Inmediatamente después de enterarse del incendio del Reichstag varios periodistas y corresponsales en Berlín se arremolinaron ante el edificio en llamas. Para sorpresa de ellos, Hitler ya estaba allí y premeditadamente les dirigió con afán pretenciosamente solemne unas palabras: “Esto es una advertencia divina y nadie nos impedirá aplastar a los comunistas con mano de hierro. Ustedes son testigos de una nueva y grandiosa época de la historia alemana y este incendio es el principio”.
Una duda abrumó a los reporteros allí congregados: ¿Cómo era posible que Hitler responsabilizara del incendio a los comunistas cuando sólo habían pasado veinte minutos desde que un transeúnte avistara el fuego dando aviso a la policía? Después, los redactores se enteraron de que Goering, presidente del Reichstag, nada más llegar ante el edificio ardiendo, ordenó a la policía: “Registren rápidamente el paso subterráneo que desde mi palacio conduce al Reichstag”. Y con exagerado ardor, como para ser oído por todo el mundo, anunció a voz en grito: “Existe la posibilidad de que elementos comunistas vistiendo el uniforme de las S.A. hayan penetrado en el edificio del Reichstag por ese paso subterráneo con el criminal propósito de prender fuego al edificio”. Willi Frischauer, enviado del rotativo vienés Wiener Allgemeine Zeitung, dijo a uno de sus colegas alemanes: ¿Cree Goering que vamos a tragarnos semejante embuste? Los padres de Frischauer morirían años después en el gueto de Theresienstadt. El pudo escapar a Inglaterra.
Sin prender fuego al Parlamento una democracia puede sucumbir a manos del totalitarismo. De hecho, hay democracias que formalmente funcionan como tales pero materialmente son regímenes dictatoriales que aplastan a sus opositores “con mano de hierro”. Son las llamadas democracias imperfectas o iliberales, consecuencia de la desviación totalitaria del sistema que conlleva una regresión al autoritarismo. Los primeros síntomas de esta patología son difíciles de apreciar pues la robustez y vitalidad del sistema pluralista y de los mecanismos de elección parecen evidentes. Pero sólo en apariencia porque el ciudadano vota pero no elige. La carcoma totalitaria va devorando, sutil pero severamente, los pilares del sistema. Los derechos y libertades se restringen por el poder con signos patentes de tutelaje y abuso. Se intimida y persigue a la oposición. El intervencionismo estatal se torna hegemónico menguando el terreno de la sociedad civil. Se dinamita la independencia de los jueces y la prensa. Se silencia a la opinión pública y se enturbia la transparencia en la gobernación de los asuntos generales.
Como ocurriera en los inicios de la Alemania nazi, resulta crucial que el periodismo libre denuncie el secuestro de la democracia por políticos totalitarios convertidos en dictadorzuelos. Varios países de la América española padecen democracias imperfectas o iliberales, como Venezuela, Bolivia y Nicaragua que, bajo la apariencia democrática, amedrentan a la ciudadanía e impiden la libre competencia por el poder, rasgo esencial según Raymond Aron, que define una democracia al aceptar a la oposición y abrigar la tolerancia hacia el diferente. El caso nicaragüense resulta hoy muy preocupante. En las últimas semanas el sandinismo ha encarcelado a cuatro precandidatos opositores y dirigentes del empresariado y de la sociedad civil siguiendo el mismo método que el nazismo empleó para eliminar a la oposición comunista: el embuste, la falsificación y la manipulación.
Quien fuera guerrillero fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Tomás Borge, y dirigente durante el Gobierno que siguió a la Revolución de 1979, manifestó antes de su muerte en 2012, con el sandinismo nuevamente en el poder tras el triunfo electoral de 2006: “Todo puede pasar aquí, menos que el Frente Sandinista pierda el poder. Me es inconcebible la posibilidad del retorno de la derecha en este país. Podemos pagar cualquier precio, lo único que no podemos es perder el poder. Hagamos lo que tenemos que hacer. Habrá Frente Sandinista hoy, mañana y siempre”. Al igual que Hitler en Alemania hizo lo que tenía que hacer para intentar perpetuar con su nacional socialismo el “imperio de los mil años”, otros dictadores hispanoamericanos creyendo apadrinar “nuevas y grandiosas épocas”, ambicionan su permanencia vitalicia en el poder abatiendo la democracia y ahogando la libertad.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 20 de junio de 2021. https://www.elimparcial.es/noticia/227353/opinion/nacional-sandinismo.html