14 de junio (San Eliseo (siglo IX a. de C.)

Tremenda figura del Antiguo Testamento, un labrador del que se nos dice que era hijo de un tal Safat y que estaba arando con doce yuntas cuando pasó junto a él el profeta Elías y le echó su manto por encima, transmitiéndole así sus poderes sobrenaturales. Tras despedirse de los suyos, Eliseo ofrece un par de bueyes en sacrificio y sigue al maestro, a quien, antes de ver cómo era arrebatado al cielo en un carro de fuego, pide la confirmación de su espíritu de profecía.

El segundo libro de los Reyes dedica diversos capítulos a este hombre fuerte y singular que lucha enérgicamente contra la idolatría y va sembrando su camino de portentosos signos del poder de Dios; multiplica panes y también el aceite de unas tinajas, sana a un monarca leproso, incluso resucita a un niño. Eliseo es como una vaga prehistoria anunciadora de Cristo, anuncia lo sublime desde un mundo todavía lleno de hosquedad e imperfección. De hecho, sus milagros, impresionantes y con el sello de la intervención divina, no tienen aún el toque inconfundible de delicada humanidad, de Dios hecho carne y sentimiento, que tienen los milagros de Jesús.

El gesto de Elías recubriendo a San Eliseo con su manto significa que lo oculta a los hombres para meterle en un ámbito sobrenatural que el labrador acepta dócilmente, atendiendo la llamada brusca y definitiva de Dios por la que lo deja todo.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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