Des-concertada

Para muchos católicos españoles, la educación es una cuestión vital. Con su espantosa confusión entre laicidad y laicismo, la izquierda siempre ha mostrado su irrefrenable y obsesiva tendencia a imponer trabas legales y otras más expeditivas contra la enseñanza de la religión en las aulas. El decimonónico socialismo francés lleva tiempo deslumbrando fascinadoramente a los catetos socialistas de aquí en su combate escolar contra la fe católica. Aunque en la década de los cincuenta del pasado siglo, el líder del socialismo belga, Spaak, reconociera que habían cambiado los tiempos y que “las ideas que teníamos los socialistas acerca de la religión y el clericalismo hace cincuenta años, no pueden ser defendidas en el día de hoy”, sin embargo, el progresismo sigue erre que erre pretendiendo birlar a los padres el derecho que tienen en sus hogares y sobre sus hijos para elegir una enseñanza acorde con las creencias que profesan.

Quienes dicen pretender la reconstrucción del país tras la pandemia, se afanan por reducir a escombros uno de sus pilares: la libertad de la enseñanza concertada. Quienes pretenciosamente se jactan de no dejar a nadie atrás, se ufanan por discriminar al 25% de los centros docentes negándoles ayuda financiera y rebajando a sus alumnos a ciudadanos de segunda. El sectarismo siempre se inclina por suprimir lo que funciona cuando es ajeno y mantener lo que no funciona cuando es propio. La consecuencia de un Gobierno sectario es el desgobierno de la nación y el desconcierto educativo, que afecta también a los centros de educación especial. Fuerte con el débil…

En las actuales sociedades democráticas se admite como normal la libertad de enseñanza y el pluralismo escolar. Pero este Gobierno de coalición, mitad leguleyos mitad revoltosos, se resiste a aceptar dicho pluralismo y persiste en la idea de la escuela única, pública y laica a la que trata de diferenciar de una enseñanza elitista, intoxicando con terminología peyorativa en su pérfida estrategia de manipulación. Otra muestra más del abuso de la endiablada corrección política al servicio de la caduca dialéctica marxista de la lucha de clases, reeditada hoy con la contraposición “élites versus pueblo”.

La libertad de enseñanza no puede quedar convertida en una afirmación utópica ni retórica. Tampoco en un mero derecho democrático que permitiera escoger centro docente para sus hijos a quienes son potentados económicos. Se trata de una consecuencia natural y, a la vez, condición de otras libertades como la religiosa, de conciencia o de pensamiento, que el Estado debe garantizar y que, debido a su fundamento iusnaturalista, resultaron siempre muy incómodas para quienes sufren de ventolera totalitaria y ven visiones acerca del hombre nuevo. Si los católicos españoles quieren educar a sus hijos de acuerdo con los dictados de su conciencia, deberán reclamar del Estado lo que es suyo. Toca para ello movilizarse con agilidad y reaccionar inteligentemente ante una ofensiva laicista, otra más, a las que nos tienen acostumbrados quienes proclaman libertades pero al mismo tiempo preconizan un totalitarismo tiránico que es el final de toda libertad.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 5 de julio de 2020. https://www.elimparcial.es/noticia/214731/des-concertada.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *