Tecnología elevada al altar

Gutmaro Gómez Bravo es profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, lleva 17 años dando clase. Este curso ha tenido que cambiar su forma de evaluar a sus alumnos porque se ha dado cuenta de que la mayoría, incluso los que se sientan en primera fila en el aula, utilizan ChatGPT (inteligencia artificial), para hacer los trabajos. Ha vuelto  al examen tradicional a pesar de que según él, es un retroceso. Así comienza su entrevista en el diario El Mundo de 11 de septiembre de 2023, página 16, por la periodista Olga R. Sanmartín.

Cuando la “rabiosa” actualidad del día viene marcada por noticias como el terremoto en Marruecos, la dimisión del presidente de la Real Federación Española de Fútbol o la exigencia de amnistía del separatismo catalán, conviene leer entre líneas para dar con informaciones del máximo interés, no tanto para «el día a día», pero sí para «el década a década». De la citada entrevista del profesor Gómez Bravo les resumo lo que ha llamado mi atención:

Que tras la pandemia y debido al exceso de clases on line, los alumnos llegan a la universidad peor preparados. “Si pones una imagen o un PowerPoint te siguen, pero, si les mandas leer, hay un vacío: desconectan. Veo que no resuelven problemas y no reconocen los bulos”.

Que la lectura y  la escritura han sido desplazadas. “A mis clases de 3º y 4º vienen estudiantes con faltas de ortografía, e incluso se cometen en las tesis doctorales. Utilizan un lenguaje coloquial y hay un uso constante de la primera persona en los trabajos”.

Que como profesor, él usa la tecnología en apoyo a la docencia, pero hay que poner un límite. “El problema es que (la tecnología), está sustituyendo la capacidad crítica de los alumnos”.

De lo descrito me inquietan dos circunstancias: A los alumnos no les resulta posible reconocer los bulos y la tecnología está sustituyendo su capacidad crítica. Un ciudadano con un perfil así está intensamente expuesto a la intemperie de la manipulación, resultando fácilmente ser sometido y controlado por el poder.

Aunque hace años no se hablaba de tecnología, sino de técnica, sin embargo, el efecto es el mismo. Por ello, les traigo dos botones de muestra

“Las dictaduras de otros tiempos precisaban de hombres de grandes cualidades, incluso en los puestos inferiores, hombres que supieran pensar y actuar por su cuenta. El sistema autoritario de los tiempos de la técnica puede prescindir de ellos; los medios de telecomunicaciones permiten mecanizar el trabajo del mando inferior. La consecuencia de todo ello es el tipo de hombre que se limita a obedecer órdenes sin cuestionarlas. Los hechos criminales de aquellos años no se debían solo a la personalidad de Hitler. La enormidad de aquellos delitos también debía atribuirse a que Hitler fue el primero en poder servirse de los medios de la técnica para multiplicarlos. Pensé en las consecuencias que podía tener en el futuro un poder ilimitado que actuara en complicidad con el de la técnica, dejándose asistir pero también dominar por ella. Nada impediría a una técnica y a una ciencia que hubieran escapado a nuestro control, consumar la obra de aniquilación del ser humano que han iniciado ya en esta guerra tan terrible. Todos los Estados del mundo corren hoy riesgo de caer bajo el terrorismo de la técnica, aunque en una dictadura ese peligro me parece ineludible. Cuanto más se tecnifique el mundo, será más necesario que, en contrapartida se fomente la libertad individual y el respeto de cada hombre a su propia dignidad” (Albert Speer, Memorias).  

“¿Y cuál es el gran peligro que nos amenaza a todos?, preguntó el magistrado. El esclavo técnico, prosiguió Traian Koruga. El esclavo técnico es el criado que nos hace cada día mil servicios de los cuales no sabríamos prescindir. Empuja nuestro auto, nos da luz, nos echa agua para lavarnos, nos da mensajes, nos cuenta historias para divertirnos en cuanto damos la vuelta al botón de la radio, traza carreteras y desplaza montañas. Los esclavos técnicos obran con leyes propias, diferentes a las de los humanos. Su influencia se hace sentir cada vez más. Con el fin de poder tenerlos a su servicio los hombres se esfuerzan en conocer e imitar sus hábitos y sus leyes. Y así, poco a poco, sin darnos si quiera cuenta renunciamos a nuestras cualidades humanas, a nuestras leyes propias. Nos deshumanizamos, adoptamos el estilo de vida de nuestros esclavos técnicos y terminamos por imitarlos. El primer síntoma de esa deshumanización es el desprecio al ser humano. Y ahí es donde comienza el drama. Los seres humanos están obligados a vivir y comportarse según leyes técnicas, extrañas a las leyes humanas. Y quienes no respetan las leyes de una máquina, llevadas a rango de leyes sociales, son verdaderamente castigados. Es acaso la época más sombría de toda la historia de la Humanidad. Jamás ha estado tan bajo el nivel del hombre. Desde el momento en que el hombre ha sido reducido a la sola dimensión de valor técnico social puede sucederle cualquier cosa. Pueden detenerle y enviarle a hacer trabajos para un plan quinquenal, para la mejora de la raza u otros fines necesarios a la sociedad técnica sin ningún miramiento para su persona. Sin la complicidad de un hombre, los esclavos técnicos no pueden atacar a los seres humanos. Teniendo como cómplice a un ciudadano, que no es un ser humano, los esclavos técnicos se convierten automáticamente en monstruos del Apocalipsis. ¿Qué entiendes por ciudadano? Ciudadano es el ser humano que no vive la dimensión social de la vida. Posee la crueldad del hombre y del animal y la fría indiferencia de la máquina. Los rusos han logrado crear el tipo más perfecto de toda la especie: el comisario” (Gheorghiu C. Virgil, La hora 25).

Ojala no perdamos el sentido crítico ante esta vida tan tecnológica y una tecnología tan enaltecida.

1 comentario en “Tecnología elevada al altar

  1. Miguel Angel Garcia

    Le preguntaron en cierta ocasión a un prestigioso doctor en medicina, cual era la enfermedad del hombre moderno.
    Su respuesta: -“la enfermedad del hombre de hoy es que no piensa”.
    Muy buen artículo aunque me llena de desesperanza.!

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