Con las bombas de Londres Inglaterra se ha estremecido en sus cimientos. Pero no ha caído. Un dicho inglés asegura que el Imperio británico se apoya en cuatro columnas: la Corona, la Cámara de los Comunes, la Royal Navy y los editoriales del Times. Siguen en pie dichos puntales, Y ha emergido un contrafuerte más: Tony Blair (no nos dividirán, no nos atemorizarán, lucharemos). Su valor ante la tragedia representa la continuidad histórica de Churchill (no nos rendiremos jamás). Ese es el milagro de Inglaterra. Churchill, aristócrata y conservador, Blair, burgués y laborista, pero ambos adoptan los mismos pasos, coinciden ante la Historia para convertirse en estadistas.
Blair ha protagonizado la evolución desde la estrechez de miras del socialismo sectario a la ancha visión del gran estadista. Se ha librado de la ceguera del topo para disfrutar de la visión panorámica del águila. Así, ha hecho evolucionar políticamente al laborismo inglés hacia zonas más templadas, despojándole de sus prejuicios partidistas. Con Blair, cuando el laborismo se viste de seda, liberalismo se queda. Tras la masacre predomina un sentimiento generalizado de admiración hacia el pueblo inglés y su gobernante. Ambos conservan intactas las virtudes que hace 60 años auparon a Inglaterra a la victoria contra el totalitarismo: fortaleza, templanza y honor. Estamos, no hay duda, ante una sociedad decente, y eso, sin necesidad de legalizar el matrimonio entre homosexuales con derecho a adopción.
En latitudes alejadas de Blair, predomina, desgraciadamente la ceguera del topo. Otra vez con la manida denuncia del imperialismo capitalista depredador, con la desgastada acusación de que el Occidente rico es culpable, con la justificación del terrorismo por el agravio de la pobreza. ¿Se atreverían esos trasnochados “progres” a explicar a un superviviente del holocausto que la barbarie de Hitler se justifica por el mar de injusticia universal que supuso para Alemania el Tratado de Versalles?
Ante los aplausos que Blair cosecha de sus adversarios conservadores, muchos en España no están soportando la comparación. Todas las comparaciones son odiosas, pero las de estos días con Londres resultan moralmente devastadoras. Ahora que puestos a comparar, también en España Alfonso Guerra ha recibido aplausos de sus adversarios políticos. ¿Será que, como Blair, ha dejado de ser topo para convertirse en águila?
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario La Razón el 13 de julio de 2005.
Fuente fotográfica: Tony Blair. Diario El Mundo.