En el santoral de hoy es posible elegir entre dos santos homónimos que fueron obispos de la misma época, pero de características muy dispares. Uno fue obispo de Jerusalén y en el año 195 contribuyó a decidir que la Pascua se celebrase siempre en domingo. Parecer ser que murió a los ciento dieciséis años.
El otro San Narciso, más popular, tiene una historia más enredada; quizá de origen centroeuropeo, durante la persecución de Diocleciano tuvo que huir y refugiarse en la ciudad de Augsburgo. Allí se alojó en casa de una «mujer principal, pero deshonesta», una cortesana famosa cuyo nombre era Afra, incluida en el santoral el 5 de agosto. Siendo idólatra, la oración de Narciso la convirtió junto con su madre y tres criadas suyas.
Más tarde, el santo en unión de su diácono Félix, llega a Gerona, que convierte en su centro apostólico. Años después cuando iba a celebrar misa fue asesinado con su diácono. Murió a consecuencia de tres heridas en el hombre, en la garganta y en el tobillo. En Gerona, de donde es patrón, además de serlo de Augsburgo, es conocido como el santo de las moscas, ya que se dice que en 1285 de su sepulcro salieron enjambres de tábanos que con sus picaduras mortales hicieron huir al ejército francés invasor.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol,