Memoria y agradecimiento

– ¡ Mi sobrino ha hecho unos estudios excelentes gracias a su memoria ! contaba una amiga a otra.

– ¡ Bah ! arguyó la otra con aire zahiriente, cuando no se tiene nada más…

¿ Y si no se tuviera memoria ? Rotundamente, no se podría vivir y la inteligencia sería inservible. Para Umberto Ecco, la memoria tiene dos funciones: la de retener y la de filtrar la información. Si no elimináramos la mitad de todo lo que aprendemos, nos volveríamos completamente locos, dice el escritor. Ciertamente, para algunos el verdadero problema de la memoria humana no reside en la dificultad para recordar, sino en la imposibilidad de olvidar. Y es que en la vida, para alcanzar la paz del espíritu conviene, a veces, olvidar determinados hechos de desagradable calificación. 

Y los pueblos ¿ tienen memoria ? Sí, pero olvidan con una facilidad asombrosa, ya sea por confiados o por débiles. Por ley se decidió que los españoles debíamos recuperar la memoria sobre hechos de nuestra reciente Historia. Aunque ésta imparte perdurables lecciones, con prudencia nos advierte Fernando Savater que lo contrario de la memoria no es el olvido, sino el recuerdo amañado. No seríamos buenos estudiantes recordando lo sucedido hace ochenta años y olvidando lo que ocurrió hace cuarenta. La memoria selectiva pierde objetividad.

La gran obra de la Transición, la reconciliación entre españoles, lo fue de toda la sociedad. Como impulsor y al frente de ella estuvo la Corona. Conviene recordarlo. Como justo y necesario es también recordar que aquella aspiración de concordia devino en logro, gracias al sacrificio y generosidad de tantos, y a pesar del cerril hostigamiento a que nos sometió la barbarie terrorista, que tantas vidas segó y tanto sufrimiento causó. No se olvide.

Aquél regio contrafuerte del 78, por el que brotó y trepó como hiedra viva la libertad de un pueblo, nos ha sostenido con décadas de solidez, estabilidad y prosperidad. Al percibirse las primeras grietas en el muro ¡qué pronto se olvida la utilidad de la construcción y la habilidad de su artífice! El desmemoriado es, por naturaleza, desagradecido. Parece que habitamos en el olvido cuando necesitamos rehacer la argamasa del consenso. Y con la memoria nos debiera bastar.

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