanto más insegura e incierta cuanto más se la hace depender de los caprichos de la pugna política. Quienes en nombre del progreso propugnan una creciente intervención del Estado en la vida pública están consiguiendo ciertamente que nadie tenga la menor sensación de seguridad. Si se destruye dicha sensación se destruye también la vida del propio individuo y en mayor grado la de la familia.

Advirtió el sociólogo Pierre Bourdieu que la escuela no puede ser una reproducción de las creencias de la clase que ostenta el poder porque entonces se convierte en un foco de filias y de fobias. Y lo que es más grave, se vulnera el derecho de los padres a dar a sus hijos una educación acorde con sus creencias. No se puede prescindir de la familia en la educación de los hijos, sino debe potenciarse el acercamiento de los padres a la vida de los centros. No resulta razonable una escuela regida por la costumbre de separar al individuo de la familia, al contrario, debe concebirse como una cierta prolongación del hogar. En ningún caso ha de ser una institución estatal en donde los niños no son instruidos por representantes de los padres y en lo que los padres quieren que sean instruidos, sino por agentes del Estado, verdaderos comisarios políticos que se inmiscuyen en las conciencias de los escolares para enseñarles lo que al Estado interesa, haciendo de ellos ciudadanos manejables y simples trabajadores productivos. Pura vuelta a Gramsci.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Debate de Hoy el 17 de noviembre de 2018. https://eldebatedehoy.eldebate.com/autor/raul-mayoral/