En un debate televisado durante las elecciones presidenciales de 1980, Ronald Reagan le espetó a Jimmy Carter: “Usted es como el curandero que se enfada cuando aparece un médico con un tratamiento que funciona”. Durante el último debate del Estado de la Nación, Pedro Sánchez reprochó al líder de la Oposición, Alberto Núñez Feijóo, que formulara el “diagnóstico del curandero que no dispone de datos y se beneficia de la enfermedad”, por asegurar el líder del PP que la inflación que padecemos “está provocada por el Gobierno y que con otro Gobierno no hubiera pasado”.
Más de tres meses después de aquel reproche, Sánchez no puede controlar la inflación, que continúa desbocada siendo la protagonista del escenario económico nacional. El Gobierno es incapaz de actuar como un bienhechor médico que, aplicando el tratamiento efectivo que funciona, combatiera la enfermedad y obligara a la inflación a hacer mutis por el foro. Y para mayor agravamiento, el mismo Gobierno insiste en un incremento de la presión fiscal, cuando no sólo la Oposición, sino también algunos barones socialistas no alineados con las tesis de Moncloa, se afanan por aliviar la carga tributaria sobre los sufridos ciudadanos mediante bajadas de tipos impositivos. El curandero enfadado tacha de “insolvente” a Feijóo y de “brujos fracasados” a quienes sostienen que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos. Si para sostener el Estado del bienestar hacen falta impuestos, también resulta necesario gastar con eficiencia. Sobran esos inútiles Ministerios y toda una legión de asesores que ni siembran ni recolectan. Por no hablar de la sanidad pública, cuyo modelo de gestión, heredado del franquismo, resulta ineficiente.
Viendo sus mañas, puede decirse de Sánchez que recuerda mucho a Franco. Al igual que el dictador, le gusta mandar y tener todo bajo su férreo control. Sánchez es un controlador nato. Desea dominar las instituciones: la Fiscalía, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Banco de España, el INE, Indra, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, RTVE, la SER y el resto de la prensa. Y, a través del centralismo fiscal, persigue manejar todo el sistema de financiación autonómica, esto es, todas las Comunidades Autónomas.
Decía don Gregorio Marañón en sus Ensayos liberales que “ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fé sino ejercerla, de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio, o como, por instinto, nos resistimos a mentir”. Sánchez, como Franco, no es liberal. Si bien, Franco podía nombrar obispos, pero Sánchez no. Por ahora.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 2 de octubre de 2022 https://www.elimparcial.es/noticia/243734/opinion/el-controlador.html