Tecnócratas y cuentistas

No hay política creíble sin presupuestos creíbles. La OCDE, el FMI y la UE formulan reparos a las cuentas de Sánchez. En Moncloa cunde la sensación de que tales organizaciones son el tridente del facherío internacional. Carmen, la de Cabra ha sentenciado: O estáis con nosotros y sois unos demócratas o estáis contra nosotros y sois unos fascistas. Sánchez e Iglesias pactaron unos presupuestos muy sociales situando en el centro a las personas. Otra trola más. El centro, y no precisamente democrático, son ellos. Los expertos en cuentas se dan cuenta de que Sánchez es un cuentista. Los socialistas tendrán que gobernar con los presupuestos de Rajoy. El peor enemigo de Sánchez no es Casado, ni Rivera, tampoco Abascal, ni siquiera Teseo. Es la hemeroteca: O presupuestos o elecciones, clamaba en la oposición. Como presidente, ni lo uno ni lo otro. Solo viajes con que circundar el mundo acumulando postales como evidencias de que un día desgobernó España y cedió sobre Gibraltar.

Los presupuestos del PSOE siempre fueron expansivos, o sea manirrotos. Prestos al despilfarro como planes quinquenales soviéticos, que nunca lograban la eficiencia ni espoleaban la economía. Al contrario, la reducían a escombros. La eficiencia es propia de tecnócratas. Cierto día, a finales de los 50, Manuel Arburúa, ministro de Comercio, le dijo a FrancoExcelencia: solo nos queda gasolina para subir la Cuesta de las Perdices. (Por ahí, se enfilaba hacia Cuelgamuros). Entonces Franco dio carpetazo a la autarquía y mandó llamar a Laureano López Rodó, Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio, auténticos tecnócratas. Aquello fue mano de santo. Eran del Opus Dei. Y con ellos llegó el milagro económico español. Con el disparate de la memoria histórica, recordar aquello pronto nos supondrá el Gulag.

La ministra Nadia Calviño, aspirante a tecnócrata, descendió a cuentista con sociedad instrumental y testaferros incluidos. Como otra Nadia, la Comaneci, que hacía piruetas en la barra fija, la Calviño las hace sobre sus propias cuentas y las públicas e intenta ante Bruselas la cuadratura del círculo. Aunque en Bruselas son más de escuadra y compás. Nadia llegó al Gobierno como alegría primaveral, una rosa fresca. Como el cuadro de Delacroix, pero en lugar de la libertad, ella era la economía guiando al pueblo. Y a Sánchez. Pero mientras Zapatero tenía dos tardes para aprender economía, aunque las desaprovechó, Sánchez no para con el Falcon. Y las rosas van marchitándose. Nadia y la del PSOE. El socialismo, que vino a liberar el solar patrio de las garras del PP corrupto, dijo la sartén al cazo, está infectado de corrupción, agrava el problema independentista, (Borrell es testigo), asusta a inversores y empresarios y aún no da por muerto a Franco. Mientras, Iglesias, tirando de manual stalinista, declara disuelta la cuadrilla de la moción de censura: Los Frentes Populares son la táctica favorita del partido comunista para avanzar hacia el poder flanqueado por unos amigos que a la hora de la victoria resultarán implacablemente eliminados. Y Sánchez, sin un tecnócrata que llevarse a la boca.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 25 de noviembre de 2018. https://www.elimparcial.es/noticia/196013/opinion/tecnocratas-y-cuentistas.html

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