¿Dónde están las llaves?

Junto al virus covid con sus múltiples cepas y variantes, pulula entre los estertores de esta postmodernidad otra pandemia igualmente dañina para la higiene moral del hombre. El relativismo. Una tiranía del “todo vale” que resulta beligerante y excluyente contra la libertad y la igualdad. Un absolutismo consistente en aceptar como válidas todas las opiniones, aún las de los necios e imbéciles. Un narcótico que aturde a la ciudadanía y acaba por anestesiarla permaneciendo una gran mayoría de gente como sumida en la ignorancia y en la confusión cuando no en el engaño.

Aciaga época ésta en que las diferencias entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno y lo malo dejan de existir porque todo es relativo. Se decreta la ausencia de certezas y se niega la existencia de la verdad objetiva. Y si no existe la verdad, tampoco existe la mentira. ¿A quién beneficia esta trama tan irracional? Al gobernante aspirante a totalitario. El relativismo, que ni afirma ni niega nada, suele presentarse bajo una forma buenista de pluralismo. Incluso, tergiversa su significado convirtiéndose en sinónimo de pluralismo y tolerancia. Otra manipulación más. Primero, porque relativismo y pluralismo son diferentes. Segundo, porque no se puede tolerar el mal ni la mentira.

Descendiente directo de la casta relativista es la corrección política o ideológica, feo hábito de adulteración de la realidad mediante mercancías de contrabando. Quienes lo practican ocultan las verdades que incomodan a sus relatos, practican la violación de normas jurídicas, morales y hasta científicas y exigen tolerancia y ausencia de límites para atacar y combatir los argumentos e ideas de quienes no piensan como ellos. En cambio, cuando otros cuestionan sus propias tesis actúan como déspotas y dogmáticos cancelando la libertad, impidiendo el debate y tratando de imponer de forma absoluta “su” verdad. Consecuencia directa de su desfachatez intelectual y de su anemia moral es el empleo de una doble vara de medir, ese doble rasero que acarrea un enjuiciamiento sectario e incoherente de ideas y pensamientos. Y así, muchas voces oprimidas por el complejo se convierten en eco.

La socióloga norteamericana, Anne Hendershott, sostiene que los relativistas rechazan conceptos como el bien y el mal y una sociedad que se resiste a condenar actos que nuestro sentido común nos dice que son destructivos (aborto o eutanasia), es una sociedad que ha perdido la capacidad de enfrentarse al mal. Como decía el presidente Lincoln se puede engañar siempre a unos pocos o a muchos. Se puede engañar un tiempo a todos. Pero es imposible engañar siempre a todos. Y es que como afirma Erich Fromm el hecho de que millones de personas compartan los mismos errores o las mismas mentiras no convierte éstos en aciertos o verdades. Por eso nunca logró Goebbels convertir en verdad una mentira mil veces repetida. Resulta que antes se atrapa a un relativista que a un cojo. Parafraseando al Papa Pablo VI, el relativista es quien sale de casa y pierde la llave para volver.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 19 de diciembre de 2021. https://www.elimparcial.es/noticia/233783/opinion/donde-estan-las-llaves.html

2 comentarios en “¿Dónde están las llaves?

  1. ALONSO BECERRIL, María Dolores

    Magnífico artículo, como siempre, claro e instructivo.
    Todo es importante, aunque el resumen perfecto es su última frase: «Parafraseando al Papa Pablo VI, el relativista es quien sale de casa y pierde la llave para volver»

    Muchísimas gracias.

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