Nacida en la ciudad de Alissia o Alesia, hoy Alise-Sainte-Reine, en la Borgoña, lugar célebre por la derrota de Vercingetórix a manos de César, Regina fue una doncella galorromana que a los quince años descubrió la fe en Cristo y se bautizó ofreciendo a Dios su virginidad.
Según el padre Ribadeneira, eran tan hermosa que pasando cierto día por Alissia el prefecto Olibrio y viéndola se enamoró de ella. La llamó a su presencia y sabiendo por ella misma que era cristiana, la retuvo en una cárcel, advirtiéndola que él iba a un viaje, y que si al volver de él no había mudado de religión experimentaría su rigor. Regina se niega a sacrificar a los dioses, es sometida a tortura y tormentos, se producen prodigios (un terremoto, voces celestiales, una paloma que acude a consolarla y que sana sus heridas) que hacen que se conviertan a la fe ochocientos cincuenta gentiles. Por fin, Santa Regina es degollada.
Como tantas otras historias de mártires antiguos, ésta parece cándida e inverosímil, pero sus exageraciones son como el aderezo hiperbólico de un drama bien real, dar la vida por la fe que se tiene, y una cosa así justifica los excesos de cierta desmesura, tampoco vamos a regatear un poco de imaginación con un tema así.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.