“Admitamos que han cambiado los tiempos: las ideas que teníamos los socialistas acerca de la religión y el clericalismo hace cincuenta años, no pueden ser defendidas en el día de hoy”. Quien así se expresaba era Paul-Henri Spaak, político socialista belga, que llegó a primer ministro en su país, y uno de los promotores de la integración europea, junto a aquellos políticos católicos como Adenauer, De Gasperi y Schumann.
Pedro Sánchez, secretario general de los socialistas españoles, ha regresado al pasado retrocediendo un siglo. Lo ha hecho proponiendo una de esas viejas ideas apolilladas y deshilachadas copiadas del manual anticlerical de León Gambetta. Propone cerrarle a Dios la puerta de la escuela española. Error histórico. Cuando Stalin quiso implantar el comunismo en la católica Polonia le advirtieron: “Es como ensillar una vaca”. Al final, la vaca terminaría por empitonar a todo el Soviet supremo en pleno. ¡Qué magnifico granjero fue Juan Pablo II! ¿Cuántas divisiones tiene el Papa? preguntaba con sorna el dictador asesino. Ninguna. Le bastó con una vaca polaca para derribar el muro de la barbarie, el terror y la tiranía.
Esta antigualla de socialismo conservado en formol y de instintos reaccionarios que abandera Pedro Sánchez se obstina en recuperar aquella vieja moda del laicismo del siglo XIX, de secularizar descristianizando. El laicismo certifica la incompatibilidad entre religión y democracia, entre fe y progreso y se afana por arrancar de la sociedad y del individuo la raíz de lo trascendente y de todo lo sobrenatural. Es una ideología netamente totalitaria que, bajo máscara de neutralidad, pretende expulsar la religión del espacio público y ocuparlo alumbrando una religión sustitutoria: la del Estado. Lo más curioso de este socialismo de ayer es su sectarismo, que le lleva a señalar solo a la fe católica, no a las demás. A lo mejor es que piensan que es la verdadera. Al dirigente del PSOE le regalas un décimo de lotería de Navidad o del Niño y seguro que te lo rechaza por la imagen con motivo religioso que tradicionalmente acompaña al número. Sánchez debe ser tan laicista que por no creer quizás no cree ni en su propia suerte.
Pretender recluir la fe en los templos, en las sacristías, lejos de los parlamentos, de las empresas, de las universidades, de las escuelas, del arte es como enjaular a un pájaro. No puede volar. La fe si no discurre por las calles y plazas no es fe. Si se impide su proyección pública no vuela hasta el Cielo. Y los cristianos tenemos la osada intención de querer llegar al Cielo con dos alas: la razón y la fe. Si nos cortan una, atentan contra nuestra libertad. A ver si va a resultar ahora que Sánchez está por la labor de enjaular a las aves y privarles de su libertad. Lo mismo pretende también afeitar los cuernos a las vacas ¿Será un liberticida? De continuar así, socialista y liberticida van a ser sinónimos. ¡Cuántas semejanzas tienen los apellidos Sánchez y Vázquez! ¡Pero qué diferencia entre uno y otro. La misma que hay entre lo nuevo y lo viejo.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 26 de 0ctubre de 2015. https://www.elimparcial.es/noticia/157463/