Mozárabe, o sea, cristiano en medio de un Al Andalus musulmán, que consiente otra fe a cambio de pagar tributos, Eulogio era de familia noble cordobesa muy arraigada en la comunidad cristiana de la ciudad. Se ordena eclesiástico entregándose a la oración y al estudio. Lee ávidamente escritos de sabios, católicos y no católicos: san Agustín, Horacio, Virgilio y Juvenal
Llegan tiempos de persecución. ¿Hay alternativa al martirio? Vacilación e incertidumbre agravadas por la confusión que provoca un arzobispo, Recafredo, vendido al Califato. Riesgo de cisma en la comunidad, unos resultan mártires, otros se adaptan y acomodan. Eulogio decide abandonar Córdoba. Llega a Navarra y allí descubre una cristiandad sólida en creencia y sabrosa en cultura. Reforzada su fe, regresa a su ciudad portando bajo el brazo libros desconocidos en Al Andalus.
Su firme determinación en Cristo le conduce a prisión, en donde enseña poesía, y más tarde al martirio. Su esplendor continúa perenne: Los católicos no se entierran, se siembran.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.