En la Rusia soviética se contaba la anécdota de una vieja visitando el zoológico que se detuvo ante la jirafa y tras observarla con extrema atención, exclamó: ¡Dios mío, lo que han hecho los bolcheviques con un caballo! La izquierda en el poder siempre hace experimentos. Con los números, el resultado es la ruina. Con las personas también. Hace tiempo que el movimiento proletario perdió la confianza en ella y en sus estadísticas, según las cuales, los obreros nadaban en la abundancia cuando realmente lo hacían en la miseria. Aquella aspiración de la vieja izquierda a una mejor distribución de la riqueza permanece hoy como polvoriento cachivache olvidado en el desván. Lo que prima ahora es toda esa gama de productos de moderno diseño con los que engatusar a cándidos y papanatas: multiculturalismo, antirracismo, feminismo, homosexualismo, ecologismo, animalismo y, por supuesto, la ideología de género. Como diseñadores de la sociedad y del hombre nuevo (tabarra permanente del “progre”), los dirigentes de izquierdas olvidan lo esencial para la ciudadanía: prosperidad y concordia.
El nivel de incompetencia embalsada en Moncloa ya rebosa derramándose torrencialmente por doquier. Con tantos Ministerios y cientos de asesores, el Gobierno es incapaz de enderezar el rumbo económico. Con una inflación desbocada, un presupuesto no creíble, además de confiscatorio, y a la espera de unos fondos europeos, ya “intervenidos” porque en Bruselas desconfían, los españoles portan una losa sobre sus hombros. Las generaciones venideras también. Estas, además, serán más ignorantes que las actuales, debido al perverso igualitarismo con que este desgobierno ha desmantelado el sistema educativo imponiendo la mediocridad al reducir la exigencia y suprimir el mérito. Tampoco las relaciones internacionales son su fuerte, no pasando del mero saludo protocolario con los mandamases del mundo en un pasillo y siendo irrelevantes ante la toma de decisiones capitales sobre acontecimientos como la guerra de Ucrania. Marruecos nos provoca una crisis diplomática por falta de criterio ante el asunto del Frente Polisario. Y nuestro ministro del Interior causa una crisis humanitaria en la valla de Melilla. En orden y seguridad, un destrozo. El Tribunal Constitucional declaró que el estado de alarma fue inconstitucional. Pero lo peor está por venir: injusticia disfrazada de justicia. Con ese aprecio vil de Sánchez por la cuerda de presos, diferente al que tuvo el Quijote con los galeotes, están en la calle o lo estarán muy pronto golpistas, terroristas, violadores y agresores sexuales. ¿Liberará también a los malversadores o Griñán ingresará finalmente en prisión? Parafraseando a la vieja del zoológico: ¡Dios mío, lo que han hecho los sanchistas con el Código Penal!
Algunos pretenden ahora que el Tribunal Supremo les saque las castañas del fuego, cuando ni los jueces han prendido el fuego ni echado en él las castañas. Otros esperan que Sánchez actúe y deshaga el disparate de la feministra Montero. No nos engañemos. “No es no¨, dijo Sánchez. ¨Solo sí es sí¨, asiente también Sánchez, por la cuenta que le tiene. A su ineptitud, suma su malicia.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 20 de noviembre de 2022. https://www.elimparcial.es/noticia/245802/opinion/ineptos-o-malvados-o-ambas-cosas.html