Jalouin

Ya entrada la noche, encontrarte en el garaje con tus vecinos del quinto bajo disfraces horripilantes, él, de diablo, y de bruja, ella, resulta realmente sobrecogedor; si además, te saludan con un ¿Qué hay vecino? la experiencia es terriblemente demoledora. Pero, si ayer mismo coincidí con ellos en el ascensor y parecían personales normales, te dices para sí. ¿Cómo explicarles que Stefan Zweig no datara entre sus Momentos estelares de la humanidad el de estatuir Jalouin como una festividad a celebrar o que el pensador de Rodin no imaginara que una civilización tan fecunda como la grecorromana se asomaría al precipicio cultural alumbrando semejante máquina de disparates. Sin embargo, ahí está la reciente obra de Alessandro BariccoLos bárbaros, describiendo la decadencia de la cultura burguesa occidental hundida en una aberrante crisis de valores. Estamos con Ganivet en que hemos restaurado algunas cosas y falta aún restaurar la más importante: el sentido común.

Como bien dice Douglas Murray en La masa enfurecida, los progres no solo odian a EEUU, también los envidian. Con el mejunje de envidia y snobismo solo puede triunfar el mal estilo. Jalouin es a la cultura española lo que el microondas a la gastronomía. Y parafraseando al sociólogo Bernabé Sarabia, esta tropa de imitadores de zombies son capaces de utilizar un capitel corintio para hacerse una barbacoa. ¡Hombre! pero si esto de Jalouin es cultura; es el paganismo hecho forma, dicen sus corifeos. No, más bien es una cursilería pagana con forma de calabaza en manos de ignorantes que, sin saberlo, trabajan al servicio del satanismo. Porque los muertos no regresan a la tierra, salvo Jesucristo, que, además, venció al demonio, ese pobre desgraciado que no puede amar, como lo definió Santa TeresaJalouin es el intento demoníaco de ganarle la partida a Cristo. Es la revancha. Y los católicos no podemos hacerle el juego, ni siquiera presentándolo como una diversión infantil. Efesios 5.8-11: antes sí erais tinieblas pero ahora sois luz por el Señor. Vivid como hijos de la luz pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada al Señor sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciándolas.

Qué estremecedor parecido con Jalouin tienen esos desenterramientos de muertos o esa regresión al pasado de las leyes de memoria histórica con el afán de captar el voto de los cándidos. Es el truco o trato con que se manejan en política quienes ni saben llevar cuentas ni quieren que se las pidan. En Bruselas dan calabazas a esos dirigentes extravagantes. Jalouin no llega ni a la categoría de folklore popular. Tampoco alcanza a comedia en que la más discreta figura es el bobo. Por eso produce espanto ver a tanto mamarracho disfrazado de bruja, fantasma, demonio, drácula o monstruo. Si de verdad quisieran dar miedo, que se disfracen de surtidor de gasolina o poste de la luz. Eso sí provoca pánico, al menos, al bolsillo de los españoles.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 2 de noviembre de 2021. https://www.elimparcial.es/noticia/232152/opinion/jalouin.html

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