Sin ubicar

Sostiene Ramiro de Maeztu en La crisis del humanismo que el ideal de todo buen heleno era el de ser un perfecto caballero, y un caballero no alcanzaba la perfección si no moría una muerte noble. Tanto del perfecto caballero como de la muerte noble decían los griegos que eran bellos. Retumba en España la cifra de 13.000 muertos esperando la nobleza que corresponde a su final. La Muerte no sabe de la Vida porque es su antagonista, pero nosotros, cristianos, afirmó Jose María Pemán, sí sabemos cómo la Vida puede alcanzar su victoria final. Con nuestro dolor personal, no debemos consentirle a la Muerte que haga su tarea a su gusto.

Desde antaño, venimos siendo los españoles muy proclives a honrar a nuestros muertos. Magistralmente bellísimas son las honras fúnebres que a modo de elegía dedicaron al óbito maestros de nuestra Literatura como Jorge Manrique en Coplas a la muerte de su padre, o García Lorca en Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías. Por puro cálculo electoral, algunos se han empeñado en consentirle a la ideología “que haga su tarea a su gusto” atascando en el barro de la falsedad la dignidad de 13.000 compatriotas fallecidos, cuya memoria debe ser honrada. Cuando los vivos tienen muertos sin ubicar, los desubicados son los vivos. Simón, no el enterrador, sino el alertador sin alertas, anuncia con el desapego de un frío contable que “nos quedan 13.000 fallecidos ahí, pero no podemos ubicarlos”. ¿Ahí? ¿Ubi sunt? raíz latina de ubicar. La lengua de la nueva normalidad, que pretende precisión para los vivos, no tiene la misma consideración para con los muertos. “Déjalos por ahí”, debió de ser la nueva consigna desde Moncloa a quien, meses atrás, también recibió la orden de dejar por ahí la alarma, porque con dos gallos en el mismo Consejo de ministros debía esperarse a la pelea final en las calles del 8-M.

Hemos logrado el progreso a través de la abnegada constancia y el sacrificio anónimo, pero lamentablemente también certificando en muchas ocasiones que una vida o una muerte suponen un mero dato aportado a la repetida elaboración de hipótesis, solo una reducida cantidad de las cuales son elevadas a conclusiones científicas. Y como los ideólogos del Gobierno han seguido fielmente las recomendaciones de la ciencia y de la OMS, pero solo hasta donde esas recomendaciones coincidían con sus conveniencias partidistas, resulta ahora que su estrategia es que ni la ciencia ni la OMS deben estropearles un buen titular sobre ese mítico índice de letalidad. No es ético hacer pasar por mitos lo que son embustes. “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Dadme un Goeebles y perfeccionaré el engaño. Científicamente constatada la tesis de Chesterton: las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente pero sólo algo vivo puede ir contracorriente, debemos los vivos ir contracorriente de la mentira. Aunque solo sea por honrar a nuestros muertos.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 21 de junio de 2020. https://www.elimparcial.es/noticia/214298/opinion/sin-ubicar.html

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