Educar en situación excepcional

La pandemia de coronavirus nos obliga a una inédita vivencia: una cuarentena, con evidente restricción a la movilidad e indudables efectos psicológicos. Compleja situación en la que los más vulnerables son niños y adolescentes que, además de afrontar la excepcionalidad, deben proseguir su actividad escolar confinados en sus casas. Algo también inédito para ellos, aunque dispongan de ágiles herramientas tecnológicas y sean dirigidos y supervisados en la distancia por sus profesores, a quienes justo es agradecer su encomiable esfuerzo, muestra de un esmerado magisterio y un sincero cariño hacia nuestros hijos.  

Aunque toda comparación deviene odiosa, sirva como umbral de lo que encierra el título la maravillosa y sobrecogedora narración contenida en ese magnífico relato de Antonio Iturbe, La bibliotecaria de Auschwitz. Su protagonista, Fredy Hirsch, se dedica en secreto a crear una escuela con su clandestina biblioteca integrada por libros prohibidos. En un ambiente de terror y horror como es un campo de exterminio nazi, hay niños que deciden no rendirse y eligen leer, y con ello, vivir porque “abrir un libro es como subirte a un tren que te lleva de vacaciones”.  

En esta cuarentena padres e hijos debemos sacar lo mejor de nosotros mismos. La familia debe ser como un puerto de refugio ante las embestidas de un oleaje que será incómodo e, incluso, penoso. Tras días de calma, orden y disciplina, vendrán momentos angustiosos e insoportables en los que nuestros hijos quieran rendirse. Deambularán entre la apatía y la indiferencia. Mantengamos la calma, no perdamos los nervios ni la alegría. En los malos tiempos el optimismo es una necesidad. Vivir una realidad así es ya para ellos una auténtica lección de vida que les fortalecerá y hará madurar. Educar es enseñar a los hijos a enfrentarse con problemas reales. Nada más real que lo que estamos viviendo. El aprendizaje dará sus frutos porque maestra dolorosa es la experiencia. Y hasta los más pequeños detalles y los más sencillos gestos serán recordados por nuestros hijos algún día en su porvenir y con inmensas ventajas para ellos.

La educación es, en esencia, una relación personal entre profesor y alumno porque el maestro debe mirar a la cara a sus alumnos. Pero en situaciones excepcionales, un buen libro puede obrar como sustituto del profesor. Gregorio Luri sostiene que los niños deben leer mucho y deben apuntar las palabras nuevas que han aprendido tras la lectura. En una cuarentena en el hogar y en familia puede leerse y aprenderse mucho de tantos y tantos libros de provecho y que hacen pensar.

En días como los presentes recordemos las palabras del Papa Francisco: “la familia es el hospital más cercano, la primera escuela de los niños, el mejor asilo de los ancianos. En la familia se aprende a decir perdón sin avasallar, a decir gracias con la expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad y la voracidad”. Además, cuarentena tiene la misma raíz que cuaresma, transida de sacrificio pero iluminada de esperanza.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *