Referéndums

Como las finales en fútbol, los referéndums en política se convocan para ganarlos. Si no, como diría José Motaconvocarlos pa na, es tontería, además de una pérdida de tiempo y dinero. En la ENA debiera enseñarse a quienes aspiran a ser enarcas lo que no debe hacerse si se quiere ganar un referéndum analizando los casos del británico Cameron, del colombiano Santos y del húngaro Orban. También ha de explicarse el caso De Gaulle si lo que se persigue es perder la consulta. Si lo que se pretende es ganarla hay que aplicar el método de Franco, que no perdió ningún referéndum. De él ya contaban los rifeños que tenía baraka, cosa que parece estar perdiendo Zidane, que con más ocasiones que el rival, acaba los partidos en empate técnico. Franco, sin ni siquiera ser candidato, llegó a jefe de los sublevados tras los accidentes mortales de Sanjurjo y Mola, y como no se metía en política pudo estar cuarenta años en el poder. Cimentaba su victoria creando el ambiente propicio para la consulta. Los que voten sí, al Ayuntamiento; y los que voten no, al cuartel de la Guardia Civil. Quienes acudían al cuartelillo luego justificaban su voto negativo gritando ¡Que Franco no se vaya! Todos tan contentos y la jornada transcurría tranquila y sin incidentes como en una democracia avanzada. El apoyo a la consulta, o sea, al régimen, en suma, a Franco solía ser del 99´9% de los sufragios. Con el tiempo, la vía española del referéndum siguió dando triunfos como el de Felipe González y su consulta sobre la entrada en la OTAN. Aquella pregunta era más fácil contestarla que comprenderla. Hasta Manuel Fraga dudó en el momento de rellenar la papeleta. Con la papeleta y la pataleta andan algunos catalanes, que amenazan con un referéndum para la desconexión. Nada serio porque siguen sin querer afrontar la cuestión nuclear, ¿contra qué equipos jugará el Barça si hay independencia? No se puede condenar a las estrellas azulgranas del balompié a jugar ante el Manlleu, la Pobla de Mafumet o el Palamós. Queda, además, el fleco del Valle de Arán, que puede pedir también su desconexión de Cataluña. Se ve que hay falta de unanimidad.

Salvador de Madariaga en Bosquejo de Europa dice que el español ha sido siempre rebelde a la unanimidad. Narra el caso del republicano exiliado en Méjico tras la guerra civil que con el paso del tiempo llegó a concejal del municipio que le había acogido. En una sesión del consistorio, propuso razonadamente la colocación de una farola en una calle de las afueras del pueblo. Tras analizarse la propuesta, el alcalde dio comienzo a la votación. Todos los presentes votaron a favor de la nueva iluminación y al llegar el turno al español, éste votó contra su propia propuesta para sorpresa de los ediles reunidos. El alcalde le pidió explicaciones por su acción. “No soporto la unanimidad”, contestó.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 9 de octubre de 2016. https://www.elimparcial.es/noticia/170476/opinion/referendums.html

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