1 de mayo. San José obrero

En 1955 Pío XII hizo algo que tiene una gran tradición en la Iglesia, superponer su sentido cristiano a la popularidad de las fiestas paganizantes: la jornada internacional del proletariado (en recuerdo de los llamados «mártires de Chicago» de 1886) pasaba a ser también el día de San José obrero, artesano o trabajador. Históricamente hablando, la iniciativa no tuvo éxito y desde entonces no es más que una celebración en familia que no ha cristianizado la fecha, provocando más bien reacciones hostiles e injuriosas. El carpintero de Nazaret, sin comerlo ni beberlo, se ha visto acusado de esquirol.

Ya San Pablo decía a los gálatas que «si buscase agradar a los hombres no sería siervo de Cristo«. La visión sobrenatural no suele ser del gusto de casi nadie, se prefieren cosas más tangibles, como la explotación del hombre por el hombre o la lucha de clases, cuando no ambas a la vez, y el modelo de José, como se dice publicitariamente, no vende.

El primero de mayo unos se lanzan a la calle agitando banderas, otros se acuerdan de San José; hay quien aspira a transformar socialmente el mundo, la Iglesia también, pero sin olvidar que tiene una exigencia mayor en cuanto a la felicidad y que aspira a transformar las almas.

Fuente. La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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