10 de abril. San Dimas (siglo I)

Es el Buen Ladrón, crucificado a la derecha de Jesús en el Gólgota. Dimas, patrón de los ladrones, debió de ser alguien poco recomendable, un salteador de caminos, un criminal; desde luego un individuo del que desconfiaríamos y al que no invitaríamos a nuestra casa. Y esto es, precisamente, lo que hace Jesús, invitarle a su casa: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Para ello bastó arrepentirse, reconociendo que era justo su castigo, y pedírselo al Señor: «Acuérdate de mi cuando llegues a tu reino». ¡Qué oración tan sencilla, tan pura! Dimas no pidió nada terrenal, a diferencia del otro ladrón, Gestas, no pide que se le salve de la cruz. Dimas tampoco invocó ningún merecimiento personal, como acostumbramos a hacer en nuestras plegarias.

San Dimas, el bandolero ajusticiado, que inspiraría horror o tal vez compasión a cualquier cristiano honorable, resulta que sabe rezar mejor que nosotros. Y Jesús, que aún en su agonía seguía abriendo corazones, primero el de Dimas, luego el Longinos, le promete a aquél lo que no prometió a nadie tan explícitamente, la gloria eterna. Por saber pedir, cuando todo estaba perdido, con infinita humildad y con gozosa esperanza.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *