A pesar de sus dramas, las gentes del campo son alegres, perseverantes y acogedores. Se levantan siempre después de una caída. Su fe es recia y su hospitalidad sincera. Si con la poca ayuda que reciben, logran productos buenos y de calidad, ¿a dónde llegarían nuestra agricultura y ganadería con un poquito más de apoyo y atención de nuestros políticos? Si no fuera por la agricultura, la ganadería o la silvicultura o, incluso, la práctica cinegética, España hoy sería muy distinta a como la vemos. Unas zonas serían un erial o un desierto; otras estarían invadidas por bosques y matorrales impenetrables. Y es que resulta notable la aportación de las actividades agropecuarias al equilibrio medioambiental, y su contribución a una potente industria agroalimentaria que día a día exporta más productos de calidad: aceite, vino, frutas y hortalizas, productos lácteos, carne porcina… Y lo hace a todo el planeta.
Hoy los desafíos del mundo rural son la despoblación y el imparable avance de la tecnología. Abordando ambos se puede afrontar con mayores garantías de éxito ese otro factor indispensable: El talento humano, es decir, la creatividad, el conocimiento, el emprendimiento de las gentes del campo, que lo tienen y mucho. Dotar de tecnología al campo implica favorecer la creación de nuevas industrias agrarias y ganaderas en los pueblos, facilitar el surgimiento de nuevas empresas y proyectos innovadores que revitalicen y dinamicen la vida económica y social en las zonas rurales. Es, en definitiva, poner las condiciones para que el medio rural no esté deprimido, sino que se desarrolle y sea lo suficientemente atractivo a fin de que la gente quiera vivir en el campo y éste se repueble para recuperar toda su potencia y todo su compromiso social y económico.
El sector agropecuario es un sector estratégico que no puede regirse exclusivamente por consideraciones de mercado. En él concurren condicionantes que no se dan en ningún otro sector: riesgos meteorológicos: sequías, inundaciones, granizo, heladas, vientos… y riesgos biológicos: plagas, pestes o enfermedades en los animales. A ellos, se suma otro más: el sanchismo. Salió Sánchez escaldado de Castilla y León, región agropecuaria por antonomasia en España, y ahora su obsesión le hace ver ultraderechistas allí donde la gente no piensa como él: todo el campo viste de azul mahón. Su gran error es ignorar al productor y despreciar a su familia. La mejor prueba de progreso social es defender a los agricultores, ganaderos y a quienes viven del campo porque con ello nos estamos defendiendo todos.
Menos viajar en Falcon y más contacto con la gente cercana y entrañable del campo. A Sánchez le falta aprender cómo la remolacha ha sido atacada por la pulguilla, qué es el panizo de Daimiel, degustar ese pan de tres libras que la Eusebia cuece los sábados, ver muy de mañana cómo se alza el puesto de melones de la carretera y conocer lo tragón de pura cepa que es nuestro ahijado Juanón Lo que no debe hacer Sánchez es poner puertas al campo.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 20 de marzo de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/236941/puertas-al-campo.html