26 de septiembre. San Cosme y San Damián

Hermanos gemelos según la tradición, llamados «anárgiros», es decir, sin dinero, porque sanaban enfermedades sin aceptar pago alguno por sus servicios. Su culto procede de Oriente, quizá de Siria, y se fija sobre todo en el hecho de curar, y por eso se les hace los santos patronos de médicos y boticarios. El fervor que despertaron Cosme y Damián primero en Jerusalén, Bizancio y Egipto, y luego en todo el Occidente es un impresionante fenómeno de piedad que la Iglesia consagró introduciendo sus nombres nada menos que en el canon de la misa.

Todavía, pues, les oímos mencionar en medio del Santo Sacrificio, sus imágenes bendicen el ajetreo de nuestras farmacias y podemos visitar centenares de templos dedicados a su memoria, como la bella iglesia primitiva de Roma, en pleno Foro, en la que conviven armoniosamente elementos del antiguo lugar pagano con el arte de la fe.

Así, hermanos o no, médicos o no, mártires sin duda alguna, obradores de curaciones milagrosas desinteresadas, San Cosme y San Damián traspasan los siglos como un testimonio matizado de ambigüedades, trayéndonos desde una lejanísima antigüedad un cúmulo de santos prodigios que se confunden con la leyenda, ocupando un lugar simbólico en la piedad cristiana.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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