Parece un capítulo de Las mil y una noche, la Leyenda Dorada lo cuenta, luego un poeta inglés del barroco les menciona, pero es sólo una historia fantaseada de los primeros cristianos de Efeso, la ciudad en que se supone murió la Virgen María. La Dormición de la Virgen, como suele decirse en Oriente. También puede aplicarse ese término a estos siete cristianos efesinos tras huir del perseguidor Decio y ocultarse en una cueva próxima a la ciudad. Caen en un letargo que dura varios siglos, y cuando al despertar vuelven temerosamente a Efeso creyendo que sólo han transcurrido unas horas, lo encuentran todo muy cambiado y ven al cristianismo oficialmente reconocido por las autoridades.
Este singular relato, con cierta base histórica (un grupo de fieles perseguidos a quienes se tapió la entrada de la cueva hasta que murieron de asfixia), comenzó a circular en el siglo VI y se incorporó con estos personajes al calendario de la Iglesia bizantina y al martirologio romano.
La cueva es como el seno materno de la Iglesia, símbolo de renuncia al mundo y de refugio contra el horror. En ella el tiempo no cuenta: siglos enteros frente a la eternidad no son nada. El sueño de Dios, el más alto de los sueños posibles, salva de la persecución y hace inmortales. Y así, como los siete protagonistas, todos somos durmientes a la sombra de Dios, confiados en el despertar triunfal.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.