28 de junio- San Ireneo (130-202)

Procedía de Asia Menor y en Esmirna fue discípulo de San Policarpo, cuyas enseñanzas, dice, «atesoro no en el papel, sino en mi corazón, porque lo que se aprende en la niñez forma parte de nuestra alma». De su maestro que había conocido a San Juan Evangelista, recibe una doble lección apostólica, la de la fidelidad y la manera de ser fiel siendo bueno.

Sin duda estuvo en Roma y más tarde fue enviado a Lyon donde la persecución se ensañaba con la joven Iglesia, y en el 177 lleva al Papa una carta de los cristianos lioneses encarcelados, lo cual posiblemente le salvó de la hecatombe en la que iba a perecer el obispo San Potino. A su regreso de Lyon será su sucesor, haciendo renacer de sus cenizas las comunidades de las Galias, sin dejar de vigilar el depósito de la fe, como cuando escribe contra los herejes gnósticos, «deshaciendo a sus tinieblas y errores», lo cual le convierte en el primer teólogo de la Iglesia.

Es dudosa la tradición que le supone mártir, pero sí está atestiguada la delicadeza y el tacto de sus afanes por la unidad y el bien de las almas. Media con el Papa Víctor, que se disponía a excomulgar a los orientales por celebrar la Pascua en la misma fecha que los judíos, y recomienda someterse a la costumbre romana, pero usando procedimientos de persuasión y concordia. El pontífice atendió su ruego.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *