Hakuna

En su libro Ilustrísimos señores, escribe Albino Luciani sobre los jóvenes: «Hay dos frases famosas: Te recomiendo la primera de Lacordaire: Ten una opinión y hazla valer. La segunda es de Clemenceau, y no te la recomiendo en absoluto: No tiene ideas pero las defiende con ardor”. Hay muchos jóvenes de hoy que plantean la protesta pero no formulan la propuesta. Tienen medios para vivir pero carecen de ideales por los que vivir. No es el caso de Hakuna, que propone toda una forma plena de vida. No es solo un grupo musical, es ya toda una propuesta juvenil de masas. Recientemente, lo ha demostrado reuniendo en un auditorio a quince mil personas, jóvenes, la gran mayoría de ellas.

Hakuna no existiría hoy sin la larga experiencia que les precedió en el restringido pero poderoso marco de una parroquia, bajo el iluminador magisterio de un sacerdote, con grupos poco numerosos y sin ninguna publicidad. No existiría sin el sereno juicio que fue salvando dificultades y profundizando en los misterios del alma juvenil. No existiría sin el impulso lleno de fe y entusiasmo que solo proporciona la Gracia. Junto a todo esto, el calor de la propaganda, el desarrollo progresivo del apasionamiento, el vigor en las afirmaciones y en las convicciones, que no convenciones, la alegría en la acción y en la palabra, la firmeza y la claridad en los objetivos caracterizan también a Hakuna. Mas todo estos factores, indispensables en un proyecto de emprendimiento, convertido en colosal, hubieran sido como las olas que se levantan gigantescas para de inmediato caer, y el movimiento, que hubiera enfervorizado desde el primer momento, habría acabado de decepcionar, si no fuera por el poder de la oración.

Si faltase algún visado a Hakuna para poder circular con todas las garantías de éxito, aquí está en forma tajante: Su autenticidad fraterna, perita en el apostolado cultural, que ha otorgado a sus miembros una formación que les permite librar la batalla del rearme moral a través del arte, por medio de la música, lo cual les hace acrecer y ahondar en su misión. 

“La síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe … Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida», así nos alertaba San Juan Pablo II el 16 de enero de 1982 en su  Discurso a los participantes en el Congreso nacional del Movimiento eclesial de compromiso cultural. A quienes tienen sed de autenticidad y desean fraternidad, Cristo dijo: “Todos vosotros sois hermanos” y fustigó con fuerza toda hipocresía, afirmando que la autoridad es servicio. Con su fraternal autoridad, Hakuna ocupa el escenario y llena el auditorio. Ese es su servicio.

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