Durante su encarcelamiento en Milán por el fascismo, Antonio Gramsci observaba con pesar cómo sus compañeros de prisión, incluidos los presos políticos, cuando se les permitía la lectura de la prensa, la mayoría prefería leer La Gazzeta dello Sport a Il Sole, un periódico generalista que informaba con objetividad de la situación política. El líder del Partido Comunista italiano, no alcanzó siquiera a imaginar cómo un siglo más tarde, el entretenimiento sería empleado por los gobiernos de las modernas democracias occidentales como el método más efectivo de distraer a los ciudadanos, reeditando así la vieja fórmula de panem et circenses de práctica habitual en la antigua Roma.
Hoy el circo son las redes sociales. Millones de ciudadanos dedican diariamente gran parte de su tiempo a entretenerse y distraerse a través de las pantallas de un dispositivo electrónico. Centran su atención en anodinos e insustanciales contenidos digitales que producen un efecto anestesiante convirtiendo al usuario en un sujeto indiferente sin capacidad de reacción. Jamás el poder ha logrado lo que las pantallas, el dominio absoluto de una sociedad narcotizada por la tecnología, sin necesidad de ejercer violencia o infundir terror. Los poderosos se frotan las manos. La mejor manera de dominar a la gente es tenerla entretenida y que su atención no se focalice en determinados cuestiones.
En su obra Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida, el escritor y editor Alex Rosal alerta de esta dictadura de la atención en la que estamos inmersos. A lo largo de sus páginas recoge ciento treinta y cinco argumentos para ese combate cultural. Hay verdaderas perlas a modo de frases de algunos de esos bárbaros: “El primer principio del control mental es la distracción” (Steve Jacobson); “la gente llegará a amar la opresión a la que se somete y adorar las tecnologías que la incapacitan para pensar” (Neil Postman); “Tendrán la sensación de que piensan y serán felices” (Ray Bradbury)…
El panorama entre la infancia y la adolescencia es desolador. El excesivo uso de las pantallas tiene efectos perniciosos en el ámbito escolar. Los Informes PISA ya constatan que la capacidad de atención de los alumnos está disminuyendo. El tiempo dedicado al móvil o a la tablet está deteriorando cualidades humanas como la imaginación, la creatividad, la inventiva, la escritura o la lectura. El ser humano empieza a abdicar del ejercicio de sus talentos, lo que supone una fatídica deserción de su puesto en el mundo.
El escenario se torna más inquietante aún con los avances de la Inteligencia Artificial. Al entretenimiento y la desatención que causan las pantallas, se suman los riesgos derivados de una herramienta tecnológica que podría facilitar la vigilancia y control de los ciudadanos y también la manipulación de sus pensamientos, emociones y comportamientos. La Unión Europea acaba de redactar la primera ley en el mundo que regulará la Inteligencia Artificial prohibiendo los abusos de ésta, pero no su empleo. Cierto es que los adelantos tecnológicos y científicos, bien empleados, producen siempre un bien. Pero estemos alerta ante el endiosamiento de la tecnología. El hombre es el único ser de la creación para el cual está abierta la vía del progreso. El cerebro humano no puede emparentarse ni aún con la más perfecta de las máquinas y cuyas leyes no dependen de la tecnología.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 10 de diciembre de 2023. https://www.elimparcial.es/noticia/262638/opinion/inteligencia-artificial-o-desertar-de-lo-humano.html
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