Dama romana, descendiente de los Escipiones y los Gracos, de familia noble, casada con el senador Toxocio, con quien tiene dos hijas, Blesila y Eustoquia. Paula pronto queda viuda y se consagra a la más estricta piedad.
Con un grupo de patricias, asiste en un palacio del Aventino a las lecciones biblícas que imparte un monje venido de Tierra Santa, San Jerónimo (30 de septiembre), amigo del papa Dámaso. Bajo la influencia del aquél, ella y sus dos hijas estudian hebreo para leer las Escrituras. A partir de entonces, ya solo vivieron para Dios.
Al poco tiempo muere Blesila, y al faltar también el papa Dámaso, Paula y Eustoquia embarcan en Ostia para reunirse con San Jerónimo y se instalan en Belén. Allí fundan un monasterio para mujeres y una hospedería para peregrinos, al objeto de que no faltase acogida donde el Niño Jesús no la encontró. Paula gasta toda su fortuna desviviéndose en fervor y en caridad. Al morir Santa Paula, Jerónimo le dedica una impresionante carta epitafio.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.