1 de diciembre. San Eloy (558-660)

También conocido como Eligio, el lemosín, patrón de orfebres, plateros, metalúrgicos y herradores. Lo suyo era el arte de los metales nobles en el que llegó a destacar como unos de los artífices más competentes de su época. También fue orfebre de su propia vida, nombrado consejero de reyes, elegido obispo, haciéndose famoso por su honradez, su piedad, su caridad y su afán limosnero.

En la monarquía ruda y bárbara de aquellos siglos oscuros, Eloy es una centelleante estampa dignísima e insólita. Trabajador de lo perdurable que convierte en belleza superior el oro y la pedrería, la libertad y las almas. Sólo le atrae lo que no desaparece, lo que no se consume, y se dedica a realzarlo. Artesano de la santidad en tiempos turbulentos que los que reina la violencia.

El exigente y fiel San Eloy supo guardar en palabras de San Juan Pablo II «la proporción adecuada entre la belleza de las obras y la belleza de las almas». Hizo bien su trabajo, sin regatear esfuerzos, sabiendo que sólo una cosa es importante, aristocráticamente despreocupado de todo lo que no fuese la voluntad de Dios.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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