Salvo para un diputado por Teruel, al que Moncloa le ha birlado la sede de la Agencia Espacial, Sánchez legisla en favor de minorías: presos etarras, presos violadores, presos golpistas, presos corruptos, sujetos/as trans, animalistas, guerracivilistas del bando rojo… Está tan descentrado en satisfacer a grupos de menor cuantía que se olvida de las cuentas del mayor, del interés general. Incapaz de torear el mihura de la economía, ha abandonado a los empresarios, a los bancos, a los autónomos, a los trabajadores… motores de una nación. Ha esquilmado el sistema educativo, factor de cohesión nacional y ascensión social, y se le echa encima la demografía, sin espolear la natalidad, la gran lacra que acosa a España, por encima del paro y la inflación.
Con sujetos extravagantes y egoístas Sánchez permanece en la intriga con el fin de derribar el régimen del 78, la monarquía parlamentaria, el Estado de Derecho, la convivencia democrática y la concordia nacional. Le trae al pairo que la ciudadanía apueste por la tranquilidad social y, si puede ser, por la prosperidad económica. Junto con sus socios, él se pierde y pierde el tiempo en veleidades que nunca van contribuir a arreglar España, sino a destruirla. Se ha erigido en jefe de una banda que para cometer fechorías convoca a los suyos: al fiscal del Tribunal Constitucional, a los presidentes del Congreso y del Senado, a sus esbirros del partido, a sus vasallos de la prensa…
Anoche su majestad, el Rey de España advirtió que la división entre los españoles es lo peor que puede ocurrirnos como nación. El PSOE lleva una década azuzando esa división. Y la historia, dolorosa lección, nos enseña siglo tras siglo lo que Felipe VI ha confirmado. No avanzamos por separado, sino en unión. Dijo Emilio Castelar: “España ha cansado a la historia”. Y si tiramos de historia nos encontramos con lecciones: “Cuando en un pueblo se cierran las puertas de la justicia, se abren las de la revolución. Yo no sé adónde vamos; pero sí sé que doquiera que vayamos, perderemos nuestro camino” (Sagasta, 1874). Se diría para terminar, que «aunque los españoles tienen ingenio, capacidad y medios suficientes para restaurar su país, no lograrán hacerlo; y aunque enteramente capaces de salvar su Estado, no lo salvarán, porque les falta voluntad de hacerlo” (Sebastiano Foscarini, embajador de Venecia en Madrid, 1682-1686).
Como ocurre entre las bandas de mafiosos, Sánchez sigue empeñado en que en España haya vencedores y vencidos.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 25 de diciembre de 2022 https://www.elimparcial.es/noticia/247523/opinion/una-banda.html