Esta es una de las fechas más inglesas del santoral. Se conmemoran dos figuras mayores de la primitiva Iglesia en las Islas británicas: el apóstol de Inglaterra y el monje que historió genialmente los orígenes del cristianismo entre los anglosajones. El principio de la fe y su memoria escrita.
Agustín era prior del monasterio de San Andrés, en el Celio romano, y en 596 fue el hombre elegido por el Papa Gregorio el Grande para encabezar una expedición misionera de cuarenta monjes destinados, según el retruécano latino del pontífice a convertir a los «anglos» en «angelos». Tras desembarcar en Kent, abrazó la religión cristiana el rey Etelberto, y San Agustín, arzobispo de los ingleses con sede en Canterbury, funda otras dos sedes episcopales, Londres y Rochester, bautiza a miles de anglosajones hasta entonces paganos… y fracasa, quizá por ser muy romano y los bretones muy apegados su tradición, en el intento de llegar a un acuerdo con la Iglesia bretona.
No muchos años después aparece el que ya en vida era llamado «venerables» Beda, un sapientísimo benedictino de la Nortumbria, discípulo de San Benito Biscop, que vivió en los monasterios de Wearmouth y Jarrow, y cuya existencia, como él mismo dice, no tiene historia. «Mis delicias han sido estudiar, enseñar y escribir», confiesa. La piedad, el afán de saber y el afán no menor de transmitirnos lo que sabe dan perfil humano a este remoto monje, gracias al cual conocemos a través de su Historia eclesiástica de los pueblos ingleses, a los antiguos cristianos de Inglaterra.
Fuente: La Casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.