Es el único de los Evangelistas que posiblemente no era judío, sino gentil, quizá natural de Antioquía y que parece que fue médico de profesión. Discípulo de San Pablo (quien le alude en la carta a los colosenses como «Lucas, el médico amado»), le acompañó en su viajes y tal vez se encontraba con él en Roma cuando sufrió martirio; escribió el Tercer Evangelio y los Hechos de los apóstoles.
Tras la muerte de Pablo predicó la buena nueva en Egipto y en Grecia, y debió de morir en este último país, quien sabe si crucificado en Patras, como algunos suponen. Su símbolo es el buey, porque su Evangelio empieza con el sacrificio de Zacarías en el Templo, y desde tiempo inmemorial es patrón de médicos y cirujanos. Como Evangelista tiene un rasgo muy peculiar debido a su condición de gentil que escribía para cristianos de cultura griega, hace muy pocas referencias a la ley mosaica y es el que más insiste en el alcance universal de la salvación, mostrándose también en eso fiel discípulo de San Pablo.
Otra característica muy llamativa de San Lucas es ser el que más habla de la Virgen, quizá porque la trató personalmente, por ejemplo, es el único que cuenta la Anunciación. Como se supone que pintara un retrato de Nuestra Señora, los pintores le tienen también por patrón celestial y se encomiendan a él como el artista que tuvo el máximo modelo de hermosura humana.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.