El clásico

La ETA ha pasado de dar el tiro en la nuca en los años del plomo a dar una de cal y otra de arena en la época del buenismo y del pacifismo blandengue, ambos propensos a la claudicación. Haría bien el Gobierno de España en propinar a los asesinos etarras el palo y la zanahoria hasta que rompan a arrepentirse, pedir perdón, reparar el dolor a las víctimas y tanta barbarie a la ciudadanía y, por supuesto, entregar todas las armas, hasta las blancas y las de fogueo. Ojo a esos ingenuos proclives a ceder ante la sirena etarra, que se disfraza de paloma de la paz.

Hablan de desenterrar los zulos, sus arsenales bajo tierra. Hubo un ministro del franquismo que prometió perseguir a los etarras hasta el mismo centro de la tierra. Empezó por los zulos; los mismos que ahora quieren descubrirnos. Cuando los soviéticos estaban a punto de tomar Berlín, las juventudes hitlerianas escondían sus armas entre los árboles del Tiergarten para luego iniciar lo que ellos creían que sería la reconquista de la capital alemana. Da igual la geografía. Los engreídos de ser raza superior siempre han apelado a lo telúrico, a la tierra. Por eso, hay que echar a la ETA y a sus planes por tierra, no echar tierra sobre los crímenes de ETA. Que a la ETA se la trague la tierra y no que nuestro Gobierno tenga que decir: ¡Tierra trágame!

Cuenta el ex futbolista Marcos Alonso, el Pichón, que disputando un partido como colchonero contra la Real Sociedad de San Sebastián en el ya desaparecido estadio de Atocha, ganábamos cero a dos, cuando desde el césped oímos disparos provenientes de las gradas. Más preocupados por el ruido que por el juego, terminamos desentendiéndonos del balón para acabar el encuentro empatados a dos. Una manera de elevar la presión y condicionar el resultado del fútbol. Afortunadamente, hoy el fútbol se condiciona por un error arbitral. Un clásico en el Clásico.     

El terror en España tiene un nombre: ETA, un clásico del terrorismo. No basta con cambiarse de collar y pretender pasar página persistiendo en ser los mismos perros. Desgraciadamente, ETA es una pieza sin la cual no es posible completar el puzzle de la España de los últimos cincuenta años. Hoy a los etarras se les llena la boca de paz. Pero ninguna definición mejor de ETA como tiranía y de su paz como anonadamiento. No es admisible una paz a cualquier precio, que es el anhelo de algunos, atemorizados por las dificultades y los sacrificios que exige la obtención de la paz justa. No una paz a toda costa como propugnan unos, ignorando u ocultando que “a toda costa” puede significar “aún a costa de la justicia”. No deseamos la paz ni aún a costa de la justicia. No hay paz si sobre ella se prolonga el rencor de la lucha. No hay paz sin desarme psicológico. No existe paz posible allí donde la víctima es humillada.

Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 9 de abril de 2017. https://www.elimparcial.es/noticia/176376/el-clsico.html

Fuente gráfica: Araba Press. Patxi Corral

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