De vida centenaria, actividad febril rebosante de eficiencia y orden, tanto en la Iglesia como en el mundo, cristianizó la humanidad y ordenó justamente la estructura y organización de la jerarquía eclesiástica. Siempre portó el Evangelio en una mano y la Ley en otra; el amor y la justicia fueron sus ansiadas divisas. Patrón de quienes aman la Justicia y el Derecho.
Hercúleo dominico, canonista riguroso, confesor de reyes y papas, Raimundo de Penafort fue autor de un manual para confesores. Hombre de leyes, consejo y gobierno, ha pasado a la posteridad a través de su estatua yacente sobre el sepulcro en la catedral de Barcelona, de su rostro abstraído y melancólico, tal y como lo retrató fray Angélico en el convento florentino de San Marcos y de su leyenda descriptiva del viaje que sobre el mar le llevó desde Sóller, en la isla mallorquina, hasta Barcelona, a bordo de su capa y teniendo por mástil a su bastón. Todo muy eficiente y en orden.
Fuente. La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.