Español de origen pirenaico, quizás aragonés o catalán, y posiblemente emparentado con los condes de Aragón, Prudencio salió de su patria invadida por los musulmanes, y como otros españoles ilustres de su tiempo, encontró asilo en la corte carolingia. Destacó como teólogo e historiador, capellán y consejero de Ludovico Pío y Carlos el Calvo, y desde mediados de siglo hasta su muerte, obispo de la ciudad de Troyes, en la Champaña.
Dejó escritas dos obras, Anales reales, resonantes polémicas sobre la predestinación, y Breviarium psalterii y Florilegium ex Sacra Scriptura, estas dos últimas sobre la piedad. Se enorgullecía de su hispánico origen, de hecho adoptó su primer nombre como homenaje al gran poeta de la España cristiana primitiva.
Admirable pastor de almas, prelado fuerte con exigencias y sin blandura, pero entregado a la caridad, San Prudencio Galindo, fue venerado como santo por la ciudad de Troyes desde muy poco después de su muerte.
Fuente. La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.