La política ha poblado España de espectros. Un fantasma la recorre: Pedro Sánchez. La II República, con mucha diferencia, la etapa más convulsa que ha vivido España en los últimos cien años, parió una guerra civil que expiró cuando las dos Españas se reconciliaron en la Transición coronada por un Rey. A aquellos nefastos tiempos con sus trágicas consecuencias quiere retrotraernos Sánchez a lomos de una izquierda radical decimonónica, revanchista y antinacional. El que fuera primer presidente de aquél régimen, Niceto Alcalá-Zamora, publicó desde su exilio en 1945 “Régimen político y convivencia en España. Lo que debe ser y lo que no debe ser”, en donde narra cómo la misma República violó su propia legalidad. Le faltó señalar que él consintió en ello. Fue una víctima más del régimen que deliberadamente ayudó a implantar y que acabó por eliminarle.
Ideados por Dimitroff, el Stalin balcánico, los Frentes Populares iban sumando apoyos para terminar alumbrando un mesías de tono más exaltado que otros el cual arrastraba a todos al precipicio. Le ha faltado tiempo a Sánchez, que persiste en ser el dirigente del nuevo frentepopular, para proponer a Patxi López una fusión por absorción a fin de tumbar a Susana Díaz y erigirse en el gran timonel del socialismo español. Y de ahí a la presidencia del gobierno tras pactar con ese demagogo de talla que es Pablo Iglesias y con esos campeones de la superchería como son los independentistas convirtiendo a España en nación de naciones. El acabose. Solo nos salva una remontada: Aplicar la Constitución. Sostenía Laín Entralgo que el Don Quijote del segundo viaje supera al anterior sobre todo porque lleva consigo a Sancho Panza. ¿No podría alguien lograr que Sánchez se rodeara en su segunda aparición espectral de alguien que le gritara Llaneza muchacho, no te encumbres amarrándolo a la realidad? De él ya sabemos lo suficiente para caracterizarle por sus rasgos más acusados: ambición de poder y petulancia ideológica. Sus discursos jamás han revelado en un solo momento al estadista y sí la ausencia de un pensamiento sólido. Otra vez los socialistas en una angustiosa coyuntura histórica.
La Transición se basó en un doble pacto: primero, la lealtad de los partidos regionalistas o nacionalistas al régimen de Monarquía parlamentaria; segundo, la unidad entre los dos grandes bloques de la derecha y la izquierda en caso de incumplimiento del primer pacto. Hace ya tiempo que este acuerdo fue dinamitado por el secesionismo. De auparse Sánchez a la secretaría general del PSOE, el segundo consenso saltará por los aires. Su plan es radicalizar el partido erigiéndose en un nuevo Largo Caballero y arrumbando perfiles como el de Julián Besteiro o Indalecio Prieto. Luego pactar con Podemos, sus mareas y toda la marabunta secesionista. Ese es su programa. Una mezcolanza confusa de ocurrencias negativas y destructivas. Un socialismo echado al monte y convertido en una fotocopia arrugada de Podemos (o de Le Pen). El resultado sería la estrepitosa quiebra del sistema. Esa es su revancha.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 7 de mayo de 2017. https://www.elimparcial.es/noticia/177373/la-revancha.html