8 de septiembre. Natividad de la Virgen

La Virgen de septiembre es fiesta muy antigua que empezó a celebrarse en Oriente y que ya antes del año 700 era en Roma una de las solemnidades marianas. Conmemora el primer episodio de la Redención, a la que anuncia, como dicen con garbo popular los versos de Lope de Vega:

Canten hoy, pues nacéis vos,

los ángeles, gran Señora,

y ensáyense desde ahora

para cuando nazca Dios.

La Virgen nace discretísimamente, con serena majestad, sin olvidar los detalles cotidianos. Así pinta su nacimiento Giotto en la capilla paduana de los Scrovegni, como queriendo transmitir la lección del hecho trascendental que irrumpe en la vida común sin turbarla. Un himno anónimo, del siglo VII, el Ave maris stella, explica con mucha sencillez lo que empieza en este día: Santa Madre del Verbo, perpetua Virgen, puerta feliz del Cielo, y en seguida pide: Monstra te esse matrem, Demuestra que eres madre. Virgo singularis, Oh doncella única, libres ya de pecados haznos buenos y puros, y en un inciso proclama el gran elogio: Inter omnes mitis, Benigna como nadie. Más llanamente: Tú sí que eres buena.

María nació con un fin que no puede estar más aclaro: Ut videns Jesum, semper collaetemur. Para que viendo a Cristo siempre nos alegremos.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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