Papa alsaciano de noble familia, Bruno de Egisheim-Dagsbur destacó como sacerdote por sus virtudes hasta el punto de ser conocido como «el buen Bruno», capellán de su primo el emperador Conrado II, más tarde obispo de Thoul y, por fin, elegido papa a mediados del siglo XI.
Muy activo y enérgico, León IX peregrinó por media Europa corrigiendo abusos, oponiéndose a herejías, defendiendo la supremacía pontificia, impulsando la reforma de Cluny, sentando las bases de lo que será el Derecho canónico y llamando a su lado como canciller al gran Hildebrando.
Una trayectoria ejemplar de padre que defiende la pureza de la fe y de las costumbres, y la independencia de la Iglesia interviniendo en la política mundial para poner paz con un talante de bondad evangélica que desarmaba a sus mismos enemigos. Un gran papa, pero su trayectoria se vería empañada por la imprudencia, el fracaso y el error de la polémica iniciada con el patriarca de Constantinopla que conduciría después de su muerte al cisma de Oriente, y su desafortunada guerra defensiva contra los normandos en el sur de Italia concluyó con una derrota y con el cautiverio del propio San León IX.
Fuente. La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.