Alarma

Hasta en cinco ocasiones un Sánchez desconcertado y con sonrisa forzada repitió ante la nación que el virus no distingue colores políticos, ideologías ni territorios. Semejante comentario, impensable en Italia, Alemania o Francia, provoca más alarma que el coronavirus. Pero era la excusatio non petita a la acusatio manifiesta de quien ha practicado en la vida nacional una política estrecha y sin vuelos, atizando las discordias civiles, saturando de prejuicios ideológicos y exagerando la contraposición de intereses entre los españoles. Día tras día los italianos son más italianos, los alemanes más alemanes y los franceses más franceses, pero los españoles estamos cada vez más desunidos, observando perplejos la sectaria, raquítica y miserable mentalidad de ciertos políticos, especialmente dirigentes autonómicos.

Una turbulenta atmósfera de intrigas rodea ya a esa heterogénea coalición que apuntala al Consejo de Ministros, del que emerge una inquietante humareda de egoísmos. Bien sabe el comunismo que todo lo que signifique confusión sirve para la causa revolucionaria y subversiva. Algunos se aplicaron decididamente a ello aunque sin lograr la puesta en marcha de sus colosales aparatos del colectivismo y nacionalización. Otros se delataron por su rasgo mas acusado: la ambición de poder, bajo la que se esconde un partidismo miope y cicatero y una indigencia de soluciones.

Todo empezó mal. Los españoles no somos de medias tintas, sino de francas y directas acciones. Preferimos saber antes que aprender después. Cuando más necesaria era la claridad en las informaciones y la rapidez en las decisiones, el Gobierno receloso y corto de miras se limitaba de forma calamitosa a señalar hechos sin sugerir remedios y a decir verdades parciales. Por tactismo ideológico compraron al feminismo la paz de un día hipotecando durante meses la salud de muchos españoles. Y cuando una preocupación común se adueñó de la ciudadanía decidieron finalmente cargar la escopeta mientras la perdiz quedaba fuera de tiro. Inevitable el resultado: Un Gobierno ineficaz, incapaz e impotente arrollado por los acontecimientos presentes y futuros: una peligrosa pandemia, un  desorden productivo y una desintegración económica.

Si salimos de esta crisis, no será gracias al Gobierno, sino a pesar del Gobierno. En nuestra Historia hay momentos convulsos en los que el pueblo español demostró más altura moral que sus dirigentes políticos. El actual es uno de ellos. Con el esfuerzo de toda la nación, con los recursos magníficos de abnegación y de sacrificio que anidan en nuestros corazones superaremos esta hora difícil que debe servirnos de aglutinante. Es preciso agruparnos sin rivalidades ni odios y sacar a relucir nuestro gen unitivo nacional. Tiempo habrá para el análisis minucioso y la crítica implacable. Porque se pueden pedir cuentas a individuos, pero no se debe entorpecer la protección y el bienestar para un pueblo entero. Tengamos confianza. Seamos disciplinados. Trabajemos sin descanso con afecto desinteresado y espíritu de cooperación. Y, por supuesto, agradezcamos, admiremos y animemos con entusiasmo a esos luchadores infatigables de nuestro sistema sanitario que con generosidad y entrega han cogido a España en sus brazos. Soldados enviados a librar una guerra con el enemigo ya dentro.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 15 de marzo de 2020. https://www.elimparcial.es/noticia/211048/opinion/alarma.html

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