De tanto viajar por España, Pedro Sánchez ha descubierto que es varia y es plural. Aserto sostenido también por José Antonio Primo de Rivera, pero revestido con la idea orteguiana de la unidad de destino en lo universal. Sobre Portugal, decía Ortega y Gasset, que cuando se separó de España tuvo que inventarse problemas para darse una razón de vivir independientemente, por lo cual se hizo navegante; y así Vasco de Gama y los otros no iban en busca de tierras sino buscando el alma de una nación que no la tenía; y la encontraron en el ansia y en la nostalgia de ultramar. Su oceánica unidad de destino en lo universal.
En el siglo XV la Cristiandad se organizaba sobre dos modelos políticos: la ciudad (Italia y Alemania), y el reino (España y Francia), que fue por entonces una fructífera innovación. A la fe debió España la trabazón de su temprana nacionalidad. Quinientos años después Sánchez, consolador del victimismo nacionalista que achaca a Franco todas sus desdichas, dice haber inventado la nación de naciones. Anacronismo que nos retrotrae al cantonalismo del XIX. La idea de España como unidad fue ya de los visigodos al conjugar la unión territorial de la Península con la unión jurídica y la unión religiosa, fruto ésta del III Concilio de Toledo. En 1492, los Reyes Católicos culminaron la tarea de los reyes godos facilitada por el hecho histórico y cultural del camino de Santiago, verdadero cordón umbilical entre España y la Cristiandad durante la mayor influencia islámica en la Península.
Sánchez debe seguir viajando y acercarse junto con Carles Puigdemont y los corifeos del separatismo precisamente a Toledo, y allí todos leer a Josep Pla y sus impresiones sobre esta ciudad castellana: Toledo es el vértice medieval castellano, es decir, el punto más sensible y la clave del arco de la ambición nacional. Es el centro de la Reconquista, que es como decir el centro histórico de este país, de la gran empresa nacional. Hay muchas personas que dicen que los catalanes no saben nada de historia. En Toledo, sin embargo, lo aprendemos todo en un instante. Deberíamos venir todos los catalanes a meditar, porque en esta ciudad todo se explica con claridad. En Toledo Pla permaneció inmune al síndrome del tren de cercanías que padeció, según Luis Racionero, la Generación del 98, consistente en coger el tren en Madrid por la mañana, bajarse en Ocaña, Segovia o Alcázar de San Juan, y confundir España con esas zonas.
España es una nación veterana (Para Kant era el país de los antepasados) y universal (los lugares más gloriosos para España están fuera de ella), que no gusta a esas Internacionales, a primera vista sofisticadas, pero rancias en esencia, a las que les molesta una España unida y católica. Cuando esas Internacionales se refieren a nosotros buscan siempre otro concepto. Les produce alergia pronunciar el nombre de España, nación que es varia y plural al mismo tiempo que una. No lo pueden entender.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 28 de mayo de 2017. https://www.elimparcial.es/noticia/178090/pluriespaa.html