8 de agosto. Santo Domingo de Guzmán (1171-1221)

Un joven escolar de Palencia, apasionado de los libros y del estudio, un día vende sus códices laboriosamente anotados para aliviar el hambre que hace estragos en la comarca. Se llama Domingo y es de Caleruega, al sur de Burgos. En la ciudad, quedan asombrados de aquel desprendimiento insólito en una época en que los manuscritos son bienes tan preciados.

Otra estampa más: siendo canónigo en la catedral de Osma, acompaña a su obispo en una misión a Dinamarca para concertar la boda del hijo del rey Alfonso VIII; la unión no se celebrará nunca, pero a su paso por Provenza los españoles se horrorizan ante el gran foco herético que hay allí, y se quedan en el Lenguadoc para convertir a los albigenses. Los príncipes quieren convertir por la espada. Domingo dando ejemplo de caridad y de probreza, con el rezo del Rosario y la persuasión.

Tras el paso de los años, empieza a cobrar cuerpo una orden de predicadores, sacerdotes de sólida formación intelectual, ligados con votos, viviendo en la pobreza y dedicados a la tarea de predicar y enseñar. El Papa aprueba la iniciativa en el 1216 y los dominicos se extienden por toda Europa. Su fundador, Santo Domingo de Guzmán, muere extenuado en Bolonia.

La estampa final se pinta en los frescos de la Capilla de los Españoles en Santa María la Novella de Florencia: allí vemos la gloria de la Iglesia militante y triunfante, servida por los Domini canes, los perros del Señor que, con hábito blanco, en honor de la Virgen, y capa negra, defienden con uñas y diente la fe contra los lobos de la herejía. Sus emblemas son una estrella y un perro con una antorcha en la boca.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol

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