Días pasados el diario El País publicaba la noticia sobre un «plan ultra para sacar de Alemania a millones de inmigrantes». Según una investigación periodística, la autoría de ese plan correspondía al partido extremista Alternativa para Alemania (AfD) y a grupos neonazis, que habrían mantenido una reunión secreta. Según el diario la noticia «ha causado estupor e indignación entre la clase política que empieza a plantearse la necesidad de intentar ilegalizar a este partido».
El País sigue anclado en la vieja táctica «Que viene el lobo» de la izquierda europea de la Guerra Fría, consistente en atemorizar a los ciudadanos de las democracias occidentales con el fantasma del regreso del fascismo. Lo cuenta Jean François Revel en su libro El conocimiento inútil: La URSS alarmaba permanentemente a Europa sobre el peligro de movimientos fascistas y neonazis. Tal era su interés de que esa amenaza se mantuviera constante que, desde los años setenta del pasado siglo, se dedicó a financiar grupos de extrema derecha en las sociedades democráticas europeas.
En El telón de acero escribe Anne Applebaum que por el año1952, el departamento de propaganda del comité central del Partido comunista polaco entregó a sus activistas y agitadores a sueldo un panfleto que debían difundir y que contenía consignas como esta: “Los imperialistas americanos están reconstruyendo la Wehrmacht neonazi y preparándola para invadir Polonia, mientras que la URSS ayuda a los polacos a desarrollar tecnología, cultura y arte”. Que viene el lobo y qué bien con nuestros pastores.
Lo más hilarante, pero también sonrojante, acerca de la noticia del diario progre es que abre la portada de ese mismo día con el titular «Sánchez salva dos decretos in extremis». Y en subtitulares explica que el salvamento ha sido gracias a Junts, que ha logrado concesiones en varias materias, entre ellas, inmigración. Según los propios independentistas, su objetivo es disponer de la competencia para expulsar a los inmigrantes, en principio, reincidentes en actividades delictivas. Cuando VOX propone la expulsión de inmigrantes ilegales es tachado de xenófobo. En cambio, los de Puigdemont son simplemente «unos socios que no son de fiar». Más que la inmigración, lo que debe combatirse es el dirigismo cultural de medios de comunicación incoherentes y sectarios.